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El mejor acuerdo, en el mejor momento

Se trata del mejor acuerdo posible en el mejor momento, que debe ahora desarrollarse plenamente en los sectores y en las empresas

Foto: El presidente de Cepyme, Gerardo Cueva, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, el secretario general de CCOO, Unai Sordo, y el secretario general de UGT, Pepe Álvarez. (EFE/Sergio Pérez)
El presidente de Cepyme, Gerardo Cueva, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, el secretario general de CCOO, Unai Sordo, y el secretario general de UGT, Pepe Álvarez. (EFE/Sergio Pérez)

El nuevo Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) no puede llegar en mejor momento, y constituye una inyección de confianza y racionalidad económica de enorme valor en el contexto actual, poniendo en valor una vez más el diálogo social como mecanismo privilegiado para ofrecer soluciones eficientes a problemas complejos colectivos.

Es cierto que nuestro país se encuentra, en términos generales, en una buena situación económica, con la actividad creciendo a una tasa tres veces superior a la media de la eurozona, registrando máximos históricos de afiliación mes tras mes y afianzando el salto de calidad del empleo que se ha producido con la reforma laboral de 2021 —otro cambio esencial que vino de la mano del acuerdo social—. Pero, pese a este positivo escenario, existen circunstancias que están impidiendo que la bonanza del empleo y de la mayoría de las empresas se esté trasladando a la calidad de vida de los trabajadores y las trabajadoras.

Tras una terrible pandemia de impacto demoledor y con una guerra en el seno de Europa que generó enormes tensiones en los precios de la energía, la incertidumbre por el devenir de los acontecimientos sigue atenazando decisiones de gasto e inversión muy importantes para la consolidación de una senda de progreso de medio y largo plazo. Pese a haberse moderado algo en los últimos meses, la inflación sigue elevada, y se está comiendo buena parte del presupuesto de los hogares, especialmente de los más vulnerables, a pesar de que las medidas adoptadas por el Gobierno han tenido un efecto positivo. Además, el brusco aumento de tipos de interés que está llevando a cabo el Banco Central Europeo encarece el coste de las hipotecas y del acceso al crédito para el consumo y la inversión, lastrando aún más el crecimiento y dificultando a las familias llegar a fin de mes.

A todo ello se añade que los salarios no están creciendo en consonancia con la situación de las empresas y con el peso de nuestro país en el mundo, debido a la existencia todavía de desequilibrios en la negociación colectiva y a la reticencia de las empresas ante la amenaza de que se pudiera producir un nuevo aumento de costes energéticos o de otras materias primas. Los empleos están siendo cada vez más estables, gracias a las medidas introducidas por la reforma laboral, y la mayoría de las empresas están obteniendo notables beneficios, pero los salarios no están caminando de la mano, lastrando nuestras capacidades de desarrollo como país y la propia productividad de las empresas. Hay un problema claro de distribución de la renta producida, que está siendo muy desequilibrada. Por eso los sindicatos nos hemos movilizado desde hace meses, para que se desbloqueara esta injusta situación, aumentando progresivamente la presión.

Foto: Los sindicatos aumentan las movilizaciones para subir los salarios. (Efe)

Todo esto va a mejorar con el acuerdo alcanzado, que recupera la larga tradición de pactos entre las organizaciones sindicales y empresariales más representativas de nuestro país, con criterios consensuados para la firma de los convenios, estableciendo referencias útiles para los negociadores y reduciendo, por tanto, la conflictividad en las empresas.

En esta ocasión, en el ámbito salarial, el acuerdo recoge aumentos del 4% en 2023 y del 3% en 2024 y 2025, incluyendo una cláusula de revisión de hasta el 1% en el caso de que el IPC crezca por encima de estos dígitos. Son aumentos razonables, que tienen muy en cuenta la incertidumbre mencionada, pero también que la construcción de una economía más productiva y enriquecedora solo es posible con salarios dignos, que permitan ganancias de poder de compra y una progresiva mejora de la calidad de vida de las personas trabajadoras. Por eso, los incrementos fijados en el acuerdo están ligeramente por encima de las previsiones actuales de aumento de precios para el periodo de su vigencia, incluyendo además la mencionada cláusula de revisión, que supone una garantía necesaria frente a una posible desviación de los precios por encima de lo pactado.

Foto: Unos camareros en un bar de San Sebastián. (EFE/Juan Herrero)

En este punto, es importante recordar que el acuerdo no es en absoluto limitativo, sino que establece criterios generales que deben adaptarse en cada ámbito para adecuarlo a sus condiciones económicas específicas. Porque no se trata de limitar la autonomía de los negociadores, sino muy al contrario, de potenciarla, facilitando bases y recomendaciones razonables y útiles de partida. Por eso, donde la situación sea boyante, los salarios deberían crecer más.

En todo caso, y aunque sea una parte muy importante del mismo, el AENC no es solo un acuerdo salarial, sino que recoge también recomendaciones relevantes sobre temas absolutamente cruciales para el buen desarrollo de las relaciones laborales como la contratación, llamando a la correcta utilización de los fijos discontinuos —que tan buen resultado están dando— o a la potenciación del contrato de relevo; la ordenación del tiempo de trabajo, favoreciendo un cómputo flexible de la jornada para fomentar la conciliación; la formación y recualificación profesional, potenciando la conversión de contratos formativos en indefinidos, o la igualdad, instando a las empresas a establecer medidas que favorezcan la contratación de mujeres, sobre todo en sectores y ocupaciones donde estén infrarrepresentadas, por citar algunos ejemplos destacables.

Foto: Foto: Unsplash/@tanner. Opinión

Haciéndose eco de las nuevas tendencias, el acuerdo también ofrece criterios sobre cuestiones más novedosas para las relaciones laborales que se han venido desarrollando de manera acelerada desde la pandemia, y que precisan de su buen gobierno para que enriquezcan el empleo y no se utilicen para precarizarlo más. Entre estas, se encuentran el teletrabajo, fijando orientaciones para lograr una delimitación de obligaciones y derechos más precisa; la desconexión digital, garantizando la misma, e incluso la inteligencia artificial, instando a que su despliegue se realice de manera transparente, negociada y segura, siempre con pleno control humano.

En definitiva, se trata del mejor acuerdo posible en el mejor momento, que debe ahora desarrollarse plenamente en los sectores y en las empresas. A eso nos obligamos las organizaciones firmantes. El diálogo social, una vez más, ha estado a la altura. Toca ahora que el resto de políticas también lo estén.

*Pepe Álvarez, secretario general de UGT.

El nuevo Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) no puede llegar en mejor momento, y constituye una inyección de confianza y racionalidad económica de enorme valor en el contexto actual, poniendo en valor una vez más el diálogo social como mecanismo privilegiado para ofrecer soluciones eficientes a problemas complejos colectivos.

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