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Moreno y Ayuso: dos marcas, dos mayorías y un partido
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Ángel Alonso Giménez

Los tártaros

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Ángel A. Giménez

Moreno y Ayuso: dos marcas, dos mayorías y un partido

La Comunidad de Madrid y Andalucía, ambas gobernadas por el PP, aportan al panorama político nacional dos modelos distintos con un aspecto en común: se acercan a la mayoría absoluta

Foto: Isabel Díaz Ayuso y Juanma Moreno. (EFE)
Isabel Díaz Ayuso y Juanma Moreno. (EFE)
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Mientras todos los analistas y periodistas políticos de España miran a Madrid y a Isabel Díaz Ayuso, en Andalucía está sucediendo algo extraordinario: un líder del PP que no genera rechazo en los votantes socialistas. Juanma Moreno, calladamente, está forjando una mayoría andaluza y andalucista porque, como certifican recientes encuestas, encarna ya los valores del territorio con más firmeza que dirigentes que acumulan años y años con el andalucismo en los discursos.

El PP es un partido inmerso en la ansiedad. Está tan cerca del bloqueo como de la osadía. Tan pronto se zambulle en el centro como salta a "la derecha sin complejos". Tan pronto rubrica una relación cordial con Ciudadanos como se lanza fieramente a por sus cargos. Es evidente que en Génova se ha orquestado una campaña de captación de dirigentes 'naranjas' que huele a venganza que tira para atrás. ¿Cómo? ¿Que has intentado arrebatarme el Gobierno de Murcia? Pues te vas a enterar de lo que hago con Fran Hervías y con Toni Cantó.

Foto: Pablo Casado, en primer plano. Inés Arrimadas, al fondo. (EFE)

A decir verdad, no está muy claro qué ganancias pueden aportar dos figuras políticas a los que no se les recuerda ningún éxito. Sin duda que Hervías viajó por todo el país en busca de fichajes con los que tejer la red de Ciudadanos en cada autonomía. Algunas de esas incorporaciones han resultado exitosas, pero otras no tanto. Mucho recorrer cada provincia y cada pueblo para que, en cuanto vienen mal dadas, la fuga sea masiva. Hervías es también ese aúlico de Albert Rivera que no dijo ni 'mu' cuando el líder despeñó a su partido por un precipicio medido en escaños: de 52 a 10 en siete meses. Hablamos de 2019.

Cantó, por su parte, ha viajado durante los útimos tres años por tres parlamentos diferentes y ha culminado el periplo de la última década a lomos de cuatro organizaciones políticas diferentes (en Vecinos por Torrelodones empezó todo).

Un partido: su importancia

Es pertinente recordar el trabajo de Hervías mientras fue responsable de Organización porque intentó construir un edificio, Ciudadanos, que se ha desmoronado en cuanto arreció la primera crisis. Albert Rivera tomó una decisión en abril de 2019, la de no pactar con el PSOE de Pedro Sánchez ni aunque le forzaran, e inició un descenso imparable a la nadería. Si hubiera tenido una red orgánica, es decir, un partido sólido y bien arraigado, quizá el destrozo no habría sido tan contundente. Ciudadanos, más que una organización, fue una marca, un concepto arropado y catapultado por el 'marketing' y por la inercia. Terminada la inercia, termina el concepto, y ahora Inés Arrimadas brega por asociar cada letra de sus siglas a una nueva ilusión. A ver Edmundo Bal qué puede hacer el 4 de mayo.

En cambio, el PP, aunque con las siglas relacionadas con la corrupción, mantiene una estructura y una jerarquía, y eso es algo que en tiempos de angustia obra milagros. Sin entrar a juzgar el método y la ética de ese método, los populares pudieron desplegar todo su poder orgánico en Murcia para revertir la moción de censura. Ciudadanos, enfrente, no pudo resistir lo más mínimo, sencillamente porque, como partido, sufre desnutrición severa. En la batalla del ayuntamiento la lección estaba aprendida.

Los dos partidos que patentaron la "nueva política" son una amalgama deslavazada de diputados autonómicos y cargos municipales

Esa estructura firmemente enraizada en el territorio, y en algunos casos en la Administración, es posiblemente el recurso más discreto, pero a la vez más eficaz, de Isabel Díaz Ayuso cara a las elecciones del 4 de mayo. Un habitual estratega del PP, al consultarle sobre la tesis de este análisis, recalca la importancia de que una pléyade de cargos y voluntarios lleven desde el pasado miércoles pateándose la comunidad entera. Buscan firmas y adhesiones, y de paso pregonar las excelencias de la presidenta. Esto no es un aspecto insignificante, ni mucho menos, en especial en un contexto en el que urge una máxima movilización.

