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La campaña de propaganda sobre la amnistía
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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La campaña de propaganda sobre la amnistía

Conviene precisar que una campaña de manipulación como la actual requiere forzosamente unas condiciones preexistentes suficientemente asentadas. Tres formas de deterioro sobre el terreno común de la democracia: polarización, oxidación y coacción

Foto: Acto conmemorativo del 1-O de la Asamblea Nacional Catalana. (Europa Press/Kike Rincón)
Acto conmemorativo del 1-O de la Asamblea Nacional Catalana. (Europa Press/Kike Rincón)
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En realidad hay dos, claro: la iniciada por los nacionalistas en cuanto la justicia hizo su trabajo y la dirigida desde Moncloa con el objetivo de sobrevivir en el poder. Me centraré en la segunda tratando de subrayar las condiciones ambientales necesarias para su ejecución, así como los principios estratégicos y los mecanismos que ahora están a pleno funcionamiento.

La situación de partida es clara: pérdida de autonomía política del PSOE, sin margen para rechazar una medida lesiva para el interés del Estado.

Foto: El presidente de Canarias, Fernando Clavijo, posa para El Confidencial. (P. J. G.)
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Los objetivos y la meta tampoco admiten demasiado debate: anestesiar al electorado socialista y desmotivar la respuesta del resto de la población frente a un proceso destituyente que ya está en marcha.

Sin embargo, sí que conviene precisar que una campaña de manipulación como la actual requiere forzosamente unas condiciones preexistentes suficientemente asentadas. Tres formas de deterioro sobre el terreno común de la democracia: polarización, oxidación y coacción.

La polarización tiene que haberse enquistado en la sociedad, ocultando tras una pila de agresiones la voluntad gubernamental de que no haya consenso entre las fuerzas centrales.

Una vez que todo lo anterior está asentado, el resto consiste en planificar

La oxidación de la relojería democrática debe estar avanzada. Y lo está. Están desactivados los mecanismos de control internos (el propio Partido Socialista). Y están, en el pan nuestro de cada día, la intimidación al resto de poderes y su colonización (la vulneración del principio de separación).

La coacción en el paisaje mediático ha de ser extendida, aplicada mediante la aplicación del palo (las llamadas a los despachos) y de la zanahoria (las campañas de publicidad institucional). Dos prácticas que ya forman parte de lo habitual.

Una vez que todo lo anterior está asentado, el resto consiste en planificar. Y este plan parece elaborado sobre tres principios estratégicos de comunicación: tiempo, silencio y relato.

Todo el mundo habla de la amnistía salvo, precisamente, quien la va a hacer posible

Tiempo. En televisión se aplica un recurso denominado "falso directo" para crear a los espectadores la impresión de que lo emitido está pasando en tiempo real. Es lo que está ocurriendo con la amnistía: los españoles estamos asintiendo a un presente artificial. No se nos está contando lo último que pasa, sino lo que Moncloa quiere comunicar. Lo dejó claro Junqueras al expresar hace unos días que la cuestión ya había sido superada en agosto. Estamos viendo una actualidad enlatada, no la verdad.

Lo primero que hace el poder en cualquier campaña de manipulación masiva es apagar la transparencia. Y eso es algo poco destacado y extremadamente grave cuando lo que se está negociando, a espaldas de la ciudadanía, es un asunto tan nuclear como la propia unidad de España.

Silencio. Todo el mundo hablando de la amnistía salvo, precisamente, quien la va a hacer posible. El poder permanece silente, ni siquiera pronuncia la palabra.

Foto: Oriol Junqueras frente al Congreso de los diputados el pasado 28 de septiembre. (Europa Press/Fernando Sánchez)

De golpe, Sánchez la admite. No en el Congreso, sino en una cumbre europea. El escenario es el mensaje. Y el mensaje busca emitir un espejismo de legitimidad: la impresión de que la decisión de hacer impunes los delitos de los indepes cuenta con el respaldo internacional. Un ejercicio de manipulación en el que los líderes de los países de la UE son utilizados como decorado.

