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¡Machacadlos que son peores! La tristeza de la humillación deportiva en los niños
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Luis Pasamontes

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¡Machacadlos que son peores! La tristeza de la humillación deportiva en los niños

Si no se sabe utilizar el deporte como herramienta de crecimiento personal entre los más jóvenes, se les puede causar serios problemas porque puede volverse 'peligroso'

Foto: Iker Casillas, este verano, en un acto en Portugal con niños. (EFE)
Iker Casillas, este verano, en un acto en Portugal con niños. (EFE)

El deporte ofrece la posibilidad de desarrollar valores y aprendizajes útiles para el presente y para el futuro de los jóvenes, también de los adultos. Siempre he dicho que es una herramienta de formación muy útil en edades tempranas y no solo me baso en mi experiencia personal, también en la de muchos otros con los que he tenido la oportunidad de trabajar durante todos estos años. Fijaos, si no sabes usar un martillo es fácil que des más golpes a tus dedos que al clavo. En este caso, la herramienta se convierte en un arma dañina que provoca dolor y en ocasiones heridas que dejan cicatrices de por vida. De igual manera, si no sabes usar el deporte como herramienta de crecimiento personal en los jóvenes, puedes causarles serios problemas, algunos difíciles de borrar en el tiempo.

Hace meses me contaba un chico, al que acompañaba como mentor deportivo, cómo arrastraba la presión que había ejercido su padre sobre él cuando era joven. Este le obligaba a conseguir marcas sobre la bici, inalcanzables a su edad. Es muy común utilizar, al ver caerse a un niño, la expresión: “No le ha pasado nada, a estas edades sus huesos son de plastilina, de goma”. Cada vez entiendo más este dicho y no solo en el ámbito puramente físico al que se refiere. Los indefensos niños actúan y se comportan como los adultos que les rodean, no tengo la menor duda. Su personalidad a la hora de practicar deporte es moldeable, como la plastilina. Esto es peligroso y a la vez valioso, requiere concentración a la hora de actuar frente a ellos y debemos ser conscientes del poder que pueden tener nuestras palabras o acciones en determinados momentos.

Hace unos días leía que un partido de fútbol de categoría prebenjamin, hablamos de niños de seis años, se producía una goleada de 30-0. No me gusta hablar de clubes en este tipo de situaciones, considero que son personas las que están detrás y verdaderamente ellas son las culpables. Alegaron que el entrenador hizo lo posible por parar a los jugadores. Disculpadme, pero no me lo creo. Claro que se puede frenar el resultado en un momento determinado, no olvidemos que son niños y, aunque fueran adultos, les honran las disculpas mostradas al equipo goleado, haciéndoles saber que en ningún caso el entrenador quiso faltar al respeto a los pequeños. Pero si esto se repite, si no es un caso puntual, existen otros culpables a mi entender.

Una cosa es la derrota, otra la humillación

En primer lugar, los padres de los jugadores por permitir que sus hijos sigan humillando y no jugando al fútbol. También entonces la responsabilidad debe recaer sobre los máximos dirigentes del club, los que no toman medidas para cesar a este entrenador en cuestión. Además, creo que tienen la responsabilidad de explicarle detenidamente, antes de su salida, los motivos que han llevado a la directiva a tomar esta decisión y ofrecerle incluso ayuda para corregir este grave error. De otra manera puede salir de ahí y entrar en cualquier otro club deportivo con la misma incompetencia mostrada anteriormente. Saber perder es algo que se debe entrenar, no te acostumbras nunca, pero si que puedes llegar a controlar la derrota emocionalmente. Pero si esto lo trasladamos a un extremo que va más lejos de esa derrota, se convierte en humillación y no creo que esta sea un valor a potenciar entre los más pequeños.

