A mi bola
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Una huelga de pitos, lo último que le faltaba al fútbol femenino español
Detrás del plante de las árbitras a la liga profesional femenina están los Rubiales, Camps y Medina Cantalejo, con la complacencia de un secretario de Estado en permanente modo avión
Sin ánimo de colgarnos medallas, como la que Rubiales ridículamente llevaba en la visita de las campeonas del mundo Sub 20 a "mi amigo Pedro", como él llama al inquilino de Moncloa, la última jugarreta del excéntrico presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) la adelantamos en este diario el pasado miércoles. "Las árbitras españolas también quieren ser profesionales, pero se equivocan de ventanilla". Con este titular vaticinábamos lo que, tan solo un día después y apenas uno antes del comienzo de la competición, sucedió: las árbitras anunciaron que se negaban a dirigir la primera jornada de la Liga F alegando indefinición laboral.
La RFEF, a través de su siempre sumiso Comité Técnico de Árbitros (CTA), no ha dudado en lanzar a las árbitras contra la nueva Liga Profesional de Fútbol Femenino (LPFF). Primero, en una rocambolesca rueda de prensa, con la presencia de una árbitra y una auxiliar, pero debidamente flanqueadas por el presidente del mencionado CTA, el siempre bien mandado Medina Cantalejo, y la responsable del arbitraje femenino, Yolanda Parga Rodríguez, cuyas circunstancias personales, al tratarse de la mujer del delegado arbitral del Real Madrid, levantan las lógicas suspicacias, algo de lo que aquí también dimos cuenta.
Como si la decisión de qué dinero cobran las árbitras y las auxiliares no fuera de la RFEF, Medina Cantalejo utilizó a Marta Huerta de Aza y Guadalupe Porras como armas arrojadizas contra la LPFF, aunque la voz cantante la llevó él y siempre intentó hacer de menos a la nueva patronal del fútbol femenino. "El respaldo por parte de la RFEF a nuestras árbitras es absoluto y debe haberlo también por parte del Gobierno. Si nos ponemos la medalla de la igualdad tenemos que caminar todos por el mismo camino", se permitió decir el sevillano, para a continuación 'recordar' que "hay un dinero, 5 millones, que proporciona el Consejo Superior de Deportes".
El plantón de la RFEF a la presentación de la Liga F que tuvo lugar en Madrid el pasado martes, a la que tampoco acudió un secretario de Estado para el Deporte que en el pantanoso tema Rubiales sigue de perfil, hacía presagiar que algo raro iba a pasar. Y aún más, después de que Medina Cantalejo dijera unas horas antes que "nosotros no vamos a decidir si mandamos o no a las árbitras. Lo tienen que decidir ellas. Un trabajador que tiene que reivindicar sus derechos, tendrá que hacer lo que tenga que hacer. Vamos a respetar y respaldar la decisión que tomen". Qué casualidad, fue decirlo él y hacerlo las árbitras...
Así, a última hora del jueves, con cierta nocturnidad y mucha alevosía por parte de quienes están detrás de una movilización que en teoría va contra la propia RFEF, las árbitras emitieron un comunicado en el que anunciaban su "decisión unánime de no dirigir ningún encuentro del Campeonato Nacional de la Primera División en las condiciones actuales de indefinición de nuestra situación laboral y económica". El mero hecho de que las árbitras se refirieran a la Liga F como Campeonato Nacional de la Primera División hace sospechar que el comunicado se lo escribieron o, al menos, dictaron. Del Amo y Cueto saben cómo funciona eso, ¿verdad?
A partir de ahí, y como sucede con las futbolistas de la Selección, la utilización de las mujeres, en este caso árbitras, es una vez más evidente. Solo a mentes calenturientas como las de Rubiales, Andreu Camps y compañía se les puede ocurrir pedir a los clubes de la Liga F que pasen de pagar 3.300 euros por partido, de los que la RFEF, por cierto, se quedaba más de 2.000, a nada menos que 21.000. No es casualidad que el montante total, es decir, los 21.000 euros multiplicados por los 240 partidos, sean los 5 millones que el CSD ha aportado para arrancar la competición profesional de fútbol femenino y a los que hizo referencia Medina Cantalejo.
