Es noticia
El Jamiroquai del Capitolio: un buenorro de mentira, un auténtico fascista
  1. España
  2. Ideas ligeras
Ángeles Caballero

Ideas ligeras

Por

El Jamiroquai del Capitolio: un buenorro de mentira, un auténtico fascista

Dice Trump que los que entraron en el Capitolio son “personas especiales”. Más bien, son personas con la violencia enquistada en su ADN que no toleran la legitimidad de una votación

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

“Ese hombre que tú ves ahí­
que aparenta ser divino
tan afable y efusivo
solo sabe hacer sufrir”

‘Ese hombre’, Rocío Jurado, 1979.

En medio de la catástrofe, cualquier atisbo de belleza tiende a exagerarse. El miércoles, mientras cientos de personas rodeaban el Capitolio de Washington con la sana intención de asaltarlo, el estupor daba paso a cierta anestesia por la uniformidad de los asistentes. Casi todos iguales, casi todos hombres, raza blanca con tendencia a tez rosada, pelo color castaño pardo y gorra, que es el accesorio estrella del estadounidense común. Vestidos de sábado de bricolaje y puesta a punto del coche en uno de los talleres del condado antes de entregarse a la barbacoa, como en los inicios felices de las pelis de tarde.

En medio de la turba, destacaba uno. Un tipo con gorro de vikingo, la reencarnación de las portadas de discos de Jamiroquai. Una alegría para el cuerpo con 'six pack' al descubierto porque para los seres con ese abdomen no hay frío ni policía que les detenga.

Foto: Seguidores de Donald Trump irrumpen en el Capitolio. (EFE)

Maquillado con los colores de la bandera de su país, iba ataviado con un pantalón finísimo, un altavoz de manifestación y una mochila granate a la espalda, además de un colgante de esos gordos de plata en los que una esperaría ver la cabeza de Jesucristo o la cara de Camarón de la Isla, mezclada entre la pelambrera.

Fue una ilusión óptica, un regalo de Reyes inesperado. Fue como volver a ver uno de esos largometrajes apocalípticos en los que en medio de explosiones, tsunamis e invasiones alienígenas, el protagonista aparece siempre bien peinado y con unos leves rasguños a la altura del pómulo que lo embellecen mientras lucha por salvar el mundo.

Foto: Foto: Reuters. Opinión

Fue un flechazo en toda regla, por el que hasta llegué a aprobar los tatuajes tribales y a banalizar por unos minutos el serio meneo sufrido por la democracia estadounidense.

Este jueves por la mañana, al despertar, mientras el periodismo patrio luchaba con fuerza desmedida por conseguir el tuit más redondo-gracioso-pero-que-parezca-que analizamos-y-conocemos-al-dedillo-la-primera-enmienda, algunos líderes políticos hacían el canelo y otros exlíderes volvían a recordarnos su afán de protagonismo, la cuenta de Instagram del susodicho —que se llama Jake Angeli— revelaba la primera decepción al definirse como ‘storyteller’. Contador de historias, que es una de tantas maneras profesionales de acercarse al cantamañanismo.

Luego hemos visto su aspecto de verdad, sin customizar, sin gorro ni cara pintada de blaugrana. Una criatura que pasaría absolutamente desapercibida, un poco alumno de seminario o recién entrado al mercado laboral de los programadores informáticos. El bajón ha sido tan rápido como fue el subidón al observarle por primera vez.

Foto: La Guardia Nacional, en el exterior del Capitolio. (EFE) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
El Capitolio: un aviso para nosotros
Juan Soto Ivars

Dice Donald Trump, el amado líder de todas estas personas, que los que entraron en ese recinto cuasi sagrado para los estadounidenses son “personas especiales”. Más bien, son personas con la violencia enquistada en su ADN que no toleran la legitimidad de una votación. Son tipos peligrosos que se resisten a la imagen que veremos el próximo 20 de enero.

Son falsos buenorros, son auténticos fascistas.

“Ese hombre que tú ves ahí­
que aparenta ser divino
tan afable y efusivo
solo sabe hacer sufrir”