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Javier Pérez Andújar mira cómo arden los libros en la hoguera de Berruguete
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Peio H. Riaño

Un Prado al día

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Peio H. Riaño

Javier Pérez Andújar mira cómo arden los libros en la hoguera de Berruguete

¿Es posible ver en una tabla medieval para retablo una escena de infancia tardofranquista?

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El sarcástico escritor Javier Pérez Andújar, autor de la novela Catalanes Todos (Tusquets), ha visto en la tabla que Pedro Berruguete (1450-1503) hizo para el retablo de Santo Domingo del convento de Santo Tomás de Ávila una escena que refleja la esencia española y de su infancia… tardofranquista. Titulado Santo Domingo y los albigenses (1493-1499) describe lo que en la Edad Media se llamó “la prueba del fuego” para descubrir la verdad. Santo Domingo deposita sobre las llamas uno de sus libros y otro de los doctores albigenses para demostrar los errores de su doctrina, porque arde y se consume. Mientras que el del santo se eleva virtuoso. Esto es lo que ha escrito sobre el cuadro:

Cada vez que veo las pinturas de Berruguete en el Museo del Prado, me dan ganas de comer garbanzos

“Lo primero que se observa en esta pintura del gótico tardío es que España es un país donde las cosas se dejan para el último día y, como en este plan siempre se llega tarde a todas partes, los españoles tenemos un gótico tardío, un romanticismo tardío y hasta un tardofranquismo. Precisamente, pertenezco a una de esas generaciones que llegaron tarde al franquismo (aunque entonces, al ser tan recientes, éramos nuevas generaciones). En el colegio no pillamos los reyes godos, pero sí las comarcas con su producción de trigo, cebada, centeno, garbanzos, sus cabañas ovinas y sus artistas, como Francisco Salzillo, Pedro Berruguete y Alonso Cano (a quien yo confundía con Pichi Alonso). Se me quedó el nombre de Berruguete porque sin querer lo asocié a las historietas de Raf. Primero, por el inquilino de Doña Lío, don Dollete, al que siempre le ponía de comer garbanzos. Y también por una aventura larga de Sir Tim O’Theo, titulada La verruga de Sivah (que era parecida a la película Help!). Cada vez que veo las pinturas de Berruguete en el Museo del Prado, me dan ganas de comer garbanzos”.

“Pero también se advierte en esta escena de Berruguete cómo los libros ya empezaban a ponerse por las nubes. Y esto es lo que realmente denuncia el artista en su retablo. No hay más que verlo. Viene a decir el pintor que eso del precio fijo es de mucho antes de su época goticotardía, y previo por tanto a que Gutenberg descubriera la imprenta dejándonos a todos tan buena impresión. Ya en la Edad Media (que se divide en Baja, Principal y Rellano), cuando se arrojaban a la hoguera libros (y eso que eran incunables) y a autores (también incunables), empezaban a subir los libros de una manera exorbitante, como puede verse”.

España es un país que siempre llega tarde a todo, pero que ha inventado los autos

“Creo que el título lo puso Berruguete para despistar, y porque lo pintó un domingo y los albigenses jugaban contra el Hércules. Entonces la gente oía mucho las retransmisiones deportivas del Bosco en un programa que se llamaba el Carro de Heno, predecesor de nuestro Carrusel Deportivo. Lástima que ya no quede espacio para comentar otra obra de Pedro Berruguete también expuesta en El Prado y titulada Auto de Fe presidido por Santo Domingo de Guzmán, pues ahí se ve al tal Guzmán yendo a misa un domingo en coche (acaso uno de los primeros autos del mundo). España es un país que siempre llega tarde a todo, pero que ha inventado los autos”.

El sarcástico escritor Javier Pérez Andújar, autor de la novela Catalanes Todos (Tusquets), ha visto en la tabla que Pedro Berruguete (1450-1503) hizo para el retablo de Santo Domingo del convento de Santo Tomás de Ávila una escena que refleja la esencia española y de su infancia… tardofranquista. Titulado Santo Domingo y los albigenses (1493-1499) describe lo que en la Edad Media se llamó “la prueba del fuego” para descubrir la verdad. Santo Domingo deposita sobre las llamas uno de sus libros y otro de los doctores albigenses para demostrar los errores de su doctrina, porque arde y se consume. Mientras que el del santo se eleva virtuoso. Esto es lo que ha escrito sobre el cuadro:

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