Es noticia
Recuento de daños tras la reforma: Vox encantado y Casado abrasado
  1. España
  2. Crónicas desde el frente viral
Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

Por

Recuento de daños tras la reforma: Vox encantado y Casado abrasado

Cuidado con el victimismo, con el odio y con la ira. Cuidado porque esto no es un juego y esos materiales inflamables, mal combinados, pueden explotar en manos de aficionados

Foto:  El líder del PP, Pablo Casado, durante el pleno del Congreso de los Diputados. (EFE)
El líder del PP, Pablo Casado, durante el pleno del Congreso de los Diputados. (EFE)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Como si hubiese estallado una bomba en mitad del hemiciclo, ese es el impacto de la votación en términos políticos. Una masacre cuya onda expansiva ha dejado un paisaje plagado de heridos, secuelas que costará reparar y un profundo sentimiento de desolación entre los demócratas. Este sabor tan agrio del espanto.

Pocos salen indemnes de este trance, entre ellos Ciudadanos. Aplicar el principio de racionalidad política tiene sus ventajas. Y casi nadie resulta beneficiado, solo Vox en realidad.

La sensación de asco que ha dejado impresa "la clase política" y el descrédito de las instituciones democráticas no puede resultar provechosa para nadie más, y más todavía en estos años de tanto malestar. Deben estar encantados.

Foto: Pleno del Congreso que debate y vota la convalidación de la reforma laboral. (EFE/Juan Carlos Hidalgo) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
La izquierda ha abandonado a Yolanda Díaz
Esteban Hernández

No estoy muy seguro de que nuestros responsables políticos sean conscientes de la fragilidad del sistema democrático. Miro esta degradación que no cesa, veo lo que está ocurriendo en el resto del mundo, y me pregunto si la democracia terminará siendo nada más que un paréntesis en el tiempo de la historia. Desgraciadamente, se nos están encadenando acontecimientos que parecen ecos de capítulos pasados. Demasiados. Aquí se está jugando con fuego.

Como consecuencia de la sordidez general, salió Yolanda Díaz mejor de lo esperado. Alguna cicatriz quedará de todo esto, como a todos. Pero ha salido de esta crisis sin perder demasiado. Empezó amasando el acuerdo con los representantes sociales y terminó dándole un repaso sin paliativos a la diputada del PP. Entre medias, se ha expuesto sin excesos.

Lo tiene cada vez más difícil porque su estrategia fue telegrafiada y eso hace de ella, cada vez más, la rival a batir antes de que sea demasiado tarde. Tiene rivales dentro de Podemos a pesar de que viene aumentando la lealtad de voto, dentro del gobierno porque Sánchez sigue sin dar con el antídoto, y dentro de la mayoría parlamentaria porque Iglesias ya no está para ejercer su función de muñidor y ella es otra cosa.

Los de ERC terminaron más perjudicados que ella y ya están empezando a tener demasiados frentes abiertos

Rufián, que salió con la intención de cornearla, terminó trabajando para Yolanda. Su ataque regala a la futura candidata lo que su antecesor nunca tuvo: transversalidad. Y ese es un factor determinante para generar simpatía social, justo lo que ella necesita para que su liderazgo eche raíces y su proyecto político pueda brotar con suficientes garantías. Veremos si lo consigue, tiene todo el terreno sembrado de trampas.

Los de ERC terminaron más perjudicados que ella y ya están empezando a tener demasiados frentes abiertos. Abandonados por la CUP, amenazados por los de Puigdemont, han dado el paso de encararse con Podemos. Probablemente, porque el episodio de mayor debilidad para todos los nacionalistas de izquierdas coincide con los años electoralmente más dulces de los morados. Podrían estarse temiendo que ocurra lo mismo si lo de Yolanda toma vuelo de verdad.

El trauma de esta votación deja a los socialistas en una situación objetiva de mayor debilidad. La coalición queda aturdida desde dentro porque se han acumulado nuevos tirones y zancadillas en una casa que da techo a dos candidatos.

