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La lluvia fina de Juanma Moreno
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La lluvia fina de Juanma Moreno

No llegó el Partido Popular a la Junta de Andalucía para romper abruptamente los esquemas políticos: el cambio no consistía en darle la vuelta a la tortilla, sino en conservar el talante conciliador

Foto: El presidente del PP andaluz, Juanma Moreno. (EFE)
El presidente del PP andaluz, Juanma Moreno. (EFE)
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Al poco de llegar a la presidencia de la Junta de Andalucía, al presidente Juanma Moreno ya se le vieron las hechuras políticas. Tras la larga hegemonía del PSOE en Andalucía durante 36 años, que es más tiempo del que duró el franquismo —en concreto, duró 72 horas más, y el dato anecdótico solo sirve para calcular la desconexión mental que tenemos con el tiempo pasado—; tras ese periodo enorme de gobiernos socialistas, el cambio prometido por el nuevo presidente del Partido Popular consistió en gestionar de otra forma, pero conservando el mismo talante político del más longevo de sus predecesores, Manuel Chaves. Del ‘bueno de Manolo’ se inició la transformación hacia el ‘bueno de Juanmita’. No llegó el Partido Popular a la Junta de Andalucía para romper abruptamente los esquemas políticos: el cambio no consistía en darle la vuelta a la tortilla, sino en conservar el talante conciliador y cercano que hizo hegemónicos a sus predecesores con la promesa de que esa conexión podía mantenerla con una gestión más eficiente.

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Para quienes no han vivido en Andalucía en las últimas décadas, quizá les podrá parecer que una decisión así merece otros calificativos, más contundentes, como de renuncia, de claudicación o de simple permisividad, pero eso es porque no conocen algunos datos esenciales de la sociología de esta comunidad autónoma que siempre, en cada sondeo, se identifica más con el centro izquierda y que lleva la tolerancia prendida en su ADN después de tres milenios de conquistas, derrotas, idas y venidas, dorados esplendores y crudas miserias. Ahí, tras el subdesarrollo al que la condenó el franquismo, se asentó el PSOE con una promesa de orgullo andaluz y de progreso, y la identificación con los andaluces le duró más que a ningún otro partido político en España; solo superados por los conservadores de Baviera. ¿Cómo conquistar una región como esa, habituada a un partido, a un voto, a una ideología y a un mismo discurso? La respuesta que le dio Juanma Moreno, ante ese vértigo, fue esa: el mismo talante político y otra forma de gestionar.

placeholder El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE)
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE)

La encuesta que hoy desvela El Confidencial, superado ya levemente el ecuador de la legislatura que comenzó tras las elecciones de diciembre de 2018, empieza a darle la razón a la estrategia política de moderación del presidente andaluz. Recuerda a la ‘lluvia fina’ en la que confiaba José María Aznar cuando sucedió a Felipe González, el dirigente que ha estado más tiempo en la Moncloa —13 y cinco meses—, y al que casi todos consideran como el líder político español más importante del último siglo. Para superar ese desafío, Aznar, en su primera legislatura, diseñó un Gobierno moderado, que alcanzó los acuerdos políticos y sociales que su predecesor socialista, ya viciado, soberbio y corrupto, no era capaz de alcanzar y acabó la legislatura contra todo pronóstico con un balance inesperado: la primera mayoría absoluta de la derecha en España. Luego, ocurrió lo que ocurrió, Aznar se olvidó de sus propias lecciones, puso los pies encima de la mesa de Bush, casó a su hija en El Escorial, como un monarca renacentista, y se extendió la corrupción que todavía hoy se juzga en los tribunales. Pero, salvada esa degeneración, la primera legislatura de Aznar, la de la lluvia fina, todavía se conserva en la memoria política como el inteligente triunfo de un líder político anodino, hasta antipático, que logró estabilizar, enderezar y relanzar el rumbo de España y asentarnos en la Unión Europea.

