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Aquí también hay dragones: las iglesias que custodian esta rareza del patrimonio madrileño
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Miguel Díaz Martín

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Aquí también hay dragones: las iglesias que custodian esta rareza del patrimonio madrileño

Tres iglesias de la región custodian un tesoro del gótico medieval hecho a base de sibilantes cabezas de dragón y cuerpos trufados de escamas, recuerdos de cuando Madrid y Barcelona eran dominadas por lenguas de fuego

Foto: Los dragones que coronan la Iglesia de la Asunción de Robledo de Chavela. (Cedida)
Los dragones que coronan la Iglesia de la Asunción de Robledo de Chavela. (Cedida)

Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón.

Apocalipsis, 12-7.

Entre los secretos del Madrid actual hay uno que se remonta al fin de la Edad Media. Estamos en el siglo XV. La Reconquista ha terminado y el poder de las órdenes militares religiosas decae en todo el Reino de Castilla. En su lugar, florecen nobles e hidalgos vinculados a la Corona, que litigan desde sus fortalezas madrileñas por los dominios arrebatados al moro. En este escenario, una familia vinculará su nombre para siempre con el patrimonio histórico-artístico de Madrid. Ellos son la poderosa Casa de los Mendoza, a quienes los Reyes Católicos han otorgado en gracia el Ducado del Infantado; su legado será la mayor representación de dragones medievales de nuestro territorio.

Salimos a su encuentro por caminos polvorientos hasta llegar a la Vega del Henares. En la pequeña aldea de Villalbilla, al sur de Alcalá, los Mendoza patrocinan la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (siglos XV-XVI), un templo gótico de planta rectangular con triple nave de sillería, torre mudéjar en ladrillo y piedra y coro en alto sustentado por tres arcos.

placeholder Detalle de lenguas de dragón y clave en la Parroquia de la Asunción de Villalbilla. (Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid)
Detalle de lenguas de dragón y clave en la Parroquia de la Asunción de Villalbilla. (Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid)

Accedemos a la misma bien por la base de la nave, decorada con una portada renacentista bajo un rosetón de piedra, bien por la de la nave de la epístola, precedida de un atrio que antecede a una entrada plateresca. Una vez dentro, alzamos la vista sobre las estrelladas bóvedas de crucería del presbiterio, donde los Mendoza han insertado su escudo nobiliario flanqueado de motivos flamígeros o “colas de dragón”. Su grandeza queda registrada con una singular policromía de lenguas de fuego azules y rojas. Acompañan a estas la Cruz de Jerusalén y el escudo de la Casa de los Figueroa, emparentados ambos con los Mendoza, como recoge la obra La pintura mural en la Comunidad de Madrid.

Dragones en el cielo

Pero los nobles son de natural inconformista. Así lo van a demostrar en el extremo opuesto de la región, sobre las estribaciones de la Sierra Oeste que enlazan Guadarrama con las moles graníticas de Gredos. Será en la monumental Iglesia de la Asunción de Robledo de Chavela donde el visitante empequeñecerá de verdad ante un cielo lleno de dragones.

placeholder Parroquia de la Asunción de Robledo de Chavela. (Comunidad de Madrid)
Parroquia de la Asunción de Robledo de Chavela. (Comunidad de Madrid)

Si el propio templo, levantado sobre uno románico del siglo XIII y rematado con contrafuertes coronados por torretas, ya sobrecoge, son sus bóvedas las que dejan mudo. Encabalgados a ambos lados de las nervaduras góticas del presbiterio, casi 80 saurios mitológicos en colores rojo, negro, verde y ocre muestran fauces de afiladísimos incisivos, brillantes y pulidas escamas, orejas puntiagudas, lacerantes espinas y ojos que escupen llamas. Dragones protegiendo una iglesia, sierpes conjurando un mal cuya representación, por extraño que nos parezca, habría sido común a lo largo de la Edad Media, de acuerdo a los especialistas de la Dirección General de Patrimonio Histórico.

placeholder Detalle de la bóveda repleta de dragones del templo de la Asunción en Robledo de Chavela. (Cedida)
Detalle de la bóveda repleta de dragones del templo de la Asunción en Robledo de Chavela. (Cedida)

Sentados en la nave, las escamosas furias nos observan desde las alturas. Su valor no tiene parangón por su detalle, variedad cromática y posición en el eje axial de las nervaduras. Cuesta pensar que estuvieran perdidos prácticamente desde el siglo XVIII hasta nuestros días, cuando las dificultades de conservación y el cambio en los gustos los ocultó bajo una capa blanca. No fue hasta la rehabilitación de la iglesia por parte de la Comunidad de Madrid cuando el minucioso proceso de investigación (realizado mediante catas) reveló que los dragones “dormían bajo la cal”, como escribiría el maestro de periodistas Rafael Fraguas.

