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La paradoja de Edmundo Bal (un argumento más para que sobreviva Cs)
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Ángel Alonso Giménez

Los tártaros

Por
Ángel A. Giménez

La paradoja de Edmundo Bal (un argumento más para que sobreviva Cs)

El portavoz adjunto de Ciudadanos, aunque 'de facto' es el portavoz, representa una extrañeza: una persona con una vida profesional de prestigio que da el salto a la política en un contexto adverso

Foto: El portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián (i), conversa con el portavoz parlamentario de Ciudadanos, Edmundo Bal (d), en el Congreso. (EFE)
El portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián (i), conversa con el portavoz parlamentario de Ciudadanos, Edmundo Bal (d), en el Congreso. (EFE)
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Ciudadanos es un partido político que ahora mismo camina por el alambre. Se le están cayendo los votos de los bolsillos. En el Congreso, lo representan 10 diputados después de sobrepasar los 50 en las elecciones de abril de 2019. Uno de ellos es un abogado del Estado de prestigio en el mundo de la judicatura. Edmundo Bal encarna una cruel paradoja, pero también un atisbo de esperanza. En política, y esta es una muy buena noticia, todavía quedan personas que antes tuvieron vidas profesionales ejemplares.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, es una de las integrantes del Gobierno con currículo más completo, pues ha desempeñado un sinfín de cargos públicos. Conoce perfectamente la Administración, sus procedimientos, su composición, sus tiempos. No es un asunto menor cuando actualmente, en el mismo Gobierno, hay integrantes que no han estado dentro de la Administración un solo minuto de sus vidas. Es cierto que Darias, al igual que su predecesor, Salvador Illa, no tiene la sanidad entre sus especialidades, y este fue el argumento empleado en algunos sectores para cuestionar su nombramiento al frente del ministerio ahora mismo más complejo.

Foto: La nueva ministra de Sanidad, Carolina Darias, recibe la cartera de manos Salvador Illa. (EFE) Opinión

Cabe recordar las diatribas a Darias cuando se confirmó su paso a Sanidad porque, indirectamente, reflejó la pobreza profesional, fuera de la política, de la mayoría de los cuadros que dirigen los partidos. En el PP, ni Pablo Casado, ni Teodoro García Egea, ni Ana Beltrán ni Pablo Montesinos han gestionado nada, si bien estos dos últimos han construido una trayectoria laboral al margen. En el PSOE, sucede algo parecido, y, de hecho, Pedro Sánchez, hasta el salto a la presidencia, vivió ajeno a lo que hacen los interventores o los administradores civiles, o a lo que significan los códigos rojo y negro de los consejos de ministros.

Una de las críticas más frecuentes a la clase política (y hay muchísimas) es que se compone de personas que solo se han dedicado a eso: a la clase política. Demasiadas voces piden que en la gestión de lo público estén los mejores. Mariano Rajoy dijo más de un millón de veces, antes de ganar las elecciones de 2011, que en su Gobierno estarían "los mejores". Nunca precisó a qué se refería. La primera lista de ministros y ministras de Pedro Sánchez fue alabada por la excelente cualificación de los elegidos, salvo muy pocas excepciones que, de hecho, fueron cesadas al poco de ser nombradas.

No es la regla general, pero a veces surgen historias como la de Edmundo Bal.

La lucha entre PP y Cs

Como ha informado este medio, el Partido Popular lleva tiempo diseñando la manera de tejer la red que pesque a cargos de Ciudadanos, y así, el centro derecha fragmentado se convierta en un centro derecha robusto y homogéneo. Inés Arrimadas, sabedora de las artimañas, sabedora también de que la caza y pesca del PP se intensificaría, lanzó un mensaje rotundo al día siguiente de desmoronarse en Cataluña: no habrá fusión.

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado, y la líder de Cs, Inés Arrimadas. (EFE)

La evolución de Ciudadanos en poco más de un año estremece. El partido que en todas las televisiones simbolizó la regeneración ha pasado de casi adelantar al Partido Popular a ser una vaga sombra de sus siglas. Albert Rivera preparó el asalto con un partido que entonces era una piña y con fichajes de relumbrón, Bal entre ellos. Su irrupción en política resultó estimulante, la verdad, porque reabría una puerta que parecía sellada: la de profesionales de prestigio que deciden dar el salto a la política, donde mucho terreno es puro fango.

El entonces líder de Ciudadanos vendió su fichaje políticamente, pues el abogado del Estado había sido purgado por el Gobierno en la causa del 'procés' y entonces Rivera vio la oportunidad perfecta para sacudirse la obsesión con ese Pedro Sánchez líder de "la banda". Incluso se especuló con que Bal sería ministro de Justicia, tan alto apuntaba el exlíder naranja. Después de los comicios, Ciudadanos se organizó para dar funciones parlamentarias a sus más de 50 diputados, toda una hazaña, y aquí, de nuevo, aparece Bal con un rol importante.

