Es noticia
Guardianas de la memoria
  1. España
  2. Andalucía
María José Caldero

Los lirios de Astarté

Por

Guardianas de la memoria

Pioneras, emprendedoras, inspiración de otras que vinieron después. A todas ellas, las primeras fotógrafas, va este humilde homenaje

Foto: La portada del libro 'Andaluzas tras la cámara'. (EC Diseño)
La portada del libro 'Andaluzas tras la cámara'. (EC Diseño)

Un instante fugaz congelado. Una pausa del tiempo. Un arañazo incómodo. Un viaje al pasado. Un pasaporte a la eternidad. Una declaración de intenciones. Un ejercicio de honestidad. Un clamor de justicia. En un daguerrotipo, una tarjeta de visita o una placa relámpago.

No sé en qué momento fui consciente de mi amor por la fotografía, solo sé que mis ojos se detienen en un punto y mi mente crea una instantánea, única e irrepetible porque ambas somos hijas del tiempo que va modelando nuestra existencia con su avance inexorable.

Foto: Alumnas emprendedoras del Colegio SAFA Écija.

Ha pasado el ocho de marzo bajo los focos de una actualidad política que va manchando todo lo que toca, aunque una servidora se niega a desposeer de su simbolismo original una fecha que, por desgracia, sigue estando marcada en el calendario.

Ante lo insustancial de soflamas pseudofeministas, me gusta conocer la historia de mujeres que abrieron caminos con su trabajo.

Pioneras, emprendedoras, inspiración de otras que vinieron después.

Olvidadas todas.

Esta semana ha llegado a mis manos un interesantísimo libro que pretende rescatar del olvido a todas aquellas mujeres que, nacidas o no en Andalucía, se pusieron tras una cámara de fotos para convertirse en guardianas de la memoria de su tiempo: Andaluzas tras la cámara. Fotógrafas en Andalucía 1844-1939 del fotógrafo cordobés Antonio Jesús González Pérez y editado por la anterior Consejería de Cultura dirigida por Patricia del Pozo.

En un siglo especialmente misógino como el XIX, la fotografía se convirtió en un camino profesional abierto a las mujeres. Se trataba de una disciplina novedosa que no contaba con una formación reglada y su acceso no estaba condicionado por normas y reglas impuestas por gremios o colegios profesionales lo que facilitaba la incorporación de la mujer para ejercerla profesionalmente, aunque durante mucho tiempo tutelada y supeditada a la figura de un hombre.

Foto: Pepa Rosado, Paqui Gutiérrez, Sara Oñate y Noelia Gutiérrez, en Málaga. (Fernando Ruso)
TE PUEDE INTERESAR
La revolución de la mujer andaluza en tres generaciones: del campo a las aulas
Isabel Morillo. Sevilla Vídeo y fotos: Fernando Ruso

Hace cuatro siglos que el inquieto Leonardo Da Vinci ilustra por primera vez la cámara oscura, el fundamento óptico de la fotografía. Tendremos que avanzar el reloj de la historia hasta el primer tercio del siglo XIX para que Niépce y Daguerre le den forma al gran descubrimiento tecnológico de la centuria escenificado en la presentación del daguerrotipo en el Parlamento francés en agosto de 1839. A partir de esa fecha, la nueva disciplina va a ser objeto de constantes investigaciones que marcarán una evolución trepidante hasta convertirla en un testigo fundamental de nuestra propia evolución como sociedad.

Será en este lejano 1839 cuando Constance Talbot, esposa del inventor del calotipo, se convierta en la primera mujer en realizar una fotografía, aunque la primera gran maestra fotógrafa será la británica Anna Atkins, una botánica que recogió en un libro fotografías de las especies que estudiaba, convirtiéndose este ejemplar en el primer fotolibro de la historia.

¿Cómo llega la nueva y revolucionaria disciplina a Andalucía?

