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La torpe estrategia del PP con Ciudadanos
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La torpe estrategia del PP con Ciudadanos

Se equivoca el Partido Popular si piensa que para recuperar a los electores que se marchan a Ciudadanos​ lo que tiene que hacer es insultar a sus dirigentes

Foto: Mariano Rajoy, durante su intervención en el acto de clausura de la convención nacional del PP. (EFE)
Mariano Rajoy, durante su intervención en el acto de clausura de la convención nacional del PP. (EFE)

La historia, que me permito reescribir y adaptar, la cuenta Jean Claude Carrière, el actor y guionista de cine francés amigo de Buñuel. Dice así: “Un hombre estaba tomando el desayuno apaciblemente en la terraza de su casa. De repente, la rebanada de pan de sándwich a la que acababa de untarle la mantequilla se le cayó al suelo. Resopló por la contrariedad, miró hacia abajo y, sobresaltado, observó que la tostada había caído con la mitad de la mantequilla hacia arriba. Nervioso, se fue a ver a sus amigos, con la certeza de que acababa de presenciar un hecho extraordinario. Las leyes más pertinaces de la naturaleza, designios implacables de la humanidad, quedaban allí cuestionadas, en ese instante: ‘la tostada siempre cae al suelo por el lado de la mantequilla’. Desde que quedó grabado en las leyes de Murphy, nadie ha tenido la osadía de desmentirlo, incluso físicos y matemáticos han acabado rindiéndose ante esa evidencia. Igual que se sabe que todo lo que es susceptible de empeorar, acaba empeorando. Cuando llegó su mujer a casa, encontró al marido, con sus amigos, formando un círculo, mirando en silencio aquel enigma: una tostada en el suelo con la parte de la mantequilla hacia arriba. '¿Y si es una revelación de Dios?', acabó diciendo el más santurrón de sus amigos, porque lo que ninguno de ellos discutía es que, en efecto, se trataba de un hecho sobrenatural. Así que la mujer, porque las mujeres siempre son más resolutivas en estas circunstancias, decidió acudir a un gurú, medio chamán, medio sacerdote, que vivía apartado del mundo, en una chabola del extrarradio de la ciudad. El gurú escuchó atento el relato, miró unas fotografías y pidió una noche para reflexionar: a la mañana siguiente les daría una respuesta. Fue la noche más corta, porque nada más amanecer, ya estaban de nuevo ante el gurú en su chabola de paneles y chapas. 'La explicación es muy sencilla —les dijo—. La verdad es que el pan cayó al suelo exactamente como debía caer, era la mantequilla la que estaba untada por el lado equivocado'. Cariacontecidos, todos se marcharon sin apenas decir nada, ni siquiera de la profunda decepción que les provocó aquel incidente: a quién se le ocurre equivocarse de lado al untar la mantequilla…”.

Esa es la historia. Y la aplicación práctica la podemos encontrar cada día que pasa en la clase política, incluido el papel de gurú que acaba resolviendo los enigmas de la vida cotidiana con pomposa futilidad. Lo de este fin de semana, por ejemplo, en la convención nacional del Partido Popular (o ‘conmoción nacional’, como se prefiera): se equivoca el Partido Popular si piensa que para recuperar a los electores que se marchan a Ciudadanos lo que tiene que hacer es insultar a sus dirigentes; como pensar que la mantequilla se untó en el lado equivocado.

Lo normal será que, desde este fin de semana, más de uno de esos votantes desencantados con el PP haya sentido que también lo estaban insultando a él

¿Habrá habido uno solo de los antiguos votantes del Partido Popular que al oír a Mariano Rajoy haya decidido rectificar su intención de apoyar ahora a Ciudadanos? Pues no parece, porque aunque los partidos políticos siempre tienden a contemplar a la sociedad como una masa inmadura, a la que hay que dirigirse con discursos como de 'Barrio Sésamo', no parece sensato pensar que esos votantes van a regresar por llamar a los dirigentes de Ciudadanos “inexpertos lenguaraces” y “colección de parlanchines”. Más bien al contrario, lo normal será que, desde este pasado fin de semana, más de uno de esos votantes desencantados con el PP haya sentido que también lo estaban insultando a él. Y más de dos habrán pensado, además, que cómo se explica eso de que el Gobierno de Rajoy sea tal gobierno y pueda sacar adelante la legislatura gracias al apoyo de un grupo de lenguaraces y parlanchines diputados naranjas.

