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Julián Hernández alucina con la extracción de la piedra de la locura del Bosco
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Peio H. Riaño

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Peio H. Riaño

Julián Hernández alucina con la extracción de la piedra de la locura del Bosco

Al cantante de Siniestro Total le "fascina la truculencia" y "la cachaverosodia" de las escenas del pintor flamenco. Ante la imagen del cuadro se pregunta: "¿Qué soñaría este hombre?"

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Una pequeña tabla de menos de 50 centímetros de altura, un cuadro de gabinete, una locura maravillosa en la que El Bosco (1450/1460-1516) recreó la ingenuidad de aquellos que llevaban hasta las últimas consecuencias la leyenda que asociaba la locura con una piedra alojada en el cerebro. En La extracción de la piedra de la locura (1510) el paciente aparece sentado al aire libre, con la cabeza abierta mientras el supuesto cirujano –con un embudo que le otorga la categoría de estafador– hurga y rebusca ante un monje con una jarra de cerveza y una monja con un libro en la cabeza. Cinco siglos más tarde sigue siendo obra cumbre del sarcasmo.

“La truculencia y la cachaverosodia de las escenas del Bosco siempre me han fascinado. ¿Qué soñaría este hombre?”, se pregunta el líder del grupo gallego punk-rock de los ochenta. El término “cachaverosodia” es una referencia a sí mismo, un término que inventó su padre para hablar de lo más absurdo de la realidad. Ha preferido quedarse con este cuadro ante la avalancha de fans de El jardín de las delicias, entre otras cosas porque “un servidor se decanta por esta pequeña maravilla, que es mucho más fácil de robar si algún día nos ponemos a ello”.

Si en verdad la extracción de la piedra cura la estupidez humana, la operación debería ser un servicio esencial de la Seguridad Social

Como parece una operación habitual en la Edad Media, Julián asume que “estaríamos pues ante un Bosco costumbrista, pero no menos alucinado”. “De hecho, lo que aquí vemos extraer en ¡un tulipán! Y el cirujano –más bien un charlatán– lleva un embudo en la cabeza: El Bosco no se limita a describir, sino que interviene en la puesta en escena. Cinco siglos después de La extracción, el logo de Loquilandia, el brazo político de Siniestro Total, incluyó un embudo”, añade.

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El músico se detiene en el texto que rodea la escena, en el que se puede leer: “Maestro, extráigame la piedra; mi nombre es Lubber Das”. “Quien habla es el paciente (una viñeta avant la lettre) y su nombre es el genérico de los tontos en Holanda. Si en verdad la extracción de la piedra cura la estupidez humana, la operación debería ser un servicio esencial de la Seguridad Social”.

A pesar de ser obra de iniciación y trabajar para una cofradía de pintores, en La extracción ya manifiesta su singular personalidad. En este momento también realiza la Mesa de los pecados capitales, adquirida por Felipe II para el Monasterio de El Escorial. Su fama no disminuyó con su muerte y tampoco le libró de la piedra de la locura a la que todos responsabilizaban de sus visiones. Afortunadamente, se resistió a que nadie la tocara.

Una pequeña tabla de menos de 50 centímetros de altura, un cuadro de gabinete, una locura maravillosa en la que El Bosco (1450/1460-1516) recreó la ingenuidad de aquellos que llevaban hasta las últimas consecuencias la leyenda que asociaba la locura con una piedra alojada en el cerebro. En La extracción de la piedra de la locura (1510) el paciente aparece sentado al aire libre, con la cabeza abierta mientras el supuesto cirujano –con un embudo que le otorga la categoría de estafador– hurga y rebusca ante un monje con una jarra de cerveza y una monja con un libro en la cabeza. Cinco siglos más tarde sigue siendo obra cumbre del sarcasmo.

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