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Día 28. Los chaqueteros del coronavirus: de camisa vieja a chaqueta nueva
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Carlos Prieto

Diario de la pandemia

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Día 28. Los chaqueteros del coronavirus: de camisa vieja a chaqueta nueva

La edad de oro de los volantazos ya tiene su gurú: Andrés Pajares lidera un ejército de liberales, políticos y ciudadanos dando bandazos para no quedarse en fuera de juego

Foto: Laboratorio en Bangkok. (Reuters)
Laboratorio en Bangkok. (Reuters)

Yo soy Fernando Vizcaíno Casas, y usted no lo es.

He tenido una tremenda epifanía. Entré en el salón y estaba el suelo cubierto de páginas de periódico, clásico guirigay infantil, nada gusta más a un niño que desordenar la prensa. Me fijé en un titular al azar. Era una entrevista a Andrés Pajares. ¡Y vi la luz! ¡Lo entendí todo! Tuve violentas visiones de lo que ha pasado y de lo que va a pasar. Me desvanecí. Escribo estas líneas con sudores fríos y en pleno delirio. Pajarestradamus: tu dedo nos enseña el camino.

Bienvenidos a los diarios de la pandemia.

Festival del humor

Sí, amigos. El titular más revelador que he leído estos días no va ni sobre cifras de muertos, ni sobre negligencias gubernamentales ni sobre expertos mundiales en pandemias. Va sobre el humor de Andrés Pajares. Creerán que estoy de guasa, y se equivocarán, porque serio y broma son indistinguibles en este dietario. Dentro titular de Pajares en 'LOC': "En el humor, la grosería no hace ninguna falta". Lo ha dicho Andrés Pajares. ¡ANDRÉS PAJARES!

Foto: Nube de María, vidente. Opinión

¿Qué va a ser lo siguiente?

Fernando Esteso: "Solo me interesan las películas de Bergman".

Julio Iglesias: "Me hubiera gustado tener hijos".

Winnie the Pooh: "Me da asco la miel".

Podrían decirlo, y a nadie le chirriaría, porque estamos en la edad de oro del volantazo. Se te caen los ojos con el titular de Pajares, sí, pero clava el Zeitgeist, sintetiza el festival del bandazo que es el coronavirus. Los cambios de rumbo son el gran fenómeno cultural ahora mismo. Lo más de lo más. ¿No has cambiado de opinión y de chaqueta tres veces en los últimos cinco minutos? Estás demodé. Fatal.

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He aquí un proceso típico de épocas de incertidumbre y mutación. Ya ocurrió en la Transición, cuando Fernando Vizcaíno Casas, tan franquista como avispado, escribió 'De camisa vieja a chaqueta nueva', sátira del disfrazarse de demócrata de toda la vida para seguir medrando en el nuevo régimen.

Pues bien: los liberales que antes pedían privatizar hasta el oxígeno lanzan ahora vivas al Estado, a Keynes, a la renta básica y a lo que te rondaré morena. Hay miedo al abismo y nadie quiere quedarse sin paguita. Si estamos ante ejercicios de supervivencia, ante el que todo cambie para que todo siga igual o ante algo más, se verá en Bruselas (de momento, no hay giro de 180 grados, ya veremos qué pasa cuando a Alemania le llegue la mierda al cuello).

Pero no solo hablamos de oportunistas. El Covid-19 ha traído a la ciudad el Gran Circo Mundial de los Vaivenes. Circo de tres pistas: con chaqueteros, errores garrafales de juicio y doble lenguaje. Confusión a raudales asegurada. Vivimos entre el desparrame neuronal y la pura contradicción. Los gobiernos pasan de minimizar el virus a decretar el fin del mundo; los ciudadanos, del ¿para qué voy a lavarme las manos? a amenazar a las autoridades por negligencia.

Criticamos al Gobierno por habernos confinado demasiado tarde y por haber parado la producción demasiado pronto. Por no encerrarnos con suficientes candados y por no dejarnos salir. El ministro del Interior dice que está a favor de la autocrítica y, a su vez, que el Gobierno lo ha hecho fenomenal. Nos indigna que se utilice una tragedia para tumbar un Gobierno... salvo que el Gobierno no sea de los nuestros. No tocamos un libro de ciencias desde séptimo de EGB, pero todos somos expertos mundiales en epidemias. Presumimos de tener la mejor sanidad del mundo, pero se nos ha olvidado financiarla y hemos dejado en bolas a sus trabajadores en el peor momento.

Foto: Fábrica de coches en Wuhan. (EFE) Opinión

Los periodistas decimos querer lo mejor para la población, pero les desmoralizamos bombardeándolos con cifras de muertos sin contexto. Cuanto más se aplana la curva, más se instrumentalizan los cadáveres. El Gobierno dice que la oposición envenena a la opinión pública, al tiempo que distorsiona las cifras del virus. Todos se llenan la boca con los Pactos de la Moncloa, pero ¿quiere el Gobierno ceder poder?, ¿quiere la oposición achicharrarse en la gestión del virus pudiendo ver cómo se achicharra el Gobierno?

Todos juegan a dos barajas, porque todo se mueve tan rápido que es fácil caer en fuera de juego: la cadena favorita de Trump (Fox) purga a una periodista por negar la peligrosidad del virus, que era lo que Trump había estado haciendo... hasta que dejó de hacerlo... y la periodista se fue a la calle por desbarrar cuando ya no tocaba.

El coronavirus es el festival del bandazo, los cambios de rumbo son el gran fenómeno cultural ahora mismo

Estamos en un escenario clásico de cambio de ciclo, ya de por sí voluble, azuzado (para colmo) con un virus desconocido: cuando nadie sabe qué pasará mañana, es fácil no dar una a derechas, y todo son piruetas absurdas. Es como dar en el centro de la diana borracho y con los ojos vendados: puedes acertar, sí, pero lo más probable es que le claves el dardo a alguien en la cabeza. Monos borrachos disparando sin ton ni son. Menos fiables que un sello del Fórum Filatélico.

El coronavirus solo es una gripe. Pajares y Esteso hacen comedia metafísica. El Gobierno lo borda. Tony Montana no conoce la droga. La oposición no quiere sacar tajada. Los de Locomía nunca llevaron abanicos, nunca hubo recortes en sanidad y Chiquito nunca contó chistes; y para protegernos del coronavirus: no hace falta mascarilla y sí hace falta mascarilla. Por aclararnos.

Keith Richards: "Soy más de quedarme en casa leyendo un buen libro que de salir de fiesta".

Chimo Bayo: "¿Chiquitan chiquititan tan tan que tun pan pan que tun pan que tepe tepe? No me suena".

Mafalda: "Me chifla la sopa".

De camisa vieja a cerebro frito. Lo viejo no acaba de morir, lo nuevo no acaba de nacer, y entre medias, Andrés Pajares nos conduce por un desfiladero dando locos volantazos. Nadie al mando.

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Yo soy Fernando Vizcaíno Casas, y usted no lo es.