Sierpes y máscaras en Villa del Prado

Tomando ahora la ruta de la Reconquista hacia el sur, llegaremos a las tierras de Villa del Prado. En esta ubicación, los Mendoza administraron a un señorío orillas del río Alberche cuyas fecundas huertas siguen alimentando a Madrid en la actualidad.

En la plaza de la localidad se alza la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol. Su desproporcionada torre de planta cuadrada, la Torre de Tolosa, llama nuestra atención por su triple cuerpo y su chapitel restaurado de plomo y pizarra, que cumple la función de pararrayos. Doscientos años atrás, la torre ya habría actuado de paramento cuando, celebrándose el entierro de un suicida (una ceremonia prohibida en suelo sagrado), esta quedó dañada al atrapar un rayo que habría incendiado por completo el templo, según se relata en Ángeles y dragones: La restauración de la Iglesia de Villa del Prado.

placeholder Torre de la Iglesia de Santiago Apóstol. (Ayuntamiento de Villa del Prado)
Torre de la Iglesia de Santiago Apóstol. (Ayuntamiento de Villa del Prado)

Pero es en el interior donde nuestras fantásticas criaturas vuelven a manifestarse. Las puertas laterales, de arcos superpuestos (conopiales rebajados con decoraciones de bolas isabelinas), dan acceso a una nave de sillería con capillas abiertas entre los contrafuertes. Agazapadas en dos tipos de bóvedas nervadas, aparecen las bestias, que se despliegan sobre el altar y tras el coro en colores anaranjados, verdes y grises. Los acompañan máscaras de grandes fauces y el escudo de los señores de Mendoza, representado en franjas rojas sobre campo verde.

placeholder Dragones en la Iglesia de Santiago Apóstol de Villa del Prado. (Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid)
Dragones en la Iglesia de Santiago Apóstol de Villa del Prado. (Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid)

Son estos dragones coetáneos en fecha y estilo a los de Robledo de Chavela. Aquí no es su número, sino su relación con el resto de obras del templo, lo que aumenta su importancia, pues la iglesia cabalga entre el gótico tardío medieval y el Renacimiento. En sus muros, caminando junto a la pila bautismal, encontramos desde ricos trampantojos cuatrocentistas con representaciones vegetales, a un clásico pantocrátor, una figura del león de San Marcos, unos desnudos Adán y Eva y un Santiago Matamoros cuyo cuerpo decapitado, según reza la tradición cristiana, amansó a los dragones durante su traslación desde Jerusalén hasta Galicia.

De Madrid a Santa María del Mar

Si llegado a este punto el lector piensa que la Ruta de los Dragones ha terminado, toca invitarle a dar un paso más. Volemos cual khalessi, a lomos de dragones, para descubrir otro dragón que floreció en Barcelona durante una nueva restauración, la del ábside de la basílica de Santa María del Mar. Y es que es en una de las conversaciones que se mantienen mientras estás subido, no a un dragón, sino a un andamio de obra, cuando descubres que Madrid y Barcelona están también unidos por estos maravillosos seres mitológicos. Aquí no fue la cal, sino la indiscriminada adición de cuerpos constructivos (archivos, cocina y hasta un urinario para el sacerdote) lo que terminó ocultando “una pequeña cabeza de dragón” de color rojo.

placeholder Yeserías en la Iglesia de Santiago Apóstol de Villa del Prado. (Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid)
Yeserías en la Iglesia de Santiago Apóstol de Villa del Prado. (Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid)

Es una suerte escuchar de primera mano lo que relata Eugenia Suárez, madre de dragones, llamada así por ser una de las responsables de devolver a la vida al dragón de La catedral del mar: "…Y tenía forma cuadrada, casi naif. Al quitar las estructuras, al limpiar el humo, la suciedad y las escayolas, comenzaron a aparecer cosas. Eran policromías, escudos, símbolos… Y, entre ellos, una cabeza cuadrada, escamas en forma de triángulo, una boca de serpiente y una especie de cresta. Fue muy emocionante”, nos narraba Eugenia, jefa de obra de la empresa constructora Urcotex, responsable de dicha restauración.

El dragón se conserva hoy en este icono del gótico catalán construido por Bastaixos, como se mantienen en Madrid las sierpes que trufan los techos de las iglesias de Villalbilla, Robledo y Villa del Prado. Estos tesoros son la demostración de que la sensibilidad patrimonial es nuestro mejor aliado para afrontar juntos el futuro conociendo nuestro extraordinario pasado.

Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón.

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