Relato. El cuento tiene un comienzo y un final. El inicio vendrá con el lanzamiento de ese concepto alternativo (pongamos que utilizan la palabra "alivio" o similar). A partir de ese momento, el debate mediático será una abstracta discusión tertuliana sobre el sexo de los ángeles entre los bandos de la "amnistía" y el "alivio". Mientras tanto, se estará ya esculpiendo en la piedra del Boletín Oficial del Estado la exigencia del separatismo.

Yolanda Díaz desempeña el papel de señuelo, se la presenta como si fuese la portadora de una representación que no tiene

El cierre de la historia llegará con la formulación de una promesa fraudulenta en la que se trenzarán la eficacia (es lo mejor y además lo único que se puede hacer), las características del líder (moderno, valiente y único intérprete de la diversidad), y el rollito aspiracional (seremos felices y comeremos perdices con los indepes). Eso ocurrirá solo en una ocasión, un único discurso, esta vez sí, para evitar el desgaste. Carpetazo.

Expresadas las condiciones necesarias para esta campaña de propaganda y los principios que hacen posible la manipulación, puede merecer la pena tratar los recursos empleados para su ejecución. Funciona como un juego de rol en el que cada actor desempeña su función.

Yolanda Díaz desempeña el papel de señuelo, se la presenta como si fuese la portadora de una representación que no tiene y de un papel negociador que tampoco está ejerciendo. Es una actriz de distracción.

Foto: Yolanda Díaz. (Lorena Sopena / EUROPA PRESS)

Para el protagonista Sánchez se reserva la táctica de ocultación, quienes nos venden el Manual de resistencia (como si fuesen las memorias de Churchill) son los que facilitan la maniobra de ocultación. Aplicación de cobardía donde se cuenta valentía.

En el ámbito de los adversarios y los aliados se aplica la reasignación de la culpa. Los golpistas son representados como hombres de ley y los constitucionalistas como golpistas (con campañas de hostigamiento desde las redes sociales).

La prensa oficialista asume disciplinadamente la misión de lubricar el estado de ánimo ante la llegada de un desastre que juraron imposible ("No mires arriba"), con las cheerleaders tertulianas agitando los argumentarios como si fuesen pompones.

Foto: Pedro Sánchez, en La Rinconada (Sevilla), en el primer acto público tras la derrota de Feijóo en el Congreso. (EP/Rocío Ruz)

Los juristas de camiseta partidaria saltan al campo mediático aparentando ser árbitros, pero con la intención de empañar el terreno de la verdad, sosteniendo como constitucional lo que sostenían como inconstitucional hace apenas 100 días.

Y quien manda, Puigdemont, ofrece al gobierno la ocasión de que el líder parezca más moderado a una propuesta todavía más peligrosa que la amnistía (la consulta) que permite a los socialistas rechazarla ahora y aplicarla cuando toque, según se va moldeando la amnistía.

De esta forma, el poder político opera simultáneamente sobre el pasado (rebajando discursivamente lo que ocurrió para suprimirlo jurídicamente), sobre el presente (sustituyendo la información sobre una negociación en la que se dirime el ser o no ser de España por un falso directo), y sobre el futuro (se nos vuelve a decir que nunca ocurrirá lo único que tiene que pasar para que el sanchismo perviva).

Se nos está inyectando algo adulterado, pero nadie ve la aguja

Estamos ante una operación de manipulación compleja y eficaz. El rango distintivo de esta campaña de propaganda es su sofisticación. Los mensajes no se están emitiendo verticalmente (desde Moncloa), sino que se distribuyen horizontalmente (a través de las terminales) como si el poder no estuviese en el origen de la decisión política y del guion de comunicación.

Y esa es la para mí la clave de toda la intoxicación: se nos está inyectando algo adulterado, pero nadie ve la aguja.

En realidad hay dos, claro: la iniciada por los nacionalistas en cuanto la justicia hizo su trabajo y la dirigida desde Moncloa con el objetivo de sobrevivir en el poder. Me centraré en la segunda tratando de subrayar las condiciones ambientales necesarias para su ejecución, así como los principios estratégicos y los mecanismos que ahora están a pleno funcionamiento.

Carles Puigdemont Pedro Sánchez
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