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'Normalizar Cataluña', segundo intento
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Javier Caraballo

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'Normalizar Cataluña', segundo intento

No, la diferencia entre la apuesta de Inés Arrimadas y de Salvador Illa no es de respeto a la Constitución, sino de espectro ideológico y de oportunidad electoral

Foto: El ministro de Sanidad, Salvador Illa, en rueda de prensa. (EFE)
El ministro de Sanidad, Salvador Illa, en rueda de prensa. (EFE)

Lo intentó Inés Arrimadas, en el frío diciembre de 2017, y ahora, en febrero de 2021, será un socialista, Salvador Illa, quien lidere la misma operación, ‘Normalizar Cataluña’, después de haber caído, durante 10 años, en un pozo de irracionalidad y desquicie social. El hecho de que ningún partido político con representación parlamentaria en Cataluña conserve el mismo candidato de hace tres años es solo la constatación anecdótica del tifón que se desató en el plácido oasis del que siempre presumían la clase política y la intelectualidad catalanas.

Aquellos que se decían pragmáticos estadistas se atragantaron de 'seny', perdieron todo juicio y sentido común, como si les hubiera dado un aire. Hasta la revuelta de 2017. Los tribunales de Justicia, como hizo de forma ejemplar el Tribunal Supremo, imponen la ley allí donde se vulnera, pero con una sentencia judicial no se logra la normalización de una sociedad como la catalana, fracturada en dos mitades que se hicieron odiosas e irreconciliables. La política es la única que puede enmendar y encauzar los despropósitos que ocasiona la política.

Foto: El ministro de Sanidad, Salvador Illa, durante su primer acto de precampaña como candidato socialista a la Generalitat. (EFE) Opinión
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¿Que nada tiene que ver Salvador Illa con Inés Arrimadas? Pues claro, pero esa obviedad en nada devalúa la comparación a no ser que, de entrada, ya se intente etiquetar a unos y a otros con el marchamo de la Constitución. Ya está dicho otras veces que el único autorizado para establecer las líneas rojas del constitucionalismo es el Tribunal Constitucional, y ningún partido político puede arrogarse esa potestad. Constitucionalista es aquel que respeta la Constitución, aunque, de forma legítima, persiga modificarla. Punto. Si esa máxima, que es la que el Tribunal Constitucional ha reiterado siempre en sus sentencias, se debe aplicar incluso a los partidos radicales, de los extremos del arco político español, mucho más a un candidato, como Salvador Illa, que pertenece al Partido Socialista, impulsor y garante de la Constitución, por mucho que soplen los vientos y se escore hacia la izquierda podemita.

No, la diferencia entre la apuesta de Inés Arrimadas y de Salvador Illa no es de respeto a la Constitución, sino de espectro ideológico y de oportunidad electoral. Incluso si se comparan los discursos de ambos como candidatos, se encontrarán muchas similitudes cuando hablan de integración, de superar la fractura social, de gobernar para todos. “También quiero ser la presidenta de los independentistas”, dijo Arrimadas hace tres años, y lo que no puede ser es que si, en los próximos días, Salvador Illa dice algo similar, se interprete, como harían algunos, como una declaración de independencia.

En el caso de la líder de Ciudadanos, su irrupción en las elecciones de diciembre de 2017 fue tan arrolladora que se convirtió en la única fuerza política no nacionalista que ha conseguido vencer en Cataluña en unas elecciones autonómicas en 40 años. Los 36 diputados que consiguió Ciudadanos hace tres años, cuando superó el millón de votos, suponen un listón tan elevado que, en la actualidad, ningún partido se acerca a esa cifra, según los sondeos. Ocurrió, como es sabido, que no hay victoria histórica más amarga que aquella, porque todo quedó reducido a la nada, sin fuerzas suficientes para poder gobernar.

La victoria completa de Arrimadas en las últimas elecciones catalanas hubiera supuesto otro hito histórico más, el primer Gobierno en Cataluña sin nacionalistas ni independentistas, pero como nada de ello se produjo, es un ejercicio vano intentar especular ahora si la sociedad catalana, en estos tres años, hubiera reactivado el independentismo o lo hubiese desarticulado. Lo único cierto es que en 2017 el vuelco completo no se produjo a pesar de que fueron unas de las elecciones catalanas con mayor participación, celebradas con el Estado interviniendo la comunidad (artículo 155) y con los cabecillas de la revuelta independentista en la cárcel, que es donde siguen.

Foto: El ministro de Sanidad, Salvador Illa, en rueda de prensa. (EFE) Opinión
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El centro derecha no logró la campanada y lo que ha decidido a Pedro Sánchez a cambiar de candidato a dos meses de las elecciones —Iceta ganó en diciembre de 2019 el congreso del PSC por unanimidad— ha sido la convicción de que puede repetir en Cataluña la misma mayoría de gobierno que lo sustenta a él en el Congreso de los Diputados. Las encuestas, que comenzaron siendo favorables para Miquel Iceta, se estancaron, y el líder socialista no ha dudado: utilizará el perfil moderado y conciliador de Salvador Illa para atraer hacia el Partido Socialista de Cataluña la enorme cantidad de voto indeciso que, según las encuestas, existe en Cataluña.

Ahí es donde entramos en la oportunidad electoral, la otra gran diferencia: mientras que en 2017 se produjo una gran movilización electoral con el voto muy polarizado, en febrero de 2021, una gran parte de la masa independentista está desmovilizada y dividida, y muchos ciudadanos catalanes, hastiados del ‘procés’, factores ambos que pueden jugar a favor de un candidato como Salvador Illa, al que difícilmente se podrá identificar con un dirigente anticatalanista.

El grave problema para el PSOE y para Pedro Sánchez —van diciendo los socialistas que esperan incluso ganar las elecciones, como Arrimadas, pero eso es bastante improbable en este momento— es que si el candidato Illa no despega, si los socialistas se quedan por detrás de los dos principales partidos independentistas, todas las posibilidades de formar Gobierno con su apoyo se vuelven un elemento de erosión para sus intereses en el resto de España. Con lo cual, el segundo intento de normalizar Cataluña se habrá malogrado. ‘Normalizar Cataluña’, la operación política en la que estamos, el deseo de devolver Cataluña plenamente al marco autonómico, de sacarla del callejón sin salida en que la metieron y recuperar la rutinaria vida de legalidad y de libertades que es en la que se desenvuelve una democracia asentada.

Lo intentó Inés Arrimadas, en el frío diciembre de 2017, y ahora, en febrero de 2021, será un socialista, Salvador Illa, quien lidere la misma operación, ‘Normalizar Cataluña’, después de haber caído, durante 10 años, en un pozo de irracionalidad y desquicie social. El hecho de que ningún partido político con representación parlamentaria en Cataluña conserve el mismo candidato de hace tres años es solo la constatación anecdótica del tifón que se desató en el plácido oasis del que siempre presumían la clase política y la intelectualidad catalanas.

Salvador Illa Inés Arrimadas Pedro Sánchez