En sus dos primeros años de legislatura, la mejor noticia para el presidente de la Junta de Andalucía es esta encuesta del ecuador de su mandato en la que lo menos importante es que el Partido Popular en Andalucía ganaría las elecciones autonómicas, si se celebrasen en este momento. Ni siquiera que podría repetir Gobierno con los mismos partidos políticos que ahora le consiguen mayorías parlamentarias, a pesar del hundimiento de Ciudadanos, su socio principal. Lo más relevante de ese sondeo es la confianza que se le otorga al presidente de la Junta de Andalucía tanto en su valoración personal, muy por encima de todos sus adversarios, y la confianza en que puede mejorar los problemas de los andaluces.

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De hecho, la gestión del Gobierno andaluz —de la que solo se beneficia, por cierto, el Partido Popular y no su socio de Gobierno, Ciudadanos— es tan favorable para los intereses del presidente de la Junta de Andalucía que los encuestados lo ven como “el más capacitado” para gestionar la sanidad o la educación, para crear empleo o mejorar los servicios sociales. Para la izquierda andaluza, que históricamente ha sustentado —y sustenta— todo su programa político en Andalucía en la amenaza de la derecha como destructora de todas esas conquistas sociales, esos nuevos parámetros sociológicos suponen una convulsión. Sobre todo, si se tiene en cuenta que esa confianza en la gestión del Gobierno andaluz se mantiene a pesar incluso de que casi el 40 por ciento de los encuestados piensa que la situación de Andalucía ha empeorado desde 2018, que es cuando comenzó su mandato. Algo tendrá que ver en esa aparente contradicción la irrupción de la pandemia y la sensación de que la Junta de Andalucía la ha gestionado mejor que el Gobierno de Pedro Sánchez.

Que Juanma Moreno le saque 38 puntos de ventaja a Susana Díaz no es tan relevante

Que Juanma Moreno le saque 38 puntos de ventaja a Susana Díaz, expresidenta de la Junta de Andalucía, la última por ahora del periodo socialista, es menos relevante, a pesar de la contundencia de ese dato, que las valoraciones que obtiene cuando se pregunta por él a los votantes de los demás partidos. Entre los votantes de Podemos y en Izquierda Unida, a Juanma Moreno se le concede una valoración mayor que la que le otorgan a Susana Díaz. Pero es que en el partido de Teresa Rodríguez, que es la escisión anticapitalista de Podemos, le dan un aprobado.

Lo mismo que sucede entre los votantes socialistas, que también lo aprueban, aunque prefieran, obviamente, a algunas de las opciones que se barajan para los socialistas en unas nuevas elecciones, María Jesús Montero, Juan Espadas y Susana Díaz, por ese orden de valoración. Por supuesto, entre los votantes de Ciudadanos y de Vox, el presidente Juanma Moreno no solo aprueba, sino que obtiene la misma buena calificación de los líderes de esos partidos en Andalucía. La lluvia fina es precisamente eso, pocas aristas, talante conciliador y aceptación generalizada.

Al poco de llegar a la presidencia de la Junta de Andalucía, al presidente Juanma Moreno ya se le vieron las hechuras políticas. Tras la larga hegemonía del PSOE en Andalucía durante 36 años, que es más tiempo del que duró el franquismo —en concreto, duró 72 horas más, y el dato anecdótico solo sirve para calcular la desconexión mental que tenemos con el tiempo pasado—; tras ese periodo enorme de gobiernos socialistas, el cambio prometido por el nuevo presidente del Partido Popular consistió en gestionar de otra forma, pero conservando el mismo talante político del más longevo de sus predecesores, Manuel Chaves. Del ‘bueno de Manolo’ se inició la transformación hacia el ‘bueno de Juanmita’. No llegó el Partido Popular a la Junta de Andalucía para romper abruptamente los esquemas políticos: el cambio no consistía en darle la vuelta a la tortilla, sino en conservar el talante conciliador y cercano que hizo hegemónicos a sus predecesores con la promesa de que esa conexión podía mantenerla con una gestión más eficiente.

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