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El 'pueblo' de Ayuso reina ya sobre el PP de Casado
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Estefania Molina

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El 'pueblo' de Ayuso reina ya sobre el PP de Casado

Por paradójico, la izquierda se pegó un tiro en el pie, en el contexto de polarización en el que vive España. Que los socialistas dejen solos a los morados solo será fuego amigo y munición al adversario

Foto: Carlos Mazón, presidente del PPCV, visita una granja. (EFE/Ana Escobar)
Carlos Mazón, presidente del PPCV, visita una granja. (EFE/Ana Escobar)

Isabel Díaz Ayuso ya reina sobre el Partido Popular de Pablo Casado, en un aspecto más importante que el orgánico, aunque le dé menos miedo a su líder: el del relato. De dónde sale sino la estrategia del PP en estos días de correr a fotografiarse con ganado, y de blandir la acusación de una izquierda pija, urbanita, que está alejada de la calle. Aunque si el PP explota ahora ese filón del "pueblo", quizás es porque alguien cree que una derecha populista puede convertirse en el gran partido de las clases medias precarizadas en España, robando la bandera a la izquierda, a pocos años vista.

A saber, que "populismo" no solo es sinónimo de demagogia, en ciertos casos. Por "populismo" debe entenderse también la apropiación política de la bandera del pueblo, confrontándolo a su vez, sin matices, con una élite, o enemigo de paja. Ya sea: "La izquierda que quiere arruinar al comercio de Madrid, frente al hostelero al que defiende la presidenta", como asentó Díaz Ayuso. O en el caso de Alfonso Fernández Mañueco, en adelante: "La izquierda que quiere arruinar al sector agropecuario, frente al PP que lo representa".

Tanto es así, que para construir ese discurso, tan falto de matices, el PP contó con un aliado inesperado para su campaña, como fue la inestimable ayuda del PSOE. En vez de hacer pedagogía sobre lo que dice la Ciencia, los organismos internacionales, los planes del propio ministro socialista, Luis Planas, sobre reducir cabezas de bovino, o las políticas de limitación a las macrogranjas de los barones más conservadores del PSOE, medio gobierno corrió a desautorizar al ministro Alberto Garzón, eslabón débil del Ejecutivo.

Foto: El ministro de Consumo, Alberto Garzón (c), durante la reunión mantenida con representantes de la organización de ganaderos UPA, este jueves en la sede del ministerio. (EFE/Fernando Villar)

Por paradójico, la izquierda se pegó un tiro en el pie, en el contexto de polarización en que vive España. Que los socialistas dejen solos a los morados solo será fuego amigo y munición al adversario. Jamás comprar el relato a la derecha, en este caso, será un marco ganador para la izquierda monclovita. Máxime, si para ello, la izquierda renuncia a sus banderas: la transición ecológica, la desigualdad social, en ese complejo de "izquierda pija" que le ha entrado a Sánchez —explicado aquí—.

Hacerse con la bandera del "pueblo", como logró la propia Ayuso el pasado 4-M, es el objetivo del PP de Casado para ensanchar la base más allá de Vox, en el ciclo electoral en adelante. De un lado, porque las luchas culturales le incomodan sobremanera a los populares. Discutir de aborto, eutanasia, colectivo LGTBI, violencia de género… da además muy mala prensa a los genoveses y los escoran sobremanera, al meterse en el terreno de Vox. Si pronto llegan a gobernar juntos, eso pesaría para parecer moderado y ganarse a amplias capas del electorado.

Tampoco deja indiferente que miembros del PP elogien al sector agropecuario, frente a un campo de vacas. Populismo de peor calidad

Segundo, ocurre que, hasta el ciclón electoral de su antigua amiga universitaria, el liderazgo de Casado se venía caracterizando por los golpes de volante. Unos días, Casado rompía con Vox en público. Véase su discurso en la moción de censura de Vox contra el gobierno de coalición en 2020. Otras veces, el presidente del PP ofrecía ministerios a Vox, como en la campaña de 2019. Es decir: vagando sin rumbo, esperando rentabilizar un día el desgaste de Pedro Sánchez, al más puro estilo de Mariano Rajoy.

