España iluminada y cumpleaños del régimen del 78

Con hambre de goles españoles en Qatar 22 y la satisfacción de compararnos ventajosamente con lo que ocurre por esos mundos, celebramos el cumpleaños de la Constitución. Un 44 aniversario iluminado con las tradicionales luces de la Navidad. Por cierto, recomiendo la iluminación de Zamora, mucho más creativa que la de Madrid, la de Vigo, la de Málaga.

¿Pasión de zamorano? Pues claro, pero no solo.

En nada se parece la expansiva España poscovid de 2022 a la España de 2010 en la Europa restrictiva de entonces. Aquel regalo envenenado que Rodríguez Zapatero endosó a Rubalcaba para ventear el estribillo —sin querer, se supone— de que la derecha (Rajoy, en este caso) siempre viene a tapar los agujeros inferidos por la izquierda a la economía del país.

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Ahora soplan otros vientos, con un sistema financiero muy capitalizado (fueron claves las provisiones durante la pandemia) y una Europa dispuesta a tirar la casa por la ventana. Ya nos han dicho los expertos que esta España iluminada consume, se va de puente y resiste la presión inflacionista gracias a un contexto más acogedor ¿Cuál es el secreto?

Por un lado, el ahorro de las familias, con bajísimos índices de impagos (el Estado es otra cosa). Por otro, la Europa generosa que, a diferencia de lo ocurrido con el corsé restrictivo de hace 10 años, ha apadrinado los ERTE, los créditos ICO y los fondos Next Generation.

Podríamos hablar también de la deuda pública Next Generation. Serviría para recordarnos que la economía española funciona con pólvora del rey, incluido el aumento de inesperados ingresos fiscales a causa de la inflación. A diferencia de las empresas, que están desendeudadas, el Reino de España debe mucho más de lo que produce, en torno al 116% del PIB.

Pero esperemos una mejor ocasión para helarles la sonrisa a los millones de ciudadanos que celebran viajando el puente interminable de la Constitución y la Inmaculada. No se trata de amargarles la fiesta. Y si la clase política pasa sobre el problema de la deuda pública, como los gatos sobre las ascuas, no vamos a chamuscarnos los demás. Y menos en vísperas de celebrar el cumpleaños del régimen político más largo, más pacífico y fecundo de la historia de España.

Que las documentadas advertencias del filósofo José Antonio Marina ante la creciente desconfianza en el sistema democrático sirvan para salir ganando en las comparaciones. Sin perder la comba de la actualidad, con los autócratas de la Rusia invasora de países soberanos, el Irán de las mujeres esclavizadas o la China de los millones de personas inmovilizadas en aplicación de la llamada política de covid cero. Tres países en riesgo de guerra civil por la humana aversión a las tiranías que está vigente también donde mandan los malos.

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En España, al menos, el malestar de la opinión pública por lo que hace o deja de hacer su clase dirigente se acaba remitiendo a los plazos tasados por la Constitución para acudir a las urnas, a sabiendas de que nuestra personal cuota de asentimiento o reprobación será tenida en cuenta.

Sin que, mientras tanto, en contra de lo que dice Díaz Ayuso, nos arriesguemos a que Sánchez transforme el régimen del 78 en una tiranía y acabe metiendo a la oposición en la cárcel. Por seguir en el poder sin salirse de la Constitución, mejor servicio le hará evitar el descarrilamiento de la economía y recomponer el síndrome balcánico instalado a la izquierda del PSOE.