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Nadal sigue siendo la pesadilla que amenaza el sueño de Djokovic en Roland Garros
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Álvaro Rama

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Nadal sigue siendo la pesadilla que amenaza el sueño de Djokovic en Roland Garros

Si el dominio en el circuito lo marca el serbio, la pauta en París puede ser del español, el jugador más autoritario de siempre, respaldado por 70 victorias en 72 encuentros

Foto: Rafa Nadal, durante su partido contra Djokovic en Roma. (EFE)
Rafa Nadal, durante su partido contra Djokovic en Roma. (EFE)

La eternidad se pone en juego en París. Bajo cielos cubiertos, temperaturas bajas y una sensación de competición a cámara lenta, no podría haber mejor definición de lo que es el torneo: un reto de paciencia y aguante para los mejores tenistas del mundo. Las cinco mangas sobre tierra batida como desafío más duro del deporte de la raqueta. Entre la marabunta de aspirantes, dos hombres recogen más miradas que el resto. Por un lado Novak Djokovic, el indiscutible número 1, en su aspiración de levantar el único grande que falta en su vitrina. El título que le permitirá completar la colección de Grand Slams, algo que únicamente siete hombres han logrado en una disciplina centenaria. Por otra parte Rafael Nadal, nueve veces campeón y principal baluarte sobre la arcilla de París, con la misión de recuperar la corona dos años después. Con la oportunidad de convertirse en el primer tenista, hombres y mujeres incluidos, capaz de ganar 10 ediciones de un mismo Grand Slam. Con la presencia de Stan Wawrinka, vigente ganador con la inercia recién tomada al coronar el torneo de Ginebra; y Andy Murray, capaz de pisar la final en los dos Masters 1000 de arcilla previos a Roland Garros, una edición realmente interesante en la cúspide del polvo de ladrillo.

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“Me siento con ganas de disputar Roland Garros, como cualquier otro año”, declaró Novak Djokovic ante el gran objetivo de su carrera. “Tengo unas expectativas menores a las de la gente que me rodea sabiendo que es el único grande que nunca he ganado. La gente está pendiente de ver si puedo lograrlo o no. No es la primera vez que me encuentro ante este tipo de sensaciones y presión”, señaló el balcánico, finalista en 2012, 2014 y 2015 en una persecución constante por el título. “La preparación ha ido bien y no voy a cambiar nada particular en mis rutinas. He disputado diez partidos en dos semanas, lo máximo que podía jugar en Madrid y Roma, una manera perfecta de llegar listo a Roland Garros. Es la forma ideal para prepararse para los cinco sets en la superficie más exigente a nivel físico”.

En el evento que más vueltas mentales podría generar al jugador de Belgrado, Novak pretende mantener una sensación de tranquilidad y ninguna obsesión. El serbio, que cumplió 29 años este domingo, una edad crítica para seguir ganando Grand Slams, mantuvo un mensaje de calma. “La edad es simplemente un número para mí y siento que tengo muchos años por delante. Eso me da tranquilidad en términos de oportunidades para levantar el título de Roland Garros”, aseguró el balcánico, que ha intentado coronar la arcilla gala sin éxito hasta en 11 ediciones. “Es algo que me quita presión este año”, declaró.

“Yo no me siento mayor”, respondió Nadal, que llegará a la treintena en mitad del torneo, convertido en un veterano en el lugar que le vio irrumpir en 2005 hasta alzar su primer Slam siendo apenas un adolescente. “He pasado muchos años en el circuito, pero me siento joven en la vida. No pienso en los años que voy a cumplir. El tiempo nunca se detiene. Nadie puede frenar su paso. Eso no es algo bueno, pero al mismo tiempo estoy feliz con mi vida. He disfrutado todos estos años en el circuito y espero seguir haciéndolo durante un par de temporadas”. Cortar esa sensación estará en manos de Djokovic, dispuesto a conquistar un terreno históricamente dominado por el español. “Me veo llegando a poner las manos en la copa pero, si no sucede, siempre habrá otro año y no tengo ninguna intención de frenarme en la tarea. Por otra parte, si nunca ocurre, necesito ser humilde y realista, y mirar los logros de mi carrera para estar satisfecho de lo conseguido hasta ahora. Así es como medito las cosas, y no hasta obsesionarme por este u otro torneo”.