Pero con la bandera del "pueblo" es distinto, y más cómodo para Génova 13. Tanto la busca ya el PP, que no deja de ser curioso que la derecha recuperara en enero una entrevista del ministro Alberto Garzón de diciembre, convirtiéndolo en eje de campaña casi pasado una semana. Tampoco deja indiferente que miembros del PP elogien al sector agropecuario, frente a un campo de vacas de ganadería extensiva. Populismo de peor calidad. Menos glamuroso sería hacerse la foto en una macrogranja, de las que hablaba Garzón.

Foto: El ministro de Consumo, Alberto Garzón. (EFE/Raquel Manzanares)

Aunque el PP ha dado con una intuición no tan descabellada, a la luz de ciertos sondeos. Esto es: la idea de que el gobierno del PSOE y Unidas Podemos podría estar dando imagen de estar alejado del día a día del ciudadano precario en un contexto pandémico. Hasta ahora, lo hacía hablando demasiado de fondos europeos a grandes empresas para transformaciones a 2050, abanderando retos a futuro como el cambio climático, que exijan un coste a los bolsillos medianos…

No hay más que extraer conclusiones de la última encuesta de 'El País', cuando a la pregunta, "A quién cree usted que beneficia el Gobierno", un 61% de encuestados respondió "a las grandes empresas"; otro 60%, a "la población con rentas altas". En cambio, en las franjas siguientes, desde el 31%, al 19%, estaban los grupos: personas en riesgo de pobreza, desempleados, pensionistas, clase trabajadora, jóvenes, autónomos y PYME, los ciudadanos en zonas rurales. Es decir, las personas más vulnerables, detrás de la élite económica.

En Moncloa han intensificado sus declaraciones sobre el empleo, o la importancia de la reforma laboral para combatir la precariedad

Por falta de pedagogía, o por contexto, la izquierda podría empezar a tener fugas por ese lado. Más aún, además, si el PP extenúa la estrategia populista de querer aparecer como el partido de las clases medias precarizadas. Por eso, en Moncloa han intensificado sus declaraciones sobre el empleo, o la importancia de la reforma laboral para combatir temporalidad y, por tanto, precariedad. Por eso, dejaron también tirado a Garzón, consiguiendo el efecto contrario al de enmendar el lío.

Curiosamente, se pensaba hasta ahora que esa "derecha populista" que apela al pueblo iba a ser Vox. Lo creía hasta el propio Vox, con su campaña por venderse como un partido obrero, en ese giro lepenista, en emulación del Frente Nacional francés. Sin embargo, quien arrasó en los barrios populares de Madrid, no fue Rocío Monasterio, sino Díaz Ayuso. El tridente discursivo ayusista: libertad, frente a la izquierda "autoritaria", repliegue sobre los "intereses" de los madrileños, y las "cosas del comer" o el bolsillo ciudadano.

En el ciclo electoral que empezará en Castilla y León, no sería de extrañar ver luego a Juan Manuel Moreno junto a olivos andaluces, cuando se abran las urnas. Al barón extremeño junto a un jamón pata negra, al murciano montado en un barco … o al propio Pablo Casado agarrado a un poste de la luz cuando haya elecciones generales. La vía Ayuso reina ya sobre el PP de Teodoro García-Egea y Casado.

Isabel Díaz Ayuso ya reina sobre el Partido Popular de Pablo Casado, en un aspecto más importante que el orgánico, aunque le dé menos miedo a su líder: el del relato. De dónde sale sino la estrategia del PP en estos días de correr a fotografiarse con ganado, y de blandir la acusación de una izquierda pija, urbanita, que está alejada de la calle. Aunque si el PP explota ahora ese filón del "pueblo", quizás es porque alguien cree que una derecha populista puede convertirse en el gran partido de las clases medias precarizadas en España, robando la bandera a la izquierda, a pocos años vista.

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