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Cuando la RDA ayudó al 'Viejo Profesor' a construir el complejo más "futurista" de Madrid
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Miguel Díaz Martín

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Cuando la RDA ayudó al 'Viejo Profesor' a construir el complejo más "futurista" de Madrid

A comienzos de los años 80, una carta atraviesa el Telón de Acero y llega a Madrid con buenas nuevas: la construcción del complejo más "futurista" de la capital será una realidad. Esta es la historia nunca contada del Planetario de Madrid

Foto: El Planetario de Madrid, una obra en la que la RDA fue decisiva. (Archivo COAM)
El Planetario de Madrid, una obra en la que la RDA fue decisiva. (Archivo COAM)

Año 1984. El Madrid de Tierno Galván se encuentra en ebullición y el entonces alcalde persigue un hito que separe el viejo y el nuevo tiempo que se abre con la revolución sociocultural de la Movida. Tierno está decidido: quiere para sus vecinos el primer planetario de España. Su equipo busca unos aliados a la altura y los encuentra donde menos cabría esperar: al otro lado del Telón de Acero, en la República Democrática Alemana (RDA) tutelada por la Unión Soviética.

La historia inédita del Planetario de Madrid es la de la correspondencia escrita que mantuvieron el arquitecto Salvador Pérez Arroyo, responsable del diseño original del complejo, y los especialistas de la factoría VEB Carl Zeiss de Jena, en el estado germano de Turingia.

Foto: Sala de proyección del Planetario de Madrid. (Enrique Villarino)
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Las cartas permanecen en el Archivo General del Ayuntamiento de Madrid junto a los alzados, secciones y perspectivas del proyecto. Los textos atestiguan la evolución del diseño, desde la cúpula y el engarce de las placas blancas que le dan su color característico hasta los planos intercambiados entre los responsables municipales y los expertos de la Zeiss -en alemán, inglés y castellano- para adecuar la estructura a las necesidades de la proyección.

Cartas como la del 19 de diciembre de 1984, donde el vicedirector general de Zeiss, de apellido Oemler, constata los avances de sus colegas madrileños y les solicita "los dibujos y las documentaciones acerca del proyecto de la unidad de mando central". Antes, el 16 de octubre, el arquitecto Arroyo había pedido ayuda a Oemler para definir las "recomendaciones técnicas" del interior de la cúpula o los elementos electroacústicos. Este no tardó en ponerse manos a la obra, de forma que los diseños cruzaron el Muro de Berlín por correo con destino a España, en un proceso que se repitió hasta que todos los obstáculos fueron superados y el edificio estuvo en funcionamiento.

¿Pero qué llevo al Ayuntamiento a embarcarse en esta empresa y a sortear durante más de un año la división entre el bloque aliado, encarnado en la República Federal Alemana, y la República Democrática Alemana, bajo auspicio de los comunistas de la URSS?

placeholder Planos del Planetario fechados en 1984. (Archivo General del Ayuntamiento de Madrid)
Planos del Planetario fechados en 1984. (Archivo General del Ayuntamiento de Madrid)

En primer lugar, el hecho de que la VEB Carl Zeiss no era cualquier empresa, sino la inventora del primer proyector de bóvedas celestes para el Deutsches Museum de Munich, que se presentó en 1923, 61 años del inicio del proyecto madrileño. Zeiss fue precursora de planetarios como el de Düsseldorf, con una cúpula de 45 toneladas de peso y 30 metros de diámetro; el de Dresden, con patente Zeiss; o el de Hollywood-Los Ángeles, con telescopio y proyectores de la misma marca, según recogió la revista oficial del Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM) en 1932.

El segundo factor fue el empeño de Enrique Tierno Galván, apodado popularmente como el viejo profesor, de coronar con una instalación de categoría el proyecto del parque urbano de Delicias, la zona verde que debía enterrar para siempre el vertedero, los arrabales industriales y los baldíos ferroviarios del conocido como Cerro de la Plata.

