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La torre de cristal de Sánchez: nadie de su equipo se atreve a decirle la verdad
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Nacho Cardero

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La torre de cristal de Sánchez: nadie de su equipo se atreve a decirle la verdad

El presidente fía la recuperación en las encuestas a la cumbre de la OTAN y a unos fondos Next Generation que se parecen cada vez más al cuento de Pedro y el lobo

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el candidato del PSOE a la presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Espadas. (EFE/Julio Muñoz)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el candidato del PSOE a la presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Espadas. (EFE/Julio Muñoz)
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Nadie se atreve a cantarle las verdades del barquero. Nadie le dice que las generales se están poniendo cuesta arriba, que no puede confiar únicamente en su manual de resistencia, que Andalucía es la comunidad más poblada de España y la que mejor luce prosapia socialista, que uno puede seguir caminando aunque le hayan amputado una pierna, como ha ocurrido este 19-J, pero que se olvide de jugar al fútbol y más aún de ganar la Champions. No se trata de un problema de comunicación, que también, sino de personalismo. Sánchez vive enclaustrado en su torre de cristal. Ni habla, ni ve, ni escucha.

El presidente fía la recuperación en las encuestas a la cumbre de la OTAN —como si con la mera presencia de Biden y Stoltenberg fuera a bajar a la factura de la luz— y a unos fondos Next Generation que se parecen cada vez más al cuento de Pedro y el lobo.

La ejecutiva de Ferraz transcurrió este lunes con más pena que gloria y prácticamente sin ninguna autocrítica, como es habitual, a pesar de la debacle socialista en Andalucía. Lo que se dice un paripé. “Por no votar, es que no nos han votado ni los concejales de nuestro partido en estas elecciones”, comentaba irónico un dirigente del PSOE.

Unas palabras en las antípodas de las desternillantes declaraciones de Adriana Lastra, para quien la arrolladora victoria de Moreno Bonilla tiene su origen en los "ingentes recursos aportados por el Gobierno de España" a Andalucía. Lo dijo y se quedó tan pancha. Igual que Felipe Sicilia tras la ejecutiva. Solo algunos barones, como Javier Lambán (Aragón) o Adrián Barbón (Asturias), exigieron moderación y "una reflexión profunda".

Foto: El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, junto a la presidenta del partido, Cristina Narbona, y la vicesecretaria general, Adriana Lastra, este lunes durante la ejecutiva socialista. (EFE/Sergio Pérez)
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Óscar López y Antonio Hernando, arietes de la guardia de corps monclovita, enfrentados ambos con Félix Bolaños, tienen buena parte de culpa de la burbuja en la que se ha instalado el presidente del Gobierno. Los dos están muy lejos de mostrarle la realidad tal cual es. Le dicen una cosa, aunque luego piensen lo contrario.

Actúan así, malician sus compañeros, por una cuestión de complejo, pues tanto López como Hernando llegaron a sus actuales puestos de prestado, gracias a la magnanimidad de Sánchez, que se sintió despreciado por ellos y ahora los repesca bajo el pacto tácito de que no sacarán los pies del tiesto, de que le dirán solo aquello que él quiere oír y si alguna vez hay que sacrificarlos, pues se hará, como con Iván Redondo, y aquí paz y después gloria.

El PSOE se equivocó en la elección del candidato. Por la pobre popularidad de Juan Espadas entre los andaluces y por ser alcalde de Sevilla, ejemplo poco representativo de la diversidad de la comunidad. Espadas, además, es el resultado de la batalla que se libró para desbancar a Susana Díaz del trono, una batalla que se midió en términos orgánicos y no tanto electorales. De aquellos barros vienen estos lodos.

Tampoco, es verdad, ha sabido proponer un proyecto alternativo para la comunidad. Su argumentario se ha limitado a demonizar a Vox. Todo un error de libro, pues al final le ha hecho la campaña a Moreno Bonilla. Cada vez que decían “no votéis a Olona”, el del PP sumaba un escaño porque era el único que podía frenar a los de Abascal. Se han pasado el grueso de la campaña pidiendo el voto útil para el PP sin darse cuenta de ello.

Foto: Sánchez afronta con pesimismo el 19-J. (EFE/Fernando Alvarado)

El 19-J supone el mayor fracaso para las izquierdas, en genérico. No solo para el PSOE. También para Sumar, la plataforma neonata de Yolanda Díaz. Faltan minutos para que su antecesor morado en el Ejecutivo, Pablo Iglesias, empiece a cargar contra ella (y contra Errejón) por los malos resultados del domingo en la que será la enésima noche de los cristales rotos en el flanco morado. Y ya llevamos unas cuantas.

Pero lo peor para las izquierdas está por llegar. No es tanto Andalucía como el resto de comunidades y, en especial, la valenciana, la siguiente en el tablero de juego. Allí, la vicepresidenta, Mónica Oltra, ha sido imputada por el TSJ por abandono de menor, prevaricación y omisión de comunicar un delito en el caso de los abusos a una menor tutelada por el que ha sido condenado su exmarido. La Comunidad Valenciana es la mayor de las regiones donde gobierna el PSOE y Oltra, el principal sostén en el que se apoya Díaz para el lanzamiento de su plataforma.

Foto: Ximo Puig y Oltra, separados por una mampara en las Cortes Valencianas en plena pandemia. (EFE/Kai Försterling)

Ximo Puig tiene un problema y, por ende, Pedro Sánchez. La inercia de los comicios andaluces más el escándalo de la vicepresidenta, injustificable hasta para los votantes de izquierdas, que denuncian la impostura y la falta de escrúpulos de la de Compromís, obligarán al presidente valenciano a tomar cartas en el asunto de forma urgente.

Se distinguen tres círculos de responsabilidad. El primero atañe al ámbito personal, donde Oltra, lejos de dar un paso atrás y abandonar, se ha burlado de la opinión pública, tal y como se vio el pasado fin de semana. El segundo ámbito tiene que ver con el orgánico. Así las cosas, Compromís celebrará su ejecutiva este miércoles y podría indicar a su compañera el camino de salida, cosa poco probable. El tercero y último afecta directamente al Govern. Si Oltra y sus compañeros de formación se enrocan, a Puig no le quedará más remedio que cesarla. Por su propia supervivencia… y por la de Sánchez.

Nadie se atreve a cantarle las verdades del barquero. Nadie le dice que las generales se están poniendo cuesta arriba, que no puede confiar únicamente en su manual de resistencia, que Andalucía es la comunidad más poblada de España y la que mejor luce prosapia socialista, que uno puede seguir caminando aunque le hayan amputado una pierna, como ha ocurrido este 19-J, pero que se olvide de jugar al fútbol y más aún de ganar la Champions. No se trata de un problema de comunicación, que también, sino de personalismo. Sánchez vive enclaustrado en su torre de cristal. Ni habla, ni ve, ni escucha.

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