Será una suiza, Madame Traschler Fritz, la que se convierta en la primera fotógrafa activa en nuestra comunidad. Había llegado a Córdoba en 1844 ofreciendo sus servicios como retratista por 60 reales el retrato, un precio solo al alcance de las clases altas de la sociedad, aunque más económico que un retrato pictórico. Madame Fritz ofertaba varios tipos de retratos, incluso coloreados, actividad está de colorear que estuvo con frecuencia en manos de mujeres por considerarse un trabajo más delicado y apto para ellas. Lo de ponerse al otro lado de la cámara era harina de otro costal, aunque también fue un campo que se conquistó.

placeholder Tarjeta comercial que utilizaba Joaquina Mayor para dar a conocer sus trabajos.
Tarjeta comercial que utilizaba Joaquina Mayor para dar a conocer sus trabajos.

Madame Fritz va a romper esquemas, moldes y estereotipos en el difícil siglo XIX en España, aunque contaba a su favor el tener una nacionalidad extranjera que le otorgaba cierto prestigio.

Va a ser una malagueña, Joaquina Mayor Baro, la que cuente con el honor de ser la primera fotógrafa andaluza. Casada con un miembro de la prestigiosa saga de fotógrafos Lorichon, a la muerte de su esposo se hace cargo del estudio fotográfico ofreciendo retratos “con la perfección de siempre y a precios arregladísimos” en un anuncio de la prensa local en 1860. Joaquina realiza retratos de estudio de gran elegancia y calidad técnica en tamaño de tarjeta de visita, muy solicitados, en papel de albúmina y pegados en un cartón en cuyo dorso aparecía la firma del estudio: Viuda de Lorichon.

Foto: Una mujer cruza el Guadalquivir en su camino hacia El Rocío. (EFE/Román Ríos) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Río de plata
María José Caldero

Viuda de, esposa de, hija de. Mujeres independientes y solventes cuya visibilidad seguía supeditada al hombre, incluso tras su fallecimiento.

En Sevilla será una filipina, Laurencia Simon Berard, una de las primeras mujeres en ejercer de fotógrafa. Lo hará en el estudio de su marido, Luis Leon Masson y Bené quien, en los habituales anuncios publicitarios en la prensa anuncia que “…la Sra. de Luis retrata también a señoras”. Muy listo el francés buscando un nicho de mercado entre las castas damas de la sociedad sevillana que, sin duda, preferirían ser retratadas por una mujer.

En Almería hay un nombre destacado que no es otro que el de Amalia López, quien va a desarrollar una importante carrera profesional como fotógrafa en su estudio de la calle Obispo Arquellada en Jaén. Ella sí firma sus trabajos, desde elegantes retratos con cuidadas poses y composiciones de grupos, hasta vistas fotográficas urbanas, como una espectacular fotografía de la catedral de Jaén, que la lleva a hacer trabajo de calle. Me emociona imaginarla vestida de época, con sus artilugios fotográficos, buscando la mejor vista de la bellísima catedral.

Foto: Interior de la iglesia de Santa Paula. (Alamy/Felipe Rodríguez) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Azúcar para las heridas
María José Caldero

En el último tercio del siglo, coincidirán en Sevilla hasta cuatro retratistas con estudio propio: Pastora Escudero, María Velázquez, Ana López y Mesa y Concepción Villegas. Aportan las cuatro la visibilidad de una mujer trabajadora e independiente realmente importante en la sociedad de la época.

De nuevo en Málaga encontramos una pionera en la figura de Sabina Muchart, una gerundense pero malagueña de adopción, que se convertirá en la primera fotoperiodista española y en figura fundamental de la modernísima prensa gráfica (nacida en 1891 con el semanario ‘Blanco y Negro’). Además, va a ser Sabina figura principal en la fotografía de postales y va a retratar a lo más selecto de la sociedad malagueña con un estilo inigualable e inconfundible.

La egabrense Elvira Ruiz, ganadora del primer premio nacional Kodak en 1930, posa junto a su amada cámara de fotos. Jovencísima, se apoya en ella, la otra mano en la cintura, sus piernas cruzadas, una bata de laboratorio completa su atuendo. Y su mirada, la mirada de quien es guardiana de la memoria.

A todas ellas, son muchas más, va este humilde homenaje de quien sigue viendo la vida a golpe de disparador.

Un instante fugaz congelado. Una pausa del tiempo. Un arañazo incómodo. Un viaje al pasado. Un pasaporte a la eternidad. Una declaración de intenciones. Un ejercicio de honestidad. Un clamor de justicia. En un daguerrotipo, una tarjeta de visita o una placa relámpago.

Sevilla