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El ansia de Ciudadanos
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El ansia de Ciudadanos

Como en el fútbol, el 'timing' es decisivo en política. Si un partido político se escapa demasiado pronto, puede quedarse sin fuerzas antes de llegar a la meta

Foto: Silueta del líder de Ciudadanos, Albert Rivera. (Raúl Arias)
Silueta del líder de Ciudadanos, Albert Rivera. (Raúl Arias)

Hubo una época, según se publicó en algún periódico, en que el vestuario del Madrid llamaba a Cristiano Ronaldo 'el ansias'. Fue un periodo en que el delantero portugués acumulaba trofeos individuales, pero su equipo no rascaba ni bola. En algún momento, Ronaldo entendió que no podía aspirar a ser el mejor jugador del mundo sin que su equipo también lo fuese. Desde entonces, descansa en los partidos menos trascendentes (los que antes utilizaba para engordar sus estadísticas), administra sus esfuerzos para llegar en plena forma a la primavera y hasta se permite ceder el lanzamiento de un penalti a un compañero, como ocurrió el pasado fin de semana. Se podría decir que Ronaldo ha entendido la importancia del 'timing'.

Como en el fútbol, el 'timing' es decisivo en política. Si un partido político se escapa demasiado pronto, puede quedarse sin fuerzas antes de llegar a la meta. Si lo hace demasiado tarde, puede que le falte recorrido para esprintar y acabar primero el día de las elecciones. La batalla política en el centroderecha, durante meses soterrada, se ha abierto en canal durante las últimas semanas. Ciudadanos ha dejado de bloquear la discusión parlamentaria de la reforma de las leyes más polémicas aprobadas durante la mayoría absoluta del PP (como la 'ley mordaza') y ya se habla abiertamente de una convocatoria anticipada de elecciones si el Gobierno es incapaz de aprobar los Presupuestos. ¿Podría estar sufriendo Ciudadanos un ataque de 'ansia'?

Foto: Albert Rivera en Cantabria durante la campaña de 2015 (EFE)

Veamos las razones que sugieren que, efectivamente, así podría estar sucediendo.

En primer lugar, Ciudadanos ya dio muestras de 'ansia' durante las recientes elecciones autonómicas en Cataluña. Sí, es cierto que Arrimadas ganó las elecciones y logró un resultado histórico. Pero en mi opinión lo hizo de una manera cortoplacista: aglutinando el voto constitucionalista (de PP y PSC), apelando al voto útil y disputando los votantes del cinturón rojo. Era, seguramente, la estrategia más eficaz, pero también una condenada a no ser suficiente.

Para liderar un Gobierno en Cataluña, la única estrategia posible era atraer algunos votos independentistas (en mi opinión, los únicos a los que podía aspirar eran los votantes 'business-friendly' del independentismo). Una estrategia más pedregosa e incierta, pero la única capaz de romper el equilibrio en dos mitades de la sociedad catalana (alguien podría decir que el objetivo de Arrimadas no era en realidad gobernar Cataluña, sino conseguir un resultado que catapultase las aspiraciones de Ciudadanos en el resto de España. Si así era efectivamente, la estrategia fue la más acertada).

En segundo lugar, la mayor debilidad de Ciudadanos es su falta de experiencia de gobierno a cualquier nivel (nacional, autonómico o local). Lo previsible es que conforme nos acerquemos a la fecha de las elecciones, los ataques contra Ciudadanos arrecien por este flanco.

Si las generales fuesen en junio de 2020, Cs habría tenido ocasión de acumular un año de experiencia en los gobiernos autonómicos o municipales

Si las elecciones generales fuesen cuando tocan (junio de 2020), Ciudadanos habría tenido ocasión de acumular al menos un año de experiencia en los gobiernos autonómicos o municipales, bien porque gane o porque entre como socio de gobierno (el partido naranja ya ha anunciado su disposición a alcanzar estos pactos, corrigiendo su estrategia original de no entrar en los gobiernos como socio minoritario). Sin duda, siempre será una debilidad de Ciudadanos que tratarán de aprovechar sus rivales: pero al menos Ciudadanos podrá esgrimir alguna experiencia de gobierno, lo que no ocurriría si las elecciones se celebrasen en junio de este año, por poner una fecha.

En tercer lugar, todos los partidos aspiran a ganar las elecciones pero, en realidad, Ciudadanos no necesita ganar la etapa de los próximos comicios para vencer en la clasificación general (entrar en La Moncloa). Obviamente, dependerá de la aritmética electoral, pero en el caso (como ahora apuntan las encuestas) de que PP, Ciudadanos y PSOE estén muy cerca uno de otro, con Podemos más retrasado, a Ciudadanos le puede bastar con ser segundo para que Rivera se convierta en presidente del Ggobierno.

