:format(png)/f.elconfidencial.com%2Fjournalist%2F0ce%2Fc96%2Fb41%2F0cec96b41830cd5573dfd0975dffdf92.png)
Ideas ligeras
Por
Apertura solemne de las Cortes: manual de uso
Días como el de este lunes sirven para comprobar que el Congreso de los Diputados no es solo el lugar donde gente adulta va a insultarse y a dar la nota de tarde en tarde
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F213%2Ff54%2F86b%2F213f5486b4380d3b041caf02f88729d0.jpg)
La apertura solemne de las Cortes en el Congreso de los Diputados es un acto de enorme utilidad. Sirve, en primer lugar, para constatar que la solemnidad es posible en la Cámara Baja. Para escuchar los discursos de Meritxell Batet y de Felipe VI. Cuajaditos de constitucionalismo, de respeto por la institucionalidad, con nulas concesiones a la propaganda y ni una mención a Cataluña. Batet citó a Sófocles, Joan Margarit y Benito Pérez Galdós. El Rey intentó contentar a todos.
Este lunes no era día para divertirse en el Congreso. Habrá que esperar a 'El hormiguero'.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F539%2F9ea%2F6f1%2F5399ea6f13920d0c5750fcb329c77d11.jpg)
Es posible que la princesa Leonor y la infanta Sofía, sentadas a la izquierda del padre, sean hoy las únicas niñas de España que lamentan no haber ido este lunes al colegio. Vaya paciencia. Vaya templanza. Vaya educación. Y qué de saludos. Salvo a Pablo Echenique, que pasó de largo en cuanto rozó la mano de la heredera a la Corona y esquivó a su hermana pequeña.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F5b5%2Febd%2F730%2F5b5ebd730dbc37856cf9ef9b3ab77016.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F5b5%2Febd%2F730%2F5b5ebd730dbc37856cf9ef9b3ab77016.jpg)
Pero la formalidad y el protocolo también se han visto salpicados por esas cosillas imprescindibles para escribir este tipo de crónicas. La jarana vino a primera hora, con los 49 ausentes que declararon no reconocer a Felipe VI como rey ni a la monarquía como institución. Así que, con más asientos por elegir, los siempre madrugadores diputados de Vox llegaron raudos y veloces a ocupar los sitios en el hemiciclo que no les corresponden en sesiones ordinarias.
Mientras los veía discutir con diputados socialistas, me acordaba de aquellas ocasiones en las que nos dejaban ir al colegio sin uniforme y sentarnos donde quisiéramos. Qué nostalgia. Qué pueril. Menos mal que llegó Iván Espinosa de los Monteros y los exhortó a volver al redil. A sus puestos. Por España.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F198%2F4b8%2F774%2F1984b8774af11ffcf6ff1e457877c4e3.jpg)
Este tipo de sesiones también sirve para constatar la cantidad de gente conocida que, afortunadamente, sigue entre nosotros. Federico Trillo, Luisa Fernanda Rudi, Miguel Herrero de Miñón, Miquel Roca, Jesús Posada y María Teresa Fernández de la Vega, que mantuvo los ojos cerrados mientras su compañera de partido y presidenta del Congreso pronunciaba su discurso. Estará harta de escuchar lo mismo desde que la democracia es democracia. Pero si hasta estaba Javier Arenas con su eterno bronceado.
Quien sí permanecía sin pestañear fue la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que miraba al monarca y a su familia como lo haría cualquier persona con cierto criterio estético, pensando en lo disparado del guapómetro.
Desde la tribuna de prensa, pudimos detectar los tímidos y amorfos aplausos del vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, a la llegada del monarca. Mientras, frente a él, las palmas de las manos de Pablo Casado se enrojecían.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F94d%2F225%2Ff1a%2F94d225f1a7c8ac4bef5c13b634ce4af0.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F94d%2F225%2Ff1a%2F94d225f1a7c8ac4bef5c13b634ce4af0.jpg)
Los diamantes de los pendientes de la reina Letizia deslumbraban en cada movimiento. Sigue teniendo el gesto de la que se sabe poderosa, capaz de matarnos a todos. Su peor enemigo no es la soberbia, sino el perfeccionismo. Mientras esperaba paciente la entrada a la tribuna, colocaba la melena a su hija Leonor para que quedara perfectamente simétrica.
“En el Parlamento no existe el enemigo”, dijo Batet. Pero la mirada del presidente del Gobierno parecía decir lo contrario. Especialmente cuando le tocó hablar al monarca. “Maldita sea, uno más alto y guapo que yo”, debió pensar Sánchez. Y eso que el nudo de la corbata real era demasiado estrecho. Y eso que, con la voz tocada por un resfriado, el monarca sufrió los gallos y vaivenes en la voz que padeció al inicio de su reinado.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F198%2F4b8%2F774%2F1984b8774af11ffcf6ff1e457877c4e3.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F198%2F4b8%2F774%2F1984b8774af11ffcf6ff1e457877c4e3.jpg)
Y aun así, cuatro minutos de aplausos. Aplausos entregados hasta del mismo Iglesias, que asentía segundos antes mientras Felipe VI hablaba de los más débiles. Como asentía Batet cuando el Rey le agradecía sus palabras. Y asentía Letizia Ortiz Rocasolano, la nieta del taxista que se convirtió en reina, mientras hablaba su marido.
La apertura solemne de las Cortes en el Congreso de los Diputados es un acto de enorme utilidad. Sirve, en primer lugar, para constatar que la solemnidad es posible en la Cámara Baja. Para escuchar los discursos de Meritxell Batet y de Felipe VI. Cuajaditos de constitucionalismo, de respeto por la institucionalidad, con nulas concesiones a la propaganda y ni una mención a Cataluña. Batet citó a Sófocles, Joan Margarit y Benito Pérez Galdós. El Rey intentó contentar a todos.