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El error de Joan Ribó que puede dejarle sin la alcaldía de Valencia
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Víctor Romero

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El error de Joan Ribó que puede dejarle sin la alcaldía de Valencia

La negativa de Compromís a montar un Sumar con Podemos para la capital valenciana puede costarle el 28M. El alcalde aun está a tiempo de dar un golpe interno y pedir dos mártires

Foto: Joan Ribó, con Yolanda Díaz. (EFE/Biel Aliño)
Joan Ribó, con Yolanda Díaz. (EFE/Biel Aliño)
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385 votos. Esa fue la escasa diferencia entre los bloques de izquierda y derecha en la ciudad de Valencia en las elecciones municipales de 2019, dejando fuera del cómputo las 16.176 papeletas que cosechó Unidas Podemos y que se quedaron sin representación al no rebasar el listón del 5%. Las cifras arrojan una idea de lo ajustado que fue el resultado en aquella cita electoral en la tercera capital española, en un sentido u otro. Si Joan Ribó logró revalidar la vara de mando de alcalde (10 actas) junto con el PSPV-PSOE (7) fue por un único edil de diferencia con respecto al Partido Popular (8), Ciudadanos (6) y Vox (2). La distancia hubiera sido más holgada para el bloque progresista si la candidatura podemista hubiese tenido el último empujón para entrar. A poco menos de ocho décimas y 3.000 sufragios se quedaron los morados de obtener un concejal, que los caprichos de la Ley D'Hondt arrebataba a los populares. Hoy parecen todavía más lejos.

De aquella cita, la más baja en participación (66,2%) en unos comicios locales desde 1999 (62,7%), salió un Compromís eufórico. Joan Ribó no solamente aumentó en representación: también había ganado las elecciones al PP (la de Rita Barberá fue la lista más votada en 2015, aunque sin mayoría suficiente) y había consolidado el sorpasso a los socialistas. El voto urbano, la gran asignatura pendiente de los valencianistas, por fin entraba en el canasto. La alcaldía de Valencia como mejor trofeo institucional de Compromís.

Foto: Joan Ribó, con Mónica García y Ada Colau, en el acto de Sumar y Yolanda Díaz. (EFE/Víctor Lerena)) Opinión

Cuatro años después, el panorama pinta mucho más ajustado. Si nos atenemos a los sondeos que dicen manejar los populares, Ribó tiene la alcaldía en el alambre. El PP volverá a ganar las elecciones con un fuerte crecimiento gracias a la reabsorción de Ciudadanos, que falta ver si será completa o insuficiente como para quedarse sus seis concejales. El naranja Fernando Giner aun quiere jugar sus cartas que no ligan, pero los conservadores dan por hecho que se dispararán a 13 o 14 ediles. Una encuesta de Sigma Dos para El Mundo de este fin de semana asignaba entre 12 y 13 actas. Así que lo que queda para saber si habrá cambio en Valencia es si Vox superá los dos concejales (7,25% de votos) que rascó en 2019. Bastarían dos ediles más para propiciar el vuelco, cosa que está por ver. Su candidato, José Manuel Badenas, cuya intervención pública de más resonancia es que cree que la cultura se defiende "follando" (sic), es toda una incógnita.

Ribó presume de estar al frente del Ayuntamiento de una ciudad elogiada por su calidad de vida. Los barómetros cualitativos de la oficina estadística municipal (encargados a GfK) reflejan una ciudadanía relativamente satisfecha con la gestión municipal (la aprueba con un 5,4 de media) y contenta con la urbe en la que reside, aunque señala el tráfico o la limpieza como los principales problemas a resolver. Pero que el actual equipo de gobierno compartido por Ribó y la socialista Sandra Gómez no sufra un fuerte rechazo entre los electores no quiere decir que no se arriesgue a ser desalojado. Las tendencias nacionales de voto, la mayor movilización del electorado conservador, el desgaste después de ocho años y la ajustada diferencia entre bloques son las bazas del PP de María José Catalá y Vox para tomar el balcón de la plaza el día 29 de mayo.

Foto: Las lonas desplegadas en edificios de Valencia por PP y PSPV-PSOE. Opinión

De ahí que no se entienda que el veterano alcalde y Compromís hayan despreciado el ofrecimiento que desde el primer día recibieron por parte de Podemos y Esquerra Unida para montar una candidatura municipal conjunta. El mismo Ribó que se fue el domingo a hacerse la foto en el madrileño polideportivo de Magariños con Yolanda Díaz en su presentación de Sumar, cerró la puerta a un Sumar municipal a la valenciana que, tal y como están las cosas, hubiera restado del tablero a un competidor cuyos 16.176 votos, inservibles en el cómputo de 2019, parecen oro puro en la reñida contienda del 2023. Compromís ofrecía a Esquerra Unida en solitario el undécimo puesto de su lista como mayor cesión, pero los morados han tenido la habilidad suficiente de apretar a los de Rosa Pérez-Garijo advirtiendo que sin pacto en la ciudad, donde la secretaria general autonómica, Pilar Lima, se presenta como candidata de un viaje a ninguna parte, no habría hueco para EU en la lista autonómica. Susto o muerte.

Foto: Joan Ribó, en un acto celebrado en verano. (EFE/Juan Carlos Cárdenas)

Todavía está tiempo el primer edil de dar un golpe en su organización, que no quería ver a la pablista Lima ni en pintura, y abrir la candidatura. Las listas tienen la fecha tope del 24 de abril para formalizarse. Los que han hablado con él dicen que es muy consciente de que el portazo a Podemos-EU puede costarle la alcaldía. Cuando uno tiene 75 años y ganas de dedicarle todo el tiempo del mundo a la familia, esto es un problema relativo. Para Compromís puede ser un golpe de gracia.

La cuestión es si dentro de su lista, cuyo orden se configuró no sin rencillas en un endiablado sistema de primarias, habrá alguien dispuesto a sacrificarse en pos de eso que la izquierda más purista llama el bien superior del colectivo. Desde las opciones de salida del tercer puesto de Gloria Tello al décimo de Lluïsa Notario, Ribó, que no logró colocar como quería a antiguos referentes del 15-M como Jordi Peris, solo necesita dos mártires que hagan hueco a Pilar Lima y Pau Díaz (EU). ¿Dos personas capaces de renunciar a los más de 76.000 euros de salario de concejal para asegurar que Valencia siga teniendo un gobierno de color progresista? Hagan apuestas. ¡Sí se puede!

385 votos. Esa fue la escasa diferencia entre los bloques de izquierda y derecha en la ciudad de Valencia en las elecciones municipales de 2019, dejando fuera del cómputo las 16.176 papeletas que cosechó Unidas Podemos y que se quedaron sin representación al no rebasar el listón del 5%. Las cifras arrojan una idea de lo ajustado que fue el resultado en aquella cita electoral en la tercera capital española, en un sentido u otro. Si Joan Ribó logró revalidar la vara de mando de alcalde (10 actas) junto con el PSPV-PSOE (7) fue por un único edil de diferencia con respecto al Partido Popular (8), Ciudadanos (6) y Vox (2). La distancia hubiera sido más holgada para el bloque progresista si la candidatura podemista hubiese tenido el último empujón para entrar. A poco menos de ocho décimas y 3.000 sufragios se quedaron los morados de obtener un concejal, que los caprichos de la Ley D'Hondt arrebataba a los populares. Hoy parecen todavía más lejos.

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