Al Grano
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Mazón no vence ni convence
Extraña propuesta del presidente, que se ofrece como prenda de la recuperación. No volverá a ser candidato si fracasa su plan: 136 medidas de ayudas y una remodelación 'ad hoc' del 'Consell'
Después de dos horas y media de frío discurso, más descriptivo que resolutivo, más exculpatorio que autocrítico, el presidente de la Comunidad Valenciana formuló ayer una extraña propuesta. Se ofrece como prenda de una eventual recuperación de vidas y haciendas en la zona arrasada por el fango. Canjeable por su renuncia a repetir de candidato si fracasa su plan de retorno a la normalidad para el que pidió la colaboración del Gobierno central y la de otros partidos: 136 medidas de ayudas a los afectados y una remodelación ad hoc del Consell, 16 días después de la tragedia del 29 de octubre en más de 70 municipios de la provincia de Valencia.
Solo su correligionario político (PP), Juan Francisco Pérez Llorca, le compró la propuesta. Y a media salida se quedó el portavoz de Vox, José María Llanos, que habló de la "incompetencia" de Mazón y la "negligencia criminal" de Sánchez, amén de utilizar su turno para arremeter contra el Estado de las Autonomías y el Gobierno de la nación.
A la izquierda del hemiciclo, le declararon máximo responsable de la tragedia, antes de indicarle la puerta de salida. Incondicional e inmediata, en el caso de Baldoví (Compromís). O negociada, según José Muñoz (PSOE). Reclamó este de la dirección nacional del PP la inmediata destitución de un presidente "acorralado por sus mentiras" con el compromiso socialista de apoyar a un sustituto de perfil técnico que convoque elecciones en 2025 después de culminar la recuperación.
Aparte de las mencionadas propuestas de cada bando, la derecha valenciana en el Gobierno y la izquierda en la oposición, del pleno de ayer en el parlamento autonómico, salimos con cabeza caliente y pies fríos. Volquete de números sin alma. Música de violines en el selectivo relato de Mazón: "El plan nace de la voluntad y la esperanza del pueblo valenciano". "El pueblo valenciano no pide favores, pide justicia". Pero minutos después, vuelta a la reyerta, con el paso de los cuatro portavoces por el atril. Desalentadora conclusión para la opinión pública: las energías de los actores del drama se centraron más en buscar culpables de lo que ocurrió que en encontrar recetas para que no vuelva a ocurrir.
Nada nuevo en ese sentido, una vez escuchado el consabido discurso del interpelado, que lo hizo casi todo bien frente a la furia de los elementos naturales, salvo algunas cosas de las que todo el mundo habla. Mazón culpó a terceros en doble perspectiva remota e inmediata. Una, el anterior Gobierno de la Comunidad Valenciana (socialista, claro) por anteponer la ley de la huerta al saneamiento de la rambla del Poyo. Y otra, el "apagón informativo" de la Confederación Hidrográfica del Júcar por facilitar datos de forma "fragmentada, inexacta y tardía". Con dedicatoria especial al "lento avance de las ayudas prometidas" por Moncloa. Eso sí, arropado en el manido argumento analgésico de que no se trata de hurgar en lo que pasó sino de que no vuelva a pasar.
De ahí sus continuas apelaciones a la unidad y la cooperación de todas las administraciones porque "no es tiempo de divisiones". Sin sentirse culpable de haber jibarizado la Unidad de Emergencias heredada del precedente Gobierno de la Generalitat. O de su propio apagón informativo. El de su desaparición de la tarde del día 29 en un reservado donde Mazón compartía mesa y mantel con una presentadora de televisión, mientras se abría la luctuosa cuenta de muertos por la avalancha del fango.
Un reproche perfectamente compatible, que nadie se engañe, con la asignación de culpas en la otra dirección: la del tacticismo del Gobierno de Sánchez en la fase inicial de la tragedia, cuando Moncloa decidió permitir que Mazón se ahogara políticamente en su incapacidad. O la que apunta a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, máxima responsable de la información meteorológica e hidrológica. También por dejación de funciones. Si a uno la tragedia le pilló de sobremesa en un restaurante, a la otra le pilló preparando su salto a un alto cargo en la UE, mientras del rey abajo, otros del bando propio o del ajeno, daban la cara para que se la partieran. Debió entender Ribera que era prioritario demostrar su idoneidad como futura vicepresidenta de la Comisión Europea, mientras se acumulaban los féretros en la Ciudad de Justicia de Valencia.
Ayer se la jugó Mazón en las Cortes Valencianas con escaso éxito. Y el miércoles que viene se la juega la ministra en el Congreso, donde, me temo, ella también piensa exculparse.
Después de dos horas y media de frío discurso, más descriptivo que resolutivo, más exculpatorio que autocrítico, el presidente de la Comunidad Valenciana formuló ayer una extraña propuesta. Se ofrece como prenda de una eventual recuperación de vidas y haciendas en la zona arrasada por el fango. Canjeable por su renuncia a repetir de candidato si fracasa su plan de retorno a la normalidad para el que pidió la colaboración del Gobierno central y la de otros partidos: 136 medidas de ayudas a los afectados y una remodelación ad hoc del Consell, 16 días después de la tragedia del 29 de octubre en más de 70 municipios de la provincia de Valencia.
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