Transformaciones del audiovisual y huelga de guionistas

Ha sido noticia esta semana en EEUU la huelga iniciada por los escritores —guionistas y dialoguistas— de series y programas de televisión en lo que genéricamente llamamos Hollywood. Esto no pasaba desde 2007, cuando el sindicato que los representa, la Writers Guild Association (WGA), pidió que se incluyesen en la remuneración de los creadores no solo lo recaudado por el éxito en pantallas de cine o audiencias de televisión, sino por los beneficios del DVD o de otros soportes.

Entonces se negociaba el equivalente al convenio colectivo en EEUU y se logró parando la producción de las televisiones con sede en Los Ángeles y Nueva York. Ahora en 2023 la petición se extiende, con toda lógica, a la reivindicación de los resultados de otras formas de explotación de obras audiovisuales en sitios de video (donde domina YouTube) o, en general, Servicios de Video on Demand (VOD), es decir, el audiovisual a la carta o fuera de programación.

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A propósito de esto, que alude a los cambios profundos del sector del cine y televisión por la consolidación de las plataformas de streaming, también esta semana varios colegas de la Complutense hemos presentado en el Barcelona Film festival un informe de cómo se ha producido esta transformación con datos y fechas clave.

Sin duda Hollywood ha cambiado mucho en estos últimos 15 años. Entendiendo Hollywood no solo como las cinco grandes major (las de principios del siglo XX) sino que, por un lado, incluye ya Netflix —que entró como un miembro más en la Academia que otorga los Oscar en 2019— y por otro, a otros operadores ajenos al mundo de la producción como Amazon Prime Video. Los estudios de producción de estos dos nuevos actores (Netflix y Prime) ya manejan cantidades similares, si no más altas, que los del cine tradicional.

Las propias factorías de Hollywood han tomado posiciones para que sus obras se puedan ver en otras pantallas, cambiando el ventaneo

Las propias factorías de Hollywood han tomado posiciones para que sus obras se puedan ver en otras pantallas, cambiando incluso el llamado ventaneo —o tiempo que pasa entre el estreno en sala hasta la llegada a domicilio—. El covid sin duda fue un precipitado, pero la verdad es que los movimientos tectónicos venían dándose con claridad en los últimos 10 años.

No hay que olvidar que tres de los estudios míticos de Los Ángeles son propiedad en la actualidad de compañías de telefonía y telecomunicaciones. Y que dos de ellos (Universal y Paramount) tienen entre sus marcas dos grandes colosos de la televisión (NBC y CBS). Por eso se entiende que los guionistas se manifiestan en la sede de Prime Video o de las televisiones, pues sin duda son las televisiones las más afectadas por una huelga de este estilo.

El derecho español es más proautores

Afortunadamente, el derecho de propiedad intelectual europeo y español comprende la remuneración a todos los creadores (directores, compositores, guionistas) y a los artistas (actores, músicos, etc.) independientemente del lugar o medio de distribución de sus obras. No digo con eso que estén mejor pagados, que no lo están probablemente, salvo excepciones, sino que todo productor tiene que distribuir beneficios de hasta la última explotación de una obra por Ley. Incluido un tono de móvil o el logo de un videojuego.

Echando la vista atrás a estos últimos quince años, también 2007 es clave en España, pues es la fecha de lanzamiento de Filmotech por Egeda, aunque ya desaparecida, seguido de Filmin en 2008, Wuaki TV en 2010 (hoy llamada Rakuten después de su compra) y de la iniciativa de Enrique Cerezo, FlixOlé en 2018. Eso respecto a las empresas españolas, que no puede dejar de verse también en paralelo con las fechas clave del aterrizaje en España de Netflix, HBO (que pasa a llamarse Max), Prime Video, Disney + y Showtime.

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En España los cambios también están siendo importantes, y lo han sido en especial en televisión. Todo empezó por el desmontaje de Prisa TV (Sogecable) que lideró en décadas anteriores el sector. De hecho, contamos con dos modelos de plataformas nacionales: las que han surgido desde dentro del sector cinematográfico, donde destaca Filmin también por su crecimiento positivo y, por otro, Movistar + que tiene su origen en Yomvi, la spin off de canales de televisión, heredera de la marca Canal + de Sogecable (Prisa) que fue adquirida por Telefónica en 2010.

El sector en Europa está también creciendo y eso pese a la diversidad cultural y lingüística. En un ámbito que "en guerra", como diría Elena Neira, con precios y costes desmesurados, salarios bajos y algo de saturación en el público, hay también buenas noticias. El dato positivo es el crecimiento de los usuarios que pagan por contenidos y que piratean menos, mucho menos. Venimos de un techo de 1,5 millones de Canal + y Canal Satélite digital (a finales de 1990) a más de ocho millones de abonados a Televisión de pago (reconocidos por la CNMC) a los que hay que sumar los suscritos a plataformas no televisivas (Filmin, Netflix, HBO, Prime, etc. ) de los que no hay datos transparentes, pero que estimamos probablemente en unos 20 millones de españoles.