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De comedores olvidados y dignos de homenaje: Villoldo y Gaztelubide
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Alberto Artero

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De comedores olvidados y dignos de homenaje: Villoldo y Gaztelubide

Esta semana la cosa va de templos del producto. No esperen, pues, fanfarria ni alharacas

Foto: Mesa puesta en el restaurante Villoldo de Madrid.
Mesa puesta en el restaurante Villoldo de Madrid.

Esta semana la cosa va de templos del producto.

No esperen, pues, fanfarria ni alharacas.

Materia prima, ejecución, buen trato. Con eso debería bastar. De hecho bastaba antes de que la cocina se convirtiera en un circo. Nunca más. Una pena.

Foto: Ayarrán.

Empezamos homenajeando a Gaztelubide.

Se nos va de La Florida después de varias décadas. Cosas del cambio de propiedad del edificio en que se ubica. Echaremos de menos sus pantagruélicos menús de mediodía, referencia obligada en la zona. Pero también su comedor clásico y esa terraza que remeda a la vecina de Los Remos y que invita a copa y mus. 'Sic transit gloria mundi'.

placeholder Merluza rebozada con pimientos confitados. (McCoy)
Merluza rebozada con pimientos confitados. (McCoy)

En nuestra última visita, de esta misma semana, volvimos a disfrutar de la sencillez de lo extraordinario. Buena chistorra de aperitivo, impresionantes vainas salteadas, así sin más, y una merluza rebozada con pimientos confitados que probablemente sea la mejor que se puede tomar en Madrid. Básicos no tan básicos cuando la calidad no acompaña. No necesitamos más, Emilio Moro Crianza 2019 aparte, para disfrutar de una gran comida a 30 euros por barba, sin postres pero con café y sus casi obligadas tejas.

No se me ocurre mejor manera de ayudar a su gente que dejarse caer por allí estos días

El domingo echa el cierre y se ‘fusiona’ con su homónimo en Las Rozas. No se me ocurre mejor manera de ayudar a su gente a pasar este duelo que dejarse caer por allí estos días y disfrutar de su buen hacer en cocina y sala.

Queda dicho.

placeholder Vainas salteadas. (McCoy)
Vainas salteadas. (McCoy)

Seguimos con Villoldo, la sucursal madrileña de la Estrella del Bajo Carrión, uno de los restaurantes palentinos más afamados. Años sin ir solo para descubrir que sigue en plena forma, fiel a los principios que inspiran a las hermanas Pedrosa desde sus inicios: ofrecer lo mejor de la forma más fiel a su esencia posible.

Siendo así, ponerse en sus manos es casi obligado. En nuestro caso, amplio recorrido por verduras (a través de una potente crema con picatostes), setas (espectaculares los marzuelos al ajillo), huevos (que nos presentaron fritos sobre una cama de patata con trufa), legumbres (apenas una prueba, más que suficiente, de las alubias blancas ‘viudas’ de la Vega de Saldaña con su piparra, clásico del lugar), pescados (merluza al horno excepcional, dicho por alguien que de verdad sabe y que no es servidor) y carnes (por medio de una paletilla que literalmente se deshacía en la boca).

placeholder Crema de verduras con picatostes. (McCoy)
Crema de verduras con picatostes. (McCoy)

Menú, pues, de lo más completo que rematamos con las natillas con helado de galleta, buenas, y, sobre todo, con un helado de queso fresco en infusión de frutos rojos de quitar el hipo. Imprescindible. Un par de copas de Vizcarra, un riberita joven, acompañaron una visita que, de ponerle un ‘pero’ no menor, sería el precio. 80 euros por comensal que suena excesivo, toda vez que cobran a 30 euros los platos principales, por encima incluso de los importes que figuran en su web.

Aun así, y como señalábamos al principio, templo imprescindible para los amantes del producto en forma de comedor recoleto y con recovecos que invita a la intimidad y las confidencias.

Y that's all folks!

La semana que viene más y, seguro, mejor.

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