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Tribuna
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"Quiero jugar contigo", en el rugby y en la vida: dedicado a Cyrille Delahodde
Que un compañero te diga esto, vale más que cualquier reconocimiento. Así era este francés, con el que coincidí en Barcelona y perdió la vida intentando subir el Everest
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Debía de ser el año 2007 y un amigo y yo nos dijimos una de las cosas más bonitas que he oído en el rugby y que posteriormente he tratado de llevar por bandera. Este artículo está dirigido a ese gran jugador de rugby, amigo de muchas personas, y que desde 2022 ya no está con nosotros.
Primero, vamos con él. Su nombre era Cyrille Delahodde. Francés, de las montañas al sureste del país vecino. Era una mezcla perfecta de lo rural y lo urbano y, por lo tanto, campechano, con gran desparpajo y lleno de panaché, como se dice en francés. Con un coraje temerario y una fina extravagancia —eran muy comentados sus atrezos en los terceros tiempos—. Gran persona y gran jugador: completo, abocado al rugby total, titular indiscutible allá donde jugó.
Y así es que Cyrille, siendo hombre de desafíos y adrenalina, se llevó a sí mismo a París, luego a Barcelona. Emprendió y volvió a emprender, desarrolló innovación en tecnología, medicina y deportes. Se fue a China. Y siempre, siempre, llevando consigo el rugby y la intensidad. En un último desafío, perdió la vida intentando subir el Everest.
Con Cyrille hablamos mucho de la filosofía de la vida y del rugby. No hablamos mucho de la técnica o de las tácticas. Reflexionábamos sobre lo que era ser anfitrión, recibir a nuevos jugadores en un club, hacerles sentir bien. Aspirábamos a jugar con auténtica devoción y en conexión con el equipo. Además, coincidíamos en un club, el Enginyers, de Barcelona, que se prestaba mucho a esta forma de rugby de "compartir es vivir".
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¿Y qué nos dijimos que tuvo tanto impacto? Llegado el momento en que íbamos a jugar los dos titulares con el primer equipo, antes del partido, con el vestuario lleno de jugadores, entrenadores, el delegado, los fisios, y habiendo ya abrazado a algunos compañeros antes de escuchar las palabras del entrenador, Cyrille y yo nos encontramos y me dijo: "Quiero jugar contigo”.
Toma ya. Brutal. "Quiero jugar contigo". Te pueden aplaudir, felicitar, puedes hacer dos ensayos, evitar un ensayo con un placaje. Puedes recibir el premio al mejor del partido, pero para mí —gracias, Cyrille— que te diga un compañero de equipo, de cualquier equipo, que quiere jugar contigo, es de lo más bonito que te pueden decir. Porque estás ofreciendo eso, compañerismo en mayúsculas. Confianza, seguridad, autoestima, como quieras llamarle. Ahí está y se refleja el espíritu del deporte que jugamos: pertenencia, camaradería, compromiso. En definitiva, EQUIPO, FAMILIA.
Al cierre de ese artículo está el texto que le dedicó a Cyrille su último club, el Guangzhou Rams RFC, de la ciudad portuaria del mismo nombre al noroeste China.
"Con profunda tristeza anunciamos el fallecimiento de una leyenda del club. Cyrille lució los colores del club con gran orgullo, reconocido tanto por su físico en la cancha como por su excepcional carácter fuera de ella. En el rugby y en la vida, tenía una forma de hacer sentir a quienes lo rodeaban con una superioridad numérica. Todos somos mejores por haberlo conocido. Descansa en paz, hermano".
Debía de ser el año 2007 y un amigo y yo nos dijimos una de las cosas más bonitas que he oído en el rugby y que posteriormente he tratado de llevar por bandera. Este artículo está dirigido a ese gran jugador de rugby, amigo de muchas personas, y que desde 2022 ya no está con nosotros.