Una atalaya con visión de 360º

El primer reto de Salvador Pérez Arroyo como arquitecto del Planetario fue, precisamente, congeniar las recomendaciones (casi órdenes) que los expertos de Zeiss le enviaban en su correspondencia con la ubicación elegida por el Consistorio: una atalaya capaz de ofrecer una vista de 360º sobre la capital.

A fin de salvar la diferencia de altura entre el Cerro de la Plata y las vías del tren de Delicias, el arquitecto ideó un complejo aterrazado de tres plantas sustentado mediante pilotes que se apoyaba y se despegaba del terreno en pendiente. Pérez Arroyo descompuso el conjunto en tres edificios diseñados a partir de figuras y cuerpos simples como el cubo, el triángulo y la esfera. Así nacieron la cúpula, el espacio de exposiciones y la torre del observatorio astronómico, de 28 metros de altura y tres metros de diámetro, con un telescopio en su interior. El rigor formal y matemático del arquitecto, que la prensa de la época tildó de "futurista", acrecentaba el carácter científico de la construcción, que se ejecutó en hormigón, metal y aluminio para reflejar los rayos del sol.

placeholder La carta con la que prendió la mecha del proyecto del Planetario. (Archivo Ayuntamiento de Madrid)
La carta con la que prendió la mecha del proyecto del Planetario. (Archivo Ayuntamiento de Madrid)

Tierno Galván falleció en enero de 1986 con las obras todavía sin finalizar. Fue su sucesor, Juan Barranco quien acompañó a los reyes Juan Carlos I y Doña Sofía el 29 de septiembre de ese año en el recorrido inaugural guiado por la física teórica y profesora Asunción Fernández, que ostentaría la dirección del Planetario durante 31 años. El parque del Planetario, rebautizado como Tierno Galván en homenaje a su promotor, no se vestiría de largo hasta mayo de 1987 en una jornada festiva que unió los saltos de la Brigada Paracaidista con un espectáculo de castells barceloneses y las actuaciones del grupo infantil Parchís, la Banda Sinfónica Municipal y la cantautora Rosa León.

Símbolo masónico al aire libre

Pese a ser un ejemplo de arquitectura científica, tanto el Planetario como el parque (que cuenta con auditorio, paseos y fuentes) sufren episodios periódicos de abandono y degradación. Ello a pesar de que la macrooperación urbanística del Pasillo Verde Ferroviario mejoró los accesos a la zona a partir de 1992 gracias a una conexión directa con la histórica estación de Delicias -hoy Museo del Ferrocarril-, de la que hablaremos en posteriores artículos.

De esta macrooperación nació Puerta Sur, la monumental pasarela coronada con una estructura rectangular que imita la concepción geométrica del Planetario hasta casi fundirse con él. Este peculiar diseño del arquitecto Manuel Ayllón, consejero delegado del consorcio que ejecutó el Pasillo Verde, tiene, según confesó más tarde su autor, una doble función: la de solución de movilidad urbana y homenaje del culto masónico al conocimiento, que representó con el suelo en forma de damero, la chimenea de 49 metros de altura (siete veces siete, el número mágico de los masones) y el óculo gigante o símbolo del sol en la base de la puerta rectangular.

Las formas geométricas del Planetario y de la Puerta del Sur, nacidas de la imaginación de Pérez Arroyo, de la pericia de los técnicos germanos de la VEB Carl Zeiss y la inquietud de Ayllón son un soplo de aire fresco que aspiran a ser conservados como se merecen en este Madrid que caminamos juntos. Su valor inspirador no debe caer en el olvido.

Año 1984. El Madrid de Tierno Galván se encuentra en ebullición y el entonces alcalde persigue un hito que separe el viejo y el nuevo tiempo que se abre con la revolución sociocultural de la Movida. Tierno está decidido: quiere para sus vecinos el primer planetario de España. Su equipo busca unos aliados a la altura y los encuentra donde menos cabría esperar: al otro lado del Telón de Acero, en la República Democrática Alemana (RDA) tutelada por la Unión Soviética.

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