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Índice de Gestión Pública (y III)

Terminamos hoy la serie sobre el indicador deuda pública respecto del Producto Interior Bruto (DP/PIB) como baremo objetivo de la buena gestión pública. En la primera

Terminamos hoy la serie sobre el indicador deuda pública respecto del Producto Interior Bruto (DIB) como baremo objetivo de la buena gestión pública. En la primera entrega lo hicimos por áreas económicas dentro de la OCDE y vimos que aparentemente Estados Unidos lo había hecho mejor que Unión Europea en la primera crisis, la del año 2000, así como, de nuevo aparentemente, la UE lo estaría haciendo algo mejor desde el comienzo de la segunda crisis, allá por finales de 2007; también hicimos entonces una alto en el G7, las naciones líderes en innovación de la OCDE, para detenernos en el caso japonés y poder ver el punto de no retorno fiscal, que es cuando por mala gestión pública se termina en la insolvencia fiscal. En la segunda entrega analizamos los casos de la Angloesfera y los países del Este, así como sus potencialidades como mercados de exportación y en su condición de competidores nuestros. Hoy terminaremos con aquellos que lo han venido haciendo mejor y con nuestra agrupación económica; también daremos al final una indicación sobre los países a explorar como mercados objetivo de la OCDE para la exportación.

Nota Bene: en este grupo de países todos tienen en común el trabajo continuado en la reducción de la deuda pública en relación al PIB a niveles manejables, a pesar de las dos crisis económicas. En todos ellos se han producido crisis generales o sectoriales serias, desde los holandeses que venían de sufrir el mal llamado mal holandés, a los noruegos con su sector petrolero o los suecos con su sector automotriz y de telecomunicaciones, los fineses con la caída del mercado soviético y ahora con problemas en las telecomunicaciones, o los suizos con el sector financiero y antes con el industrial, algunos también han tenido burbujas inmobiliarias y problemas bancarios, como Suecia y Holanda; o incluso el caso islandés, país casi dejado a su suerte tras ser el primero en declarar fallido y a quien Gordon Brown, en uno de sus momentos de delirio megalómano, intentó aplicar la legislación antiterrorista británica. Mención especial requiere también Israel, un país que, amenazado por la guerra permanente, ha desarrollado una economía y una demografía pujante como pocos en el mundo y que consiguió hace ya tiempo la independencia presupuestaria de los Estados Unidos: si los españoles desean conocer lo que es una economía dinámica y bien gestionada, han de ir a Israel.

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Al igual que la Angloesfera, este grupo de países se dio cuenta hace más de dos décadas de los límites del Estado de bienestar y desde entonces ha tenido una aproximación sumamente pragmática al roll del estado en la Economía. Estos países son un buen ejemplo de cómo la evolución del índice DIB es un baremo objetivo de la gestión pública, ya que en distintos períodos han convivido alternativamente gobiernos de distinto signo político y cuya buena gestión en la adaptación del Estado de bienestar, un proceso que sigue vivo, ha evidenciado excelentes resultados. Adicionalmente, están enfrentando con igual racionalidad y pragmatismo el declive demográfico y los errores cometidos en el campo de la emigración. Otro aspecto de interés es que, aunque difieren entre sí en el grado de libertad económica (ver indicador), todos ellos asumen la gestión pública con la seriedad debida y por ello disfrutan los menores grados de corrupción política del planeta (ver ranking); llegados a este punto debo mencionar que el sistema de bienestar de los nórdicos, junto con una cierta idea de Europa, ha sido uno de los argumentos por el que buena parte de nuestra corrupta dirección política ha impuesto, desde la mentira, una madeja de trabas, cargas fiscales, opacidades, clientelismo, manipulaciones consentidas por los electores, vicios políticos y de gestión pública, incompetencias y corruptelas, consiguiendo con su populismo enquistarse como casta creando un estado de cosas al que debemos buena parte de la precaria situación en la que nos encontramos. 

Finalmente, para terminar con este grupo, decir que aunque individualmente son economías pequeñas, trabajadas en conjunto, como desde siempre reconocen muchas empresas en sus organigramas, son un excelente mercado de exportación de bienes de consumo siempre que se las atienda de manera profesional; hemos de pensar que suman un PIB 1,6 veces el español. Ya sé que con este Gobierno lo que voy a decir es imposible, pero lo normal sería que se diseñara un plan para que nuestra balanza corriente con esta agrupación mejorara en un 1% de nuestro PIB; algo totalmente factible, ya que todos tienen superávit comercial con el resto del mundo que en el caso de Holanda, por ejemplo, esta variable equivale a más del 6% de nuestro PIB.

