Defectos (pero también virtudes) que tenemos los amantes del fútbol

El fútbol arrasa en todo el mundo y concretamente en España. Es un deporte, lo que quiere decir que es, antes que nada, una diversión. Y es un juego más del animal humano. La teoría de juegos ha estudiado con detalle la diversa tipología del juego... pero no es necesario ir tan lejos. Nos basta saber que el fútbol es un juego competitivo en el que se gana o se pierde. Y se inscribe en lo mas profundo de nuestra naturaleza, porque nos es constitutivo distraernos, competir, romper el reposo, correr y movernos.

Bien lo vio J.Huizinga en su escrito Homo Ludens. Sería un error pensar que este juego que hace pensar a los pies es un pasatiempo de simple fuerza bruta. No es así. Exige poner en forma las neuronas. Léase El Proceso de civilización de N.Elias o La evolucion táctica del fútbol, de Martí Perarnau. En el primero se analiza como este deporte ha ido sublimando la represión, eliminando la violencia. No es extraño que personas cultas, que van de A. Camus a E. Galeano, hayan sido grandes aficionados al fútbol. Este omnipresente deporte mueve masas, es un imponente negocio, impregna la sociedad, es utilizado políticamente y puede robar demasiado nuestras almas.

Quien esto escribe tiene que confesar que a veces debe contenerse no poco para no convertirse en un fanático. Que mueva masas, en principio, no tendría por que ser malo. Pero cuando la masa ahoga al individuo, elimina la razón y afloran solamente emociones, es un peligro, la vuelta a la violencia ciega. Es este un dato que hay que reconocer. Y una ocasión para que nos eduquemos en el fútbol y para el fútbol. Más elegancia y menos gritos. El fútbol se ha disparado con un negocio de compra, venta y negocio, insertándose en una economía capitalista invasora. Cuidado, control y transparencia, sin duda. Que esté en puntos claves de la sociedad española es innegable.

Cuando la masa ahoga al individuo, elimina la razón y afloran solamente emociones, es un peligro, la vuelta a la violencia ciega

La crítica ha de ir contra la absorción que produce, la incultura, la obsesión y fanatismo que inculca. Su utilización por parte de un localismo que genera el absurdo de persiguir a un ideado enemigo, es el signo de un un perverso nacionalismo. Huyamos de él. Que sea una especie de religión que nos aliena no es de recibo. Contrapongamos una personalidad fuerte y la actitud de individuos libres.

Estos pueden ser algunos defectos. Se podrian añadir otros. Es el caso del arraigado machismo. Pero quiero quedarme en otras conductas que he conocido y vivido. Y que me parecen útiles y ocasiones para un buen aprendizaje. Actuar en equipo, respetar al contrario, saber perder, la elegancia ante un espectaculo bello y la amistad en el campo y fuera del campo, son tambien parte del mejor rostro del fútbol. ¡Aúpa el Athletic!