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Un posible cruce con Rafael Nadal podría darse en semifinales, una ronda posterior a su primer triunfo sobre el balear en París el pasado año. “Creo que todos miramos el cuadro”, reconoció. “Luego si tú te imaginas jugando o no con alguien, con los principales cabezas de serie en las rondas finales del torne, eso es personal. Trato de mantener mis pensamientos en el siguiente desafío, aunque todos echamos un vistazo al cuadro”, analizó el de Belgrado, que no descarta la opción de retirarse sin la corona francesa. “Lo imagino, pero también me imagino lográndolo. Siendo el campeón. Veremos qué tiene preparada la vida para mí”, cerró el balcánico, con la historia a dos semanas de distancia.

“Y yo me encuentro bien en 2016”, subrayó Nadal, sin querer comparar sensaciones a las de años previos, cuando la defensa del título era una responsabilidad añadida y su victoria en París casi una tradición como la lluvia en la ciudad. El balear, que levantó los torneos de Barcelona y Montecarlo y quedó a un paso de las finales en Madrid y Roma, la inercia como fuerza adquirida. “He encadenado buenos torneos, espero seguir en esa línea aquí. Es mi objetivo: mantener mis niveles de juego y si es posible mejorarlo. Estoy satisfecho por la línea marcada desde Indian Wells”.

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Si el dominio en el circuito lo marca Djokovic, la pauta en Roland Garros puede ser de Nadal - únicamente derrotado en dos ocasiones en la última década. “No me siento un jugador distinto aquí”, remarcó el balear, el jugador más autoritario de siempre en París, respaldado por 70 victorias en 72 encuentros. “Es cierto que he tenido un gran éxito durante toda mi carrera y que me gusta el torneo, la organización. Me siento como en casa porque tengo una buena relación con todos. Es términos de juego, es un torneo donde sé que puedo competir bien. No pienso mucho en si me hace diferente o no”, insistió. “La pista se ajusta bien a mi juego porque es muy amplia, y el efecto liftado se imprime bien en jornadas de sol con la pista algo más seca. Lo único que necesito hacer es jugar bien”.

En París, donde las victorias requieren un extra de voluntad y creencia en uno mismo, donde los cinco sets, la superficie más lenta de todas y la pesadez atmosférica actúan como plomo para los indecisos, la gran batalla de la arcilla está a punto de desatarse.

La eternidad se pone en juego en París. Bajo cielos cubiertos, temperaturas bajas y una sensación de competición a cámara lenta, no podría haber mejor definición de lo que es el torneo: un reto de paciencia y aguante para los mejores tenistas del mundo. Las cinco mangas sobre tierra batida como desafío más duro del deporte de la raqueta. Entre la marabunta de aspirantes, dos hombres recogen más miradas que el resto. Por un lado Novak Djokovic, el indiscutible número 1, en su aspiración de levantar el único grande que falta en su vitrina. El título que le permitirá completar la colección de Grand Slams, algo que únicamente siete hombres han logrado en una disciplina centenaria. Por otra parte Rafael Nadal, nueve veces campeón y principal baluarte sobre la arcilla de París, con la misión de recuperar la corona dos años después. Con la oportunidad de convertirse en el primer tenista, hombres y mujeres incluidos, capaz de ganar 10 ediciones de un mismo Grand Slam. Con la presencia de Stan Wawrinka, vigente ganador con la inercia recién tomada al coronar el torneo de Ginebra; y Andy Murray, capaz de pisar la final en los dos Masters 1000 de arcilla previos a Roland Garros, una edición realmente interesante en la cúspide del polvo de ladrillo.

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