El Núcleo Central de la UEM: esta agrupación, en la que se encuentra España, representa el 83% del PIB de la zona euro, equivale casi a dos tercios del de Estados Unidos y es un 23% de la OCDE. Tal vez lo más lamentable de esta agrupación es que, si no fuera por el enfoque financiero de la Angloesfera y los déficits que han aflorado por la mala gestión pública allí, podríamos decir que ésta es la peor de la OCDE. En conjunto, la gestión pública del núcleo central de la Unión Económica y Monetaria (UEM) ha estado muy por debajo de su nivel de desarrollo. En conjunto, ya han entrado en el punto de no retorno fiscal que comentábamos en la primera parte y, más allá de su desequilibrio demográfico, el riesgo de que entren en una situación a la japonesa (antes del terremoto y el tsunami, claro) es realmente alto.

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Desde los tiempos de François Josué Alaich Maurice Adrien Sonry Marie Govinda Mitterrand Deevon (no es una broma), el eje franco-alemán ha embriagado a esta parte de la Unión Europea de unas formas de gestión insensatas cuya mejor muestra es los mínimos crecientes que el ratio DIB muestra en la gráfica. Portugal ha replicado el ratio franco-alemán casi todos los años y es simplemente insolvente; Alemania tiene cierta excusa por la reunificación pero pensemos que los déficits ocultos de la mala gestión que se hace del eurosistema (ver caso irlandés), del cual es el mayor responsable, no han terminado de aflorar; Francia está fiscalmente exhausta y, como a Alemania, la salva el balance de su sector privado global. En España, donde nuestro presidente habrá casi duplicado la deuda tras hacer sus cálculos basados en analogías irracionales, han empezado a aflorar sus déficits ocultos y ya va camino de tener más DIB que en 1995, año de su primera crisis de financiación reciente, eso suponiendo que se crean los datos de deuda y PIB que nos da nuestro Gobierno, claro. Bélgica, el país que acoge a los euro-saurios de la eurocracia (último estadio involutivo de nuestra casta política) de la UE, que venía haciendo un esfuerzo realmente notable, va camino de la implosión como nación por la locura megalómana de sus nacionalistas. Finalmente Italia, que a pesar de haber hecho una gestión peor que la belga había conseguido algunas mejoras de su ratio DIB; la segunda crisis ha vuelto a dejarla en una situación crítica. Tal vez el mejor ejemplo de la mala gestión pública de este grupo es que, siendo entre cuatro y seis personas las que han de ponerse de acuerdo, no hay manera de que lo consigan por su dependencia de unos mecanismos y unos equipos de decisión incompetentes en los que se sienten a gusto y de los que son rehenes.

He incluido en este grupo a Corea del Sur, país que disputó en su momento a España la candidatura al G8 (años locos), como ejemplo de buena gestión pública de una economía que, como muchas de esta agrupación, es una potencia exportadora, y porque pareciera que se han de vivir situaciones muy críticas, como la de la península de Corea, para hacer las cosas bien. Sabemos que no es así, pues hoy hemos visto como la primera agrupación de países, donde, salvo el caso de Israel y su estado de guerra permanente, el resto ha sabido sanear sus finanzas públicas a pesar de las dificultades, de forma que, atribuir a la Crisis Internacional situaciones críticas de financiación es simplemente una mentira política.         

Finalmente, dejo a aquellos lectores interesados en explorar países objetivo de la OCDE para la exportación los enlaces a dos tablas: la primera (enlace) con un ranking según el ratio DIB que pienso es de utilidad para productores de bienes de equipo, y la segunda tabla (enlace) cuya utilidad es mayor para productores de bienes de consumo y que ordena los países según han reducido en mayor medida su ratio DIB. 

*Luis Riestra Delgado es economista.

Terminamos hoy la serie sobre el indicador deuda pública respecto del Producto Interior Bruto (DIB) como baremo objetivo de la buena gestión pública. En la primera entrega lo hicimos por áreas económicas dentro de la OCDE y vimos que aparentemente Estados Unidos lo había hecho mejor que Unión Europea en la primera crisis, la del año 2000, así como, de nuevo aparentemente, la UE lo estaría haciendo algo mejor desde el comienzo de la segunda crisis, allá por finales de 2007; también hicimos entonces una alto en el G7, las naciones líderes en innovación de la OCDE, para detenernos en el caso japonés y poder ver el punto de no retorno fiscal, que es cuando por mala gestión pública se termina en la insolvencia fiscal. En la segunda entrega analizamos los casos de la Angloesfera y los países del Este, así como sus potencialidades como mercados de exportación y en su condición de competidores nuestros. Hoy terminaremos con aquellos que lo han venido haciendo mejor y con nuestra agrupación económica; también daremos al final una indicación sobre los países a explorar como mercados objetivo de la OCDE para la exportación.

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