Foto: Edmundo Bal. (EFE)

Duró poco. Las elecciones de noviembre menearon a Ciudadanos de tal modo que Rivera se fue y el grupo parlamentario, antes enorme, se encogió hasta los 10 escaños. Muchos elegidos recorrieron el Congreso apenas un par de meses y se volvieron a sus despachos de abogados, a sus puestos de funcionarios o lamentablemente al paro.

La paradoja de Edmundo

Bal siguió precisamente a raíz del adiós de Rivera. Fue el único fichaje que continuó junto a Sara Giménez y Marcos de Quinto, aunque el empresario, cuya declaración patrimonial entregada al Congreso estaba llena de casas de lujo, cochazos y motos de colección, renunció al escaño unos meses después por desacuerdos con la impronta de Inés Arrimadas. La diputada por Barcelona había heredado el liderazgo de una formación noqueada, y, aunque entonces sibilinamente, dejó claro que el camino elegido por su predecesor no le gustaba nada de nada.

Cuentan fuentes de la formación naranja que el portavoz auténtico del grupo es él. Reparte tareas, organiza los trabajos, coordina las proposiciones no de ley y las intervenciones en comisiones sectoriales. Arrimadas le ha entregado el mando del grupo porque le inspira total confianza. Bal se la devolvió en la ejecutiva tras el 14-F, cuando intervino para hacer una encendida defensa del modelo político elegido: el de la centralidad.

Foto: Inés Arrimadas y Edmundo Bal, en el Congreso de los Diputados. (EFE)

En el entorno de la líder, esa convicción de momento permanece: Ciudadanos será si es capaz de pactar y llevar al centro al PSOE y al PP; si no es capaz, no será. Arrimadas se ha empeñado en demostrar que su partido es útil a la política, y por eso buscó huecos de pacto con el Gobierno en los Presupuestos de este año, ya aprobados a pesar de que al final votó en contra. La estrategia se articula alrededor de ese eje.

Bal cumple el objetivo a escala parlamentaria. Varias fuentes del Congreso, consultadas precisamente por el papel de Cs en el contexto actual, subrayan la facilidad del abogado del Estado para hablar con unos y con otros. Son frecuentes sus contactos con Félix Bolaños, en Moncloa, y con Rafael Simancas, en el PSOE. Habla a menudo con Guillermo Mariscal y con Cuca Gamarra, los jefes del grupo del PP en la Cámara. Aunque las vías para un acuerdo no son sencillas, dialoga con ERC y hasta con el PNV, dos formaciones que reniegan de Ciudadanos. En el Congreso, si no se habla, no se pinta absolutamente nada.

Edmundo Bal representa justo lo que los ciudadanos demandan de sus políticos. Preparación y diálogo. Trabajo y negociación

Aunque es anecdótico, a Bal le preguntan de otros grupos por cuestiones judiciales. La misma Laura Borràs, en una ocasión, se acercó a su escaño para intentar aclarar unas dudas sobre un trámite parlamentario, y como es sabido que fue una de las caras visibles en la causa Gürtel, que tan cara le ha costado al PP, le preguntan a menudo por lo que dirá Bárcenas, por lo que tiene, por lo que no, por lo que puede tener, por lo que puede dinamitar. También es habitual encontrarle en la cafetería del palacio, en la trasera del hemiciclo, solo accesible para los diputados, hablando con representantes de otros grupos, incluso con los más desconocidos. Los líderes, cuando coinciden allí, solo hablan entre ellos.

Así que Edmundo Bal representa justo lo que los ciudadanos demandan de sus políticos. Preparación y diálogo. Trabajo y negociación. La formación de Arrimadas gustará o no gustará, pero al menos tiene en su dirección a un señor que antes de defender una proposición no de ley o de meterse con Pablo Iglesias en un pleno del Congreso, fue ni más ni menos que un reputado abogado del Estado en la Audiencia Nacional. La paradoja es que ahora se dedica a la política en el peor contexto posible.

Ciudadanos es un partido político que ahora mismo camina por el alambre. Se le están cayendo los votos de los bolsillos. En el Congreso, lo representan 10 diputados después de sobrepasar los 50 en las elecciones de abril de 2019. Uno de ellos es un abogado del Estado de prestigio en el mundo de la judicatura. Edmundo Bal encarna una cruel paradoja, pero también un atisbo de esperanza. En política, y esta es una muy buena noticia, todavía quedan personas que antes tuvieron vidas profesionales ejemplares.

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