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. (EFE) Opinión
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Si el PP gana las elecciones, Rivera puede aspirar a formar un Gobierno de cambio apoyado por el PSOE. Si es el PSOE el que acaba en primer lugar, Ciudadanos puede intentar formar un Gobierno de centroderecha apoyado por el PP como socio monitorio. Tanto PSOE como PP tendrían muchas dificultades para negar el apoyo a Ciudadanos, dado que ambos han hecho de la demonización del otro uno de los ejes de su discurso político (y, por tanto, sus votantes no entenderían que no pactasen con Ciudadanos, aun como socios minoritarios, para cerrar el paso al principal adversario político). El hecho de que a Ciudadanos le pueda bastar con ser segundo favorece una estrategia conservadora: volviendo al símil ciclista, Ciudadanos debería marcar a sus rivales hasta el último momento, defender en lugar de atacar.

En cuarto lugar, las próximas elecciones municipales y autonómicas constituyen un terreno propicio para Ciudadanos. No gobierna en ninguna comunidad y apenas lo hace en un puñado de alcaldías menores. Casi por definición, lo normal es que Ciudadanos salga fortalecido de estas elecciones. Además, Ciudadanos tiene a tiro un trofeo mayor: las elecciones andaluzas (que en teoría toca celebrar unos meses antes que el resto, en marzo de 2019, y por lo tanto serán las primeras del próximo ciclo electoral).

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera (i), junto al presidente y portavoz del grupo parlamentario en Andalucía, Juan Marín (d). (EFE)

Como argumentaba en un artículo anterior, las posibilidades de Ciudadanos en Andalucía se multiplican por varios factores: por la tradicional debilidad del PP en esta región, porque después de apoyar a Susana Diaz durante una legislatura Ciudadanos puede representar el 'cambio tranquilo' para muchos votantes socialistas, históricamente reacios a votar al PP, y finalmente por la aguda animadversión entre Podemos y el PSOE en Andalucía, que hace muy improbable la formación de un Gobierno de izquierdas.

En quinto lugar, basta imaginarse cómo serían los más de dos años que todavía restan de legislatura para entender que podrían beneficiar a Ciudadanos: por un lado, un Gobierno inoperante, sin mayoría parlamentaria, que será exprimido por sus socios parlamentarios (PNV y el propio Ciudadanos) para el acuerdo más nimio. Por otro, un Partido Popular aguantando la gota malaya de los juicios orales de los casos de corrupción. Y en el otro lado del hemiciclo, una izquierda con dos líderes ya gastados, desgarrada por las batallas internas en ambas formaciones, e incapaz de sacar ninguna propuesta de calado. Y, de fondo, la música del conflicto en Cataluña (el tema preferido por las huestes naranjas), quizás a un volumen menor del registrado durante los últimos meses, pero todavía presente en el debate político.

Si se deja llevar por su propia ansia, le puede pasar como a Arrimadas en Cataluña. Que acumulen trofeos individuales, pero se les niegue el colectivo

Así que, mirado en su conjunto, al partido de Rivera le interesa apretar pero no ahogar. Dejar la legislatura en coma, pero viva. De lo contrario, si se deja llevar por su propia ansia, le puede pasar como al Cristiano Ronaldo de hace unos años, o como a Arrimadas en Cataluña. Que acumulen trofeos individuales, pero se les niegue el colectivo, que es poder gobernar.

Y una pregunta final: si tanto favorece a Ciudadanos alargar la legislatura, ¿no le conviene a Rajoy acortarla? Así es, asunto distinto es que pueda hacerlo. Pero esto es materia de otro artículo.

Hubo una época, según se publicó en algún periódico, en que el vestuario del Madrid llamaba a Cristiano Ronaldo 'el ansias'. Fue un periodo en que el delantero portugués acumulaba trofeos individuales, pero su equipo no rascaba ni bola. En algún momento, Ronaldo entendió que no podía aspirar a ser el mejor jugador del mundo sin que su equipo también lo fuese. Desde entonces, descansa en los partidos menos trascendentes (los que antes utilizaba para engordar sus estadísticas), administra sus esfuerzos para llegar en plena forma a la primavera y hasta se permite ceder el lanzamiento de un penalti a un compañero, como ocurrió el pasado fin de semana. Se podría decir que Ronaldo ha entendido la importancia del 'timing'.

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