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El Real Madrid sin entrenador: ¿Revolución o locura?
En una era donde la inteligencia artificial y el análisis de datos revolucionan el deporte, la pregunta se vuelve pertinente: ¿necesitamos realmente la figura tradicional del entrenador?
En tiempos de salarios millonarios y presupuestos desorbitados, surge una pregunta tan provocadora como incómoda: ¿y si el Real Madrid prescindiera de entrenador? La idea, radical en apariencia, nos devuelve a los orígenes del fútbol y al espíritu de aquellos años en los que Luis Molowny encarnó una filosofía más horizontal en la gestión deportiva. Lo que suena a herejía futbolística podría ser, en realidad, la mayor revolución del deporte rey en el siglo XXI.
Los grandes entrenadores del fútbol moderno cobran cifras astronómicas. Hablamos de salarios que rondan los 20 millones de euros anuales, a los que hay que sumar los costes del cuerpo técnico completo. La suma total puede alcanzar fácilmente los 30 millones anuales. ¿No sería más sensato invertir esos millones en la cantera, en la formación de los verdaderos protagonistas, los jugadores?
Imaginemos la escena: cada sábado por la mañana, los más de 90.000 socios del Real Madrid reciben en su móvil una notificación para votar el once titular. Vinicius o Rodrygo en la banda izquierda. Güler o Camavinga en el centro del campo. Cada socio ejerciendo su derecho democrático a decidir el destino deportivo de su equipo. Esta democratización radical convertiría cada convocatoria en un ejercicio de participación masiva sin precedentes. Los socios recuperarían la voz directa en las decisiones deportivas, ese sentido de pertenencia que a veces se diluye entre decisiones tomadas unilateralmente. El Real Madrid es, ante todo, un club de socios. Si eligen al presidente, ¿por qué no al once inicial?
En cuanto al sistema de juego, serían los propios futbolistas quienes decidirían el modelo táctico. ¿Quién conoce mejor el juego y su evolución durante el partido que ellos mismos? ¿Quién siente el ritmo desde dentro? Los futbolistas del Real Madrid son profesionales de élite con una experiencia inmensa, campeones del mundo y de Europa. Bellingham, Mbappé, Carvajal, Courtois... personas con un coeficiente futbolístico altísimo, capaces de tomar decisiones complejas bajo presión extrema.
Esta autogestión no es ciencia ficción. En el fútbol callejero, en el amateur, los equipos funcionan así desde siempre. Los grandes jugadores ya toman decisiones tácticas constantemente durante los partidos. ¿Por qué necesitan que alguien desde el banquillo les diga lo que ya saben?
Luis Molowny representa el precedente histórico perfecto. Este canterano convertido en entrenador encarnó una figura menos autoritaria, más cercana a un coordinador que dejaba fluir el talento natural de sus jugadores. Su filosofía era cristalina: no sobrecargar tácticamente a futbolistas que ya sabían jugar. Di Stéfano, Puskás, Gento... ¿necesitaban realmente que alguien les dijera cómo atacar? Molowny ganó títulos con este método cuando el Real Madrid dominaba Europa. La historia demuestra que funciona.
Más allá del ahorro económico, este modelo eliminaría varios problemas del fútbol moderno: conflictos con entrenadores, crisis que terminan en destituciones costosas, presión mediática sobre una única figura. El vestuario madridista, históricamente fuerte y con personalidades de liderazgo natural, saldría fortalecido. Un equipo más unido donde todos se sientan responsables del éxito común porque lo construyan juntos.
En una era donde la inteligencia artificial y el análisis de datos revolucionan el deporte, la pregunta se vuelve pertinente: ¿necesitamos realmente la figura tradicional del entrenador? Hoy, las herramientas de IA pueden analizar en segundos millones de datos: patrones de movimiento, estados de fatiga, rendimiento en tiempo real y tendencias del rival. Un sistema de aprendizaje automático podría proponer alineaciones óptimas, ajustar estrategias durante el partido y predecir el impacto de los cambios con una precisión que ningún ser humano puede igualar.
La IA no sustituiría la intuición de los futbolistas, sino que la potenciaría. Sería una entrenadora invisible, imparcial, basada en datos, que permitiría decisiones más racionales y efectivas. Con toda esta infraestructura tecnológica, ¿qué aporta un entrenador que no puedan gestionar colectivamente los propios jugadores con apoyo de especialistas?
El Real Madrid tiene características únicas para intentar este experimento: vestuario maduro y experimentado, cultura de club centenaria, estructura de socios con legitimidad democrática, palmarés incomparable y presión constante por ganar. Si algún club puede desafiar el statu quo del fútbol mundial, ese es el Real Madrid. El club que inventó la Champions League, que fichó a los mejores cuando nadie lo hacía... ¿por qué no podría liderar también esta revolución?
Los escépticos dirán que ningún equipo grande funciona así. Pero la tradición no es argumento cuando se trata de innovación. Las empresas más innovadoras del mundo funcionan con estructuras horizontales. ¿Por qué el fútbol habría de ser diferente? Aunque esta propuesta desafía todas las convenciones, creo que nos obliga a reflexionar sobre la naturaleza del liderazgo deportivo y la participación democrática en los clubes. El Real Madrid podría atreverse a experimentar lo que ningún grande ha intentado: confiar plenamente en la sabiduría colectiva de su masa social y en el talento de sus futbolistas.
Después de todo, el fútbol nació en las calles, sin pizarras tácticas ni charlas motivacionales. Solo balón, talento y pasión. Quizá la verdadera locura no sea prescindir del entrenador, sino seguir pagando millones por algo que los propios jugadores y los socios podrían gestionar mejor. El Real Madrid tiene en sus manos la oportunidad de protagonizar la mayor revolución futbolística del siglo. Solo hace falta el coraje de dar el primer paso hacia lo que un día funcionó.
*Juan Villalonga. Empresario
En tiempos de salarios millonarios y presupuestos desorbitados, surge una pregunta tan provocadora como incómoda: ¿y si el Real Madrid prescindiera de entrenador? La idea, radical en apariencia, nos devuelve a los orígenes del fútbol y al espíritu de aquellos años en los que Luis Molowny encarnó una filosofía más horizontal en la gestión deportiva. Lo que suena a herejía futbolística podría ser, en realidad, la mayor revolución del deporte rey en el siglo XXI.