La LPFF acusa directamente a Rubiales
Como no podía ser de otra forma, desde la LPFF que preside la asturiana Beatriz Álvarez de Mesa no tardaron en responder. "La profesionalización del deporte femenino vuelve, lamentablemente, a vivir un nuevo episodio de bochorno", rezaba su comunicado, para a continuación señalar directamente como responsable de esta huelga al presidente de la RFEF, a quien acusan de "utilizar nuevamente a la mujer como ariete para conseguir su único objetivo, destruir el fútbol femenino español e impedir que el fútbol profesional femenino crezca de la manera que lo está haciendo".
La nueva patronal del fútbol femenino español avaló la información adelantada por este diario al asegurar que "el colectivo arbitral está siendo engañado por el presidente de la RFEF y su equipo directivo", toda vez que "representantes de la LPFF y de la RFEF vienen negociando desde hace tiempo diversas cuestiones de índole organizativo, entre las que se encuentran pactar las condiciones económicas del colectivo arbitral".
En otras circunstancias, se podría dudar sobre cuál de las dos partes dice la verdad, pero dado que la transparencia de la RFEF brilla por su ausencia, la versión que ofrece la LPFF se antoja fiable cuando asegura que "hace dos días trasladó una importante propuesta a los representantes de la RFEF, por la cual el equipo arbitral pasaría a cuadruplicar sus emolumentos, priorizando un acuerdo inminente sobre las condiciones de las árbitras y ofreciendo negociar el resto de aspectos relacionados con la función arbitral para la próxima semana",
Sin embargo, y como también es costumbre cuando Rubiales anda por medio, desde la LPFF lamentan, aunque no se sorprenden, de que "no se ha tenido ni siquiera respuesta por parte de los directivos de la RFEF". Es por ello que, con buen criterio, aunque también un exceso de ingenuidad, inviten a las árbitras "a sentarse directamente con la LPFF para que puedan conocer de primera mano la oferta y continuar las negociaciones directamente con ellas".
A la espera de acontecimientos, desde la LPFF aseguran que "los clubes de la Liga F siguen con su planificación deportiva y planes de viajes previstos para este fin de semana y comparecerán en los días y horas fijadas para la disputa de sus encuentros de la Jornada 1". "Como es su obligación, y como también lo es de los equipos arbitrales oficialmente designados por el Comité Arbitral esta misma semana", explican.
Tal y como informó Iusport, de seguir adelante con su movilización, las árbitras se exponen a graves sanciones disciplinarias, que podrían alcanzar hasta los 3.000 euros y hasta los dos meses de inhabilitación. Pero, claro, estas debería imponérselas la RFEF, que es la que está detrás de este intento de boicotear el inicio de la Liga F. Otra cosa son las indemnizaciones que les podrían reclamar los clubes y la propia LPFF.
Esta huelga de pitos es lo último que le faltaba al fútbol femenino español, pero, que nadie se engañe, el asunto no es profesionalizar a las árbitras, sino a los Rubiales, Camps, Cueto y compañía, mientras Franco sigue en modo avión: le preocupan los contratos y las contratas, pero se inhibe de una huelga que, además de ilegal, es indecente y ridícula por estar orquestada por la RFEF contra la propia RFEF.
Sin ánimo de colgarnos medallas, como la que Rubiales ridículamente llevaba en la visita de las campeonas del mundo Sub 20 a "mi amigo Pedro", como él llama al inquilino de Moncloa, la última jugarreta del excéntrico presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) la adelantamos en este diario el pasado miércoles. "Las árbitras españolas también quieren ser profesionales, pero se equivocan de ventanilla". Con este titular vaticinábamos lo que, tan solo un día después y apenas uno antes del comienzo de la competición, sucedió: las árbitras anunciaron que se negaban a dirigir la primera jornada de la Liga F alegando indefinición laboral.