Día 62. El pisito de Isabel Díaz Ayuso esconde una genialidad táctica asombrosa

Hola amigos, yo soy Donald Trump, y usted no lo es. Voy a saltar por encima de 200 coches en llamas con una pértiga. Sí, ya sé, ustedes pensarán: "Este gilipollas se va a matar". Se equivocan. Lo lograré. Les dejaré a ustedes con la boca abierta. Perderán todo el dinero que apostaron contra mí. Me haré rico y me abrazarán las reinas de la belleza. Ah, una advertencia: no intenten ustedes saltar por encima de 200 coches en llamas en Madrid, que igual se matan. Esto solo lo sé hacer yo. De nada.

Bienvenidos a los diarios de la pandemia.

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El truco para todo

Los tres términos más escuchados durante el coronavirus: curva de contagios, mascarillas quirúrgicas y genialidad trumpista. No se habla de otra cosa más que de las genialidades trumpistas. O cuando un político populista mete una rajada que parece una cagada, pero que en realidad es una genialidad táctica. Una detrás de otra. Saturar los medios para polarizar. Es el síndrome 'Aterriza como puedas': todavía te estás riendo con el anterior gag, y viene otro, y otro, y acabas ahogado por los suelos. Trump dice una gordísima que no viene a cuento —del tipo: el coronavirus se cura bebiendo lejía—, la izquierda se rasga las vestiduras, y al saturar el debate público con sus sandeces desestabilizadoras, coloca sus paquetes legislativos sin que nadie se entere. Monopoliza la atención con chorradas, marca el tiempo político. Vale, sí, de acuerdo, todo esto ha pasado, pero no nos flipemos.

Cada vez que un político suelta una parida como un piano, decimos: genialidad trumpiana que le llevará de cabeza a Moncloa. Hemos abusado tanto del argumento que estamos más allá de la parodia. La genialidad trumpiana es el truco político definitivo, la navaja suiza que sirve para todo: para cortar chorizo, para reparar Chernóbil y para hacerte el test del covid-19. ¡Me las quitan de las manos!

Aceptar un apartamento de lujo rebajado de un empresario en tratos con la CAM es la genialidad trumpista definitiva

El domingo hubo una masiva discusión sobre si el posado 'mártir' de Isabel Díaz Ayuso (IDA) en 'El Mundo' era un bochorno total o una genialidad trumpista para que se hablara de las fotos en vez de la crisis sanitaria. Son las fotos más analizadas de la historia, por encima del asesinato de JFK y las caras de Bélmez. Saturación semiótica absurda: es imposible saber el efecto de las fotos sobre los ciudadanos, ergo admiten la interpretación que usted quiera. Más extraño es que se empezara a decir que TODO lo que había hecho IDA durante la crisis del covid-19 era una genialidad trumpiana de su fontanero Miguel Ángel Rodríguez (MAR). MAR es un viejo zorro histriónico, en efecto, pero tampoco es que se haya herniado: la táctica de IDA ha sido buscar la confrontación y echarle la culpa de todo a Pedro Sánchez. Y sí, en parte ha funcionado, pero echarle la culpa al otro se lleva haciendo en política desde el Neolítico, 4.000 años antes del nacimiento de Donald Trump.

¿Más trumpismo de IDA? Pasarse el día lanzando mensajes provocadores en los medios. Bien. Cosas como que los techos altos neutralizan el covid-19. Correcto. Pero lo que ya es la locura total es calificar de genialidad trumpiana cosas como montar una 'rave' propagandística en Ifema en pleno confinamiento. O sea, el que hablen de ti, aunque sea mal, NO SIEMPRE ES BUENA IDEA. Está bien salir en los medios, pero si es para decir que el coronavirus se cura tirando una bomba atómica sobre Cuenca, quizá no funcione. O sí, ¡yo qué sé!, habrá que preguntarles a los de Cuenca, igual les mola la idea.

Y cuando media España sostenía que IDA surfeaba con éxito la ola del covid-19 con sus estrategias trumpianas... ¡Catapúm! El sainete del apartamento.

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Apliquemos la lógica trumpiana al asunto: aceptar un apartamento de lujo rebajado de un empresario en tratos con la CAM es la genialidad trumpista definitiva, porque monopolizas la atención y polarizas al personal. Por supuesto. A este paso, IDA va a acabar debajo de un puente y vamos a decir que es todo una genialidad trumpista para que se hable de ella. ¿IDA dimite? Genialidad trumpista. ¿A IDA la echan? Genialidad trumpista. ¿IDA se exilia a Zamunda? Genialidad trumpista absoluta. ¡Cómo no se nos había ocurrido antes!

Cuando vuelva a la oficina, voy a entrar en el despacho de mi jefe, orinar en el florero y arrojar su ordenador por la ventana, para forzar un despido disciplinario, y así disparar mi carrera a golpe de genialidad trumpista. ¿Monta usted una parrillada y prende fuego al jardín de su suegra por error? Genialidad trumpista. ¿Acaba usted en la cárcel drogado y vestido de conejito tras una despedida de soltero? Genialidad trumpista. ¿Le quitan la custodia de los niños porque olvidó darles de comer? Genialidad trumpista. ¿'Balconing' fallido en Magaluf? Genialidad trumpista. El caso es liarla. Hemos venido a emborracharnos y el resultado nos da igual.

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Lo bueno es que se puede aplicar retrospectivamente: ¿Hitler en el búnker (en 1945) diciendo que la guerra está ganada y que Churchill puede chuparle las botas? Genialidad trumpista que polariza la sociedad y escandaliza a la izquierda. ¿Napoleón en Waterloo? Genialidad trumpista. ¿Pol Pot jugando al fútbol con un cráneo? Fina provocación trumpista ideada por sus fontaneros.

Resumiendo: esa máquina de achicharrar políticos llamada covid-19 quizá no admita bien las genialidades trumpistas. Otra genialidad trumpista más e Isabel Díaz Ayuso va a acabar montando genialidades trumpistas en Siberia.

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