Foto:  El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se fotografía con unos asistentes a la Convención Nacional del PP. (EFE) Opinión
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Alguno de los gurús del Partido Popular ha debido entender mal la evidente urgencia que tienen de contrarrestar el ascenso de Ciudadanos que, según dicen todas las encuestas, se está haciendo con buena parte de su electorado. Las causas del desapego hacia el Partido Popular son más profundas y tozudas y no se solventan con dos manotazos. Lo de inexpertos, por ejemplo, que es el mensaje que más repiten los populares para despreciar a Ciudadanos. Parece como si los candidatos que presenta el Partido Popular hubieran nacido ya con un basto currículo de gestión; como si el personal no tuviera claro que en la vida siempre existe una primera vez; que no es creíble que lo que se ofrece como ‘renovación’ y ‘necesario aire fresco’ en el Partido Popular se convierta en un peligroso ejercicio de inexperiencia cuando se produce en el partido rival.

El poder desgasta a quien lo ostenta, evidentemente, los pensionistas exigen al Gobierno que incremente sus pensiones y cuando se escapa Puigdemont o lo ponen en libertad en Alemania, a quien mira todo el mundo es al Gobierno, igual que cuando nieva y se cortan las carreteras. Eso es así, claro, pero no vamos a descubrir ahora a Giulio Andreotti: “El poder desgasta sobre todo cuando no se tiene”.

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, durante su intervención en el consejo general del partido. (EFE / Víctor Lerena) Opinión
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Ciudadanos es un partido nuevo que si no se sigue precipitando por una pendiente de populismo banal que lo lleva a adaptar su discurso a cada circunstancia —como ha ocurrido varias veces, la última con la prisión permanente revisable—, puede ser el heredero legítimo de una corriente sociológica que, hasta hora, ha sido la que ha puesto y quitado gobiernos en España. Una corriente sociológica que se sitúa en el centro y que, cuando ha basculado hacia la derecha, ha permitido gobiernos del Partido Popular y cuando ha girado a la izquierda, ha determinado gobiernos del Partido Socialista.

En todas las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas, la mayoría de los ciudadanos españoles de todas las comunidades autónomas se ubican ideológicamente en el centro, señalando con un cinco su posición entre uno y 10, extrema derecha y extrema izquierda. El trasvase de votos hacia Ciudadanos se produce desde los dos bastiones del bipartidismo que ha funcionado en España y solo se combate atacando, no a las consecuencias, sino a las causas. La consecuencia es el auge de Ciudadanos, las causas son la corrupción y la falta de explicaciones convincentes; las tensiones territoriales y la deriva de Cataluña y la ausencia de un discurso potente e ilusionante para España; el achicharramiento de una buena parte de los referentes políticos y la ausencia de nuevos dirigentes que hayan sabido impulsar el proyecto que ha gobernado y gobierna aún en España.

La historia, que me permito reescribir y adaptar, la cuenta Jean Claude Carrière, el actor y guionista de cine francés amigo de Buñuel. Dice así: “Un hombre estaba tomando el desayuno apaciblemente en la terraza de su casa. De repente, la rebanada de pan de sándwich a la que acababa de untarle la mantequilla se le cayó al suelo. Resopló por la contrariedad, miró hacia abajo y, sobresaltado, observó que la tostada había caído con la mitad de la mantequilla hacia arriba. Nervioso, se fue a ver a sus amigos, con la certeza de que acababa de presenciar un hecho extraordinario. Las leyes más pertinaces de la naturaleza, designios implacables de la humanidad, quedaban allí cuestionadas, en ese instante: ‘la tostada siempre cae al suelo por el lado de la mantequilla’. Desde que quedó grabado en las leyes de Murphy, nadie ha tenido la osadía de desmentirlo, incluso físicos y matemáticos han acabado rindiéndose ante esa evidencia. Igual que se sabe que todo lo que es susceptible de empeorar, acaba empeorando. Cuando llegó su mujer a casa, encontró al marido, con sus amigos, formando un círculo, mirando en silencio aquel enigma: una tostada en el suelo con la parte de la mantequilla hacia arriba. '¿Y si es una revelación de Dios?', acabó diciendo el más santurrón de sus amigos, porque lo que ninguno de ellos discutía es que, en efecto, se trataba de un hecho sobrenatural. Así que la mujer, porque las mujeres siempre son más resolutivas en estas circunstancias, decidió acudir a un gurú, medio chamán, medio sacerdote, que vivía apartado del mundo, en una chabola del extrarradio de la ciudad. El gurú escuchó atento el relato, miró unas fotografías y pidió una noche para reflexionar: a la mañana siguiente les daría una respuesta. Fue la noche más corta, porque nada más amanecer, ya estaban de nuevo ante el gurú en su chabola de paneles y chapas. 'La explicación es muy sencilla —les dijo—. La verdad es que el pan cayó al suelo exactamente como debía caer, era la mantequilla la que estaba untada por el lado equivocado'. Cariacontecidos, todos se marcharon sin apenas decir nada, ni siquiera de la profunda decepción que les provocó aquel incidente: a quién se le ocurre equivocarse de lado al untar la mantequilla…”.

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