Compromís también quiere zamparse a Podemos a lomos de Yolanda Díaz

¿Por qué Yolanda Díaz ha adelantado la presentación de su candidatura justo al fin de semana previo al inicio de la precampaña del 28-M? La respuesta solamente puede entenderse como el reconocimiento de que Sumar, el proyecto político de la vicepresidenta del Gobierno, sí estará presente implícitamente en la urna de las próximas elecciones municipales. Lo hará, en el caso de las tres principales capitales españolas (Madrid, Barcelona y Valencia), a través de las confluencias con las que confía en concurrir en diciembre a la cita de las generales: Más Madrid, Els Comuns y Compromís.

Pudo verse este domingo en la disposición de invitados al acto del madrileño polideportivo de Magariños. Díaz ha decidido prestar su imagen y su capital político a las Rita Maestre y Ada Colau y a Joan Ribó. Hoy por ti, mañana por mí. Los tres andan necesitados de vitaminas: Maestre, porque no hay encuesta que la sitúe en la alcaldía de Madrid, pese a haber consolidado ya el sorpasso al PSOE en la capital de España. Colau y Ribó, porque corren un serio riesgo de perder la vara de mando el último domingo de mayo: la primera por el crecimiento del PSC de Jaume Collboni, el segundo por un probable vuelco hacia la derecha en favor de la popular María José Catalá.

Habrá que ver qué papel va a jugar la lideresa de Sumar en la avalancha de mítines y actos políticos que vienen y si bajará a la arena para dar cobertura a candidatos que compiten directamente con Podemos por el electorado a la izquierda de los socialistas. En ese mercado tan concentrado, cada vez tienen menos espacio municipal y autonómico los morados, autoexcluidos de la foto con Sumar a la espera del acuerdo de primarias que no termina de llegar. Sin los ministerios de Igualdad y Asuntos Sociales de Irene Montero e Ione Belarra y los escasos puestos institucionales en contados territorios, cabría preguntarse si Podemos sería a estas alturas algo más que Pablo Iglesias pontificando desde la atalaya de su micrófono.

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En la Comunidad Valenciana, Podemos ya se quedó en 2019 sin el mínimo apoyo elecotoral necesario para tener representación en el Ayuntamento de Valencia. Gran parte de los votos de 2015 de la franquicia València en Comú terminaron repartidos entre Compromís y PSPV-PSOE. La duda que recorre ahora los mentidores políticos locales es si logrará mantener el listón del 5% y la presencia en las Cortes Valencianas en las autonómicas. Su candidato Héctor Illueca, vicepresidente segundo y conseller de Vivienda, está convencido de que cuenta con los sufragios necesarios para salvar cinco o seis escaños de los ocho que obtuvo hace cuatro años y, con ellos, garantizar un tercer Consell del Botànic. No debería confiarse. Compromís hace tiempo que tiene entre ceja y ceja tratar de zamparse el mayor número de papeletas moradas posibles.

Opinión

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Los valencianistas pusieron en circulación la semana pasada un estudio electoral elaborado a partir de un trabajo de campo de GfK. La estimación de voto, con Compromís por encima de 2019 (18%-20%), resultaba poco creíble. Pero más allá de la cocina recalentada, su demoscopia dice que hay un corrimiento de voto desde la izquierda hacia la derecha. El PSPV-PSOE sube algo, pero no tanto como los socialistas valencianos esperaban, porque una parte de su electorado, entre el 7% y 8%, está haciendo el viaje de cambiar de bloque y pasándose al Partido Popular, producto de las tendencias nacionales. Se augura una foto finish de infarto. El aumento de los de Puig viene de lo poco que absorben de Ciudadanos y de parte del electorado progresista que apostó por la marca personal de Mónica Oltra hace cuatro años. Hay que tener en cuenta que en 2019, cuando las autonómicas coincidieron con las generales, Oltra le 'robó' a Puig algo más de 100.000 votos. Miles de votantes pusieron el mismo día la papeleta de Sánchez para el Congreso y la de Compromís para las Cortes Valencianas.

Pero Oltra no solamente ya no está, sino que las mismas encuestas de los valencianistas detectan que ya nada sería igual en caso de regreso. Es fuerte la tentación de seguir pescando en Unidas Podemos para intentar compensar la pérdida de su lideresa, aun a riesgo de dejar a los morados fuera del reparto de escaños y complicar la mayoría de izquierdas. La última bala del revolver es regalarle un puesto en la lista autonómica a Rosa Pérez, la coordinadora de Esquerra Unida-IU, que sigue sin cerrar el acuerdo con Podemos para concurrir juntos y salvar el 5%. Pérez ya ha preguntado a los de Joan Baldoví si dispondría de esa ventana de emergencia en el caso de no alcanzar un pacto con los de Illueca. Para Compromís sería jugar otra vez a la ruleta rusa: integrar a EU pero dejar morir a Podemos y ponerle más lejos el listón. Como asomar el primer pie de todo el Botànic en el precipicio de la oposición. Le han dicho que por ahora no, pero la puerta no está cerrada del todo. Así que el tiempo corre en contra de la marca de Pablo Iglesias.