Foto: Chris Froome y Alberto Contador, en pleno esfuerzo. (EFE) Opinión

Si algún entrenador no lo entiende y se comporta así en un terreno de juego, está gritando a la grada de manera silenciosa que no está capacitado para dirigir y formar a niños, debemos coger el mensaje. La victoria existe igualmente con un resultado mas coherente, sin necesidad de hacer pasar a los pequeños por ese mal trago. Digo que esto va de personas, porque en 2015, un joven de 21 años, por aquel entonces, se dirigió a sus jugadores de categoría benjamín (entre 7 y 9 años) y les pidió respeto por sus rivales. Les indicó que no presionaran en el campo rival, que les dejaran jugar, que les dejaran disfrutar con el balón y sobretodo que se pusieran en su lugar. El equipo al que se enfrentaban llevaba muchos partidos siendo goleado, en este también lo fueron por 11-1… pero, al menos, los niños entendieron lo que significa respetar al rival. Cumplieron con las indicaciones de su entrenador que únicamente utilizó sentido común.

El respeto de Casillas por Italia en el 4-0

Aitor Cebrián ejerció de entrenador, de formador y educó desde el respeto. Estos niños serán adultos en un futuro y, tal vez trabajando duro y teniendo mucha suerte, puedan llegar al profesionalismo. Dice algún estudio que solo 1 de cada 10.000 niños lo consiguen, por eso es tan importante estar en el momento adecuado en el lugar adecuado. Iker Casillas fue uno de esos niños que lo consiguió y alguien de su entorno, en su edad de plastilina, seguro que le inculcó respeto por el rival. Tal vez por eso en la final de la Eurocopa 2012, cuando España ganaba 4-0 a Italia, el portero animó al árbitro a pitar el final gritando: Árbitro, respeto por el rival, por Italia, 4-0 ya”.

Luis Cembranos fue jugador del Barcelona, Rayo y Espanyol en primera división, además también vistió los colores de la Selección española en un encuentro. Ahora ejerce de entrenador en el Rayo B y el pasado domingo recordó a sus jugadores lo que es humildad y deportividad, recordó que los valores que lleva consigo y que inculca son innegociables. El Rayo B marca un gol a Los Yébenes cuando uno de sus jugadores permanece en el suelo por lesión. Inmediatamente, Luis le dice a su capitán que se dejen marcar un gol, que no es justo, que estaban con un jugador menos. Sin dudarlo, todos los jugadores acatan la decisión. Ellos también son ejemplo para los niños, también pueden moldearles en su edad de plastilina.

Estoy seguro que había muchos que veían a Iker contra Italia por televisión o al Rayo B este fin de semana en la grada. Hace unos días leía una frase estupenda de la escritora y poeta Maya Angelou: “La gente olvidará lo que hiciste, olvidará lo que dijiste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir”. Sin duda, los niños de la goleada no olvidarán lo que sintieron al ver que no eran capaces de tocar el balón y que se tenían que dirigir una y otra vez al centro del campo para sacar por tanto encajado. Otros, como el padre que entró al baño del estadio y escuchó de fondo el discurso del entrenador Cebrián pidiendo respeto, tampoco podrá borrar esas palabras de su memoria. El fútbol es el deporte rey, el más mediático y tal vez por eso escuchamos más noticias agradables y desagradables. Pero a la hora de hablar, de educar con el deporte, me refiero a todas las disciplinas, todas esas que practican los pequeños de la casa con ilusión y divirtiéndose. Sin pensar en victorias a toda costa y sea cual sea la manera para conseguirlas. El deporte es victoria y es derrota, claro, pero no es humillación.

*Luis Pasamontes fue ciclista profesional (Movistar y Caisse d'Epargne, entre otros) y ahora es mentor deportivo y conferenciante.

El deporte ofrece la posibilidad de desarrollar valores y aprendizajes útiles para el presente y para el futuro de los jóvenes, también de los adultos. Siempre he dicho que es una herramienta de formación muy útil en edades tempranas y no solo me baso en mi experiencia personal, también en la de muchos otros con los que he tenido la oportunidad de trabajar durante todos estos años. Fijaos, si no sabes usar un martillo es fácil que des más golpes a tus dedos que al clavo. En este caso, la herramienta se convierte en un arma dañina que provoca dolor y en ocasiones heridas que dejan cicatrices de por vida. De igual manera, si no sabes usar el deporte como herramienta de crecimiento personal en los jóvenes, puedes causarles serios problemas, algunos difíciles de borrar en el tiempo.

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