Foto: Pedro Sánchez y Yolanda Díaz celebran la convalidación de la reforma laboral (EFE/Huesca)

A su vez, lo sucedido refleja todavía más la endeblez de la mayoría parlamentaria que sostiene a Sánchez. Por un lado, se evidencia la imposibilidad de que exista una mayoría alternativa. A esto se refería Iglesias cuando hablaba de proyecto político para una década: la apuesta por Frankenstein es irreversible desde su propio nacimiento.

Y por el otro, se acentúan las tensiones internas: la competitividad es cada vez más hostil entre PNV y BILDU, ERC sigue sin nada en la mesa que les sirva para salvar la cara frente a sus rivales independentistas y ante su propio electorado, además, ha saltado una nueva línea de fricción entre Yolanda y los nacionalistas. Todas estas costuras sufrirán más a medida que se acerquen las urnas.

Podría pensarse que este desgaste de materiales restringe el margen de maniobra de Sánchez. Yo tiendo a pensar lo contrario, creo que cada vez más irá por libre como si la coalición no existiese, huida hacia delante hasta que sean los demás quienes rompan y se queden con el caso de la culpa. Y si por el camino Vox logra sorpasar al PP, miel sobre hojuelas.

Casado acaba abrasado por lo que empezó siendo un error de planteamiento, no se recondujo y ha finalizado descorchándose

Batet queda como daño colateral. Inmolada por la causa, ha dejado clavada la sospecha de haber actuado de parte y cumpliendo órdenes de más arriba. Yo apostaría a que palmará en el Tribunal Constitucional y a que será además desautorizada. Eligió el deshonor frente a la derrota y acabará teniendo las dos cosas, una cuestión menor al lado del destrozo que ha provocado en la imagen del poder legislativo.

El estropicio de la operación ha sido crítico para los de UPN. Una sola tacada les ha dejado sin el ayuntamiento de Pamplona, con una crisis interna de órdago, la credibilidad hecha jirones, y el experimento de Navarra Suma en el desguace. Siniestro prácticamente total a cambio de una simple votación, por importante que sea. Telita con la maniobra, telita.

Pablo Casado acaba abrasado por lo que empezó siendo un error de planteamiento, no se recondujo a tiempo y ha finalizado descorchándose con una grotesca ejecución. Todo esto, en plena campaña electoral. No hay manera de entenderlo.

Primero, nadie comprendió que no supiese sumarse al acuerdo social desde el principio, que despreciase una oportunidad que le venía botando.

Foto: El diputado del PP Alberto Casero. (Casa América)

Segundo, nadie comprendió la comunicación con ataques a Fátima Báñez incluidos. Y no por un error de comunicación, mejorable en cualquier caso, sino porque el emperramiento era políticamente inexplicable.

Tercero, nadie puede comprender la necesidad real, en términos de país, de política grande, de conspirar con dos diputados de otro partido para que engañen a sus compañeros y a la opinión pública, a cambio de no se sabe qué, con el objetivo de tender una trampa para que caiga una reforma que no es lesiva para el interés de España.

Y, cuarto, la inefable gestión de la estupidez, del error propio no forzado. La falta de templanza, de cuajo y de firmeza en los valores que parece haber llevado al PP a ponerse con la piel de bisonte en la cabeza, en modo Trump.

Cuidado con el victimismo, con el odio y con la ira. Cuidado porque esto no es un juego y esos materiales inflamables, mal combinados, pueden explotar en manos de aficionados. Los expertos eligen mejor los tiempos y los lugares, basta con verlos. Ojito, porque luego no hay marcha atrás.

Como si hubiese estallado una bomba en mitad del hemiciclo, ese es el impacto de la votación en términos políticos. Una masacre cuya onda expansiva ha dejado un paisaje plagado de heridos, secuelas que costará reparar y un profundo sentimiento de desolación entre los demócratas. Este sabor tan agrio del espanto.

Pablo Casado Vox Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Partido Popular (PP) Yolanda Díaz Ciudadanos Tribunal Constitucional