Solo una marca política, la del PSOE, puede competir de tú a tú en ese terreno, aunque en Madrid la partida parece desequilibrada porque ni los socialistas pueden exhibir ahora el vigor de los populares, al menos como formación engrasada, ni disponen de aquello de lo que presume el PP: el Gobierno de la Comunidad de Madrid. Ciudadanos, aquí, tiene un problema enorme, y lo mismo le pasa a Podemos. Los dos partidos que patentaron la "nueva política" son una amalgama deslavazada de diputados autonómicos y cargos municipales.

En Andalucía, ese mismo partido que en Madrid sostiene a Ayuso se está encargando de elevar a Juanma Moreno. Para el presidente de la Junta es fundamental disponer de un partido afinado y ágil, de ahí que no entienda la obsesión de Génova por hacerse con el poder en determinadas provincias. Dice Génova que la dirección nacional tiene que reforzar el partido precisamente para empujar a Pablo Casado a la Moncloa. Dice un alto dirigente del PP en Andalucía que eso mismo pretende Moreno para afianzarse en San Telmo. Conflicto abierto.

Dos marcas personales

Afirma un asesor político que prefiere mantenerse en el anonimato que Ayuso y Moreno, junto a Feijóo, son actualmente las marcas personales más poderosas del Partido Popular. De Casado no puede decirse lo mismo; son malos tiempos para estar en la oposición.

Cabe diferenciar aquí el 'marketing' de la política. Para caminar por una precampaña y una campaña electorales a estos tres "barones" no les hace falta las siglas de su partido, en crisis de identidad por culpa de la corrupción. Al contrario: les estorba. En el entorno del presidente de Andalucía hacen hincapié en el cultivo de la marca "Juanma", es decir, un determinado tipo de político y de gestor. Un político que huye de la refriega. Un gestor que practica la diligencia y la honestidad.

Ángel Gabilondo tiene un problema: si la campaña se juega como un choque de identidades, parte con desventaja

La obsesión de Moreno, desde que desembarcó en el sur en 2014, es justo esa, aquí no se ha movido un pelo: atraer al ciudadano que vota al PSOE a veces y caer bien al que vota al PSOE siempre. Así las cosas, ha logrado un intangible que debe preocupar muchísimo a Pedro Sánchez, más que a Susana Díaz: se está apropiando de una forma de sentir el andalucismo. "Esa etiqueta de señorito andaluz que le lastró tanto durante años ya no la tiene, se la ha quitado. Eso es de un mérito increíble", asegura un exasesor electoral.

Ayuso, por su parte, ha logrado eso mismo, pero por otras vías. El "madrileñismo", o sentirse madrileño, o lo que sea eso, se refleja en la presidenta de la Comunidad con nitidez. Ángel Gabilondo tiene entonces un problema: si la campaña se juega como un choque de identidades, parte con desventaja. Es razonable, por tanto, que el 'leitmotiv' de su estrategia sea aparecer como un candidato serio y dialogante, alejado de la lucha encarnizada y sin cuartel. La Moncloa procura romper esta dinámica de identidades con ráfagas emocionales. Funcionó con el vídeo del "serio, soso y formal", pero duró poco.

Dos mayorías

Si Ayuso se rodea de encuestas que sitúan cerca su mayoría absoluta gracias a una campaña de polarización, Moreno se empieza a rodear de sondeos que indican exactamente lo mismo, pero mediante una campaña diferente. La suya es una "lluvia fina", como escribió hace poco Javier Caraballo, que procede de la empatía, de la atracción, del 'no-rechazo'.

El PP, con permiso de Feijóo, quien desde su palco gallego y su mayoría absoluta consolidada observa la disputa, tiene delante ahora dos modelos: uno de derechas y otro de centro. Uno de absorción de excargos de Cs y otro de atracción de votantes de Cs. Uno de puño cerrado y otro de mano tendida. Uno de Isabel Díaz Ayuso y otro de Juan Manuel Moreno.

Otro dilema para Pablo Casado. O el dilema de siempre.

Mientras todos los analistas y periodistas políticos de España miran a Madrid y a Isabel Díaz Ayuso, en Andalucía está sucediendo algo extraordinario: un líder del PP que no genera rechazo en los votantes socialistas. Juanma Moreno, calladamente, está forjando una mayoría andaluza y andalucista porque, como certifican recientes encuestas, encarna ya los valores del territorio con más firmeza que dirigentes que acumulan años y años con el andalucismo en los discursos.

El PP es un partido inmerso en la ansiedad. Está tan cerca del bloqueo como de la osadía. Tan pronto se zambulle en el centro como salta a "la derecha sin complejos". Tan pronto rubrica una relación cordial con Ciudadanos como se lanza fieramente a por sus cargos. Es evidente que en Génova se ha orquestado una campaña de captación de dirigentes 'naranjas' que huele a venganza que tira para atrás. ¿Cómo? ¿Que has intentado arrebatarme el Gobierno de Murcia? Pues te vas a enterar de lo que hago con Fran Hervías y con Toni Cantó.

Isabel Díaz Ayuso Ciudadanos