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¿El final de los modernos mercados financieros?
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Ignacio de la Torre

El Observatorio del IE

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¿El final de los modernos mercados financieros?

“Estamos observando el final de una Era en dos áreas muy específicas: primero, la desregulación descontrolada de los mercados financieros globales; segundo, el compromiso inconsciente de

Estamos observando el final de una Era en dos áreas muy específicas: primero, la desregulación descontrolada de los mercados financieros globales; segundo, el compromiso inconsciente de recursos humanos y financieros a la titulización ha alcanzado su apogeo y se contraerá continuamente en e futuro”. Estas palabras proceden de un banquero de Wall Street entrevistado en... ¡¡¡1987!!!, unas pocas semanas después del lunes negro. Su escaso poder predictivo nos hace plantear dudas sobre las, a veces, indocumentadas profecías que hoy en día se plantean sobre el futuro financiero.

En la actualidad se analizan multitud de propuestas para reformar el mundo financiero. Sin embargo, más que estudiar las bondades o maldades de dichas propuestas, creemos que es más útil reflexionar en este artículo sobre las tendencias que marcarán el debate acerca de estas nuevas ideas.

Primera. La regulación está basada en la teoría financiera y ésta asume como hipótesis claves:

a) que el ser humano es un ser racional (homo economicus) y por tanto sus decisiones financieras son racionales,

b) que las decisiones financieras se toman en un entorno de información perfecta. La crisis de 2007-2009 ha puesto de manifiesto (una vez más) que estas ideas no son válidas en muchas ocasiones. Este paradigma debería marcar el debate sobre las nuevas propuestas.

Segunda. La psicología financiera (behavioural finance) tiene un impacto elevado en la formación de precios de activos en ciertas ocasiones: el ser humano responde más a un sistema de incentivos que a decisiones racionales y, si el sistema de incentivos es arbitrable, el interés del individuo a menudo no coincidirá con el de la organización. Este movimiento del homo economicus al ser que toma decisiones influido por incentivos y por presión psicológica será clave para entender la futura regulación.

Tercera. La política monetaria se basaba en un objetivo en la práctica de control de precios de una cesta de consumo.  Los precios de los activos eran ignorados. Sin embargo, como ya pusimos de manifiesto en la primera columna que escribimos en este medio hace año y medio (cuando hablamos de La Teoría de la Fregona), se impone un debate sobre si los bancos centrales deberían pinchar, mediante subida de tipos, las potenciales burbujas de activos, si es que éstas pueden originar una locura crediticia que potencialmente provoque una crisis bancaria. 

Cuarta. A pesar de todos los intentos de reformar el sistema financiero, su corazón se basa en generar productos complejos y oscuros que puedan ser vendidos a un margen mayor que los productos estándares. Por mucho que cambie la regulación ya verán como aparecen nuevos, exóticos y letales acrónimos en el futuro.

En palabras de un ilustrado banquero, experto en solvencia bancaria:

“Por este comportamiento, las infinitas crisis bancarias que históricamente han acaecido en el mundo nunca se han solucionado del todo. El patrón de comportamiento es el siguiente: banca asume riesgos y termina quebrando cuando el ciclo se da la vuelta; pide ayuda a Estado que acude al rescate para evitar males mayores en la economía; el Estado le pide a futuro a la banca mayor prudencia y endurece algo el control y la regulación, pero sin excesiva rigidez; una vez solucionada la crisis, el mensaje para la banca ha sido que si todo va bien gana mucho dinero y cuando se tuerzan las cosas, el Estado le rescatará, por lo que el incentivo de la misma está orientado hacia la máxima toma de riesgos (riesgo moral creciente); unos  años después, la crisis vuelve a llegar, y el Estado vuelve a rescatar a la banca, con la diferencia de que esta vez el riesgo tomado fue mayor y por ello el dinero puesto por el contribuyente para rescatarla también; el riesgo moral vuelve a crecer de modo que a lo largo de la historia, se observa que donde ha habido crisis bancarias, éstas han sido cada vez mayores con el paso del tiempo y el Estado ha tenido que aportar una proporción creciente del PIB para rescatar a la banca.  Es simplemente un tema de riesgo moral, la banca actúa con racionalidad económica (si sube gano, si baja pierden accionistas, acreedores y contribuyentes), los políticos y reguladores, con racionalidad de comportamiento.”

En 1987 los profetas acusaron (verazmente) de la crisis al trading automatizado y a la venta automática de futuros por parte de modelos una vez que saltaban límites máximos de riesgo. Cuando todas las máquinas vendieron a la vez estos futuros se produjo el famoso lunes negro. Sin embargo, hoy en día ambas técnicas no es que estén popularizadas en la gestión; son universales.  En 1987 muchas voces pidieron la separación entre banca comercial y banca de inversión, una nueva regulación de Glass Steagall, pero sin embargo lo que quedaba de esta norma fue abolido en 1999 debido a su dificultad de implementación. 

Hace falta más de un crash cambiar el mundo.

Estamos observando el final de una Era en dos áreas muy específicas: primero, la desregulación descontrolada de los mercados financieros globales; segundo, el compromiso inconsciente de recursos humanos y financieros a la titulización ha alcanzado su apogeo y se contraerá continuamente en e futuro”. Estas palabras proceden de un banquero de Wall Street entrevistado en... ¡¡¡1987!!!, unas pocas semanas después del lunes negro. Su escaso poder predictivo nos hace plantear dudas sobre las, a veces, indocumentadas profecías que hoy en día se plantean sobre el futuro financiero.