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El muerto al hoyo y el okupa al bollo
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Javier Caraballo

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El muerto al hoyo y el okupa al bollo

Quien no conozca o haya visitado esta bellísima localidad de Cádiz, emblema histórico de la ruta de los pueblos blancos de Andalucía, quizá no comprenda a Jean O'Donoghue

Foto: Imagen de archivo de una manifestación del movimiento okupa. (EFE)
Imagen de archivo de una manifestación del movimiento okupa. (EFE)

El funeral se celebró en Irlanda y el caradura estaba en Españaesperando el momento. Ocupó el chalé de los guiris, le cambió la cerradura, instaló una alarma, tiró los muebles y llenó la piscina. Y ahora a disfrutar, que nadie va a a poder echarlo en una buena temporada. Ocupaciones ilegales de viviendas hay en toda Europa, acaso en muchos países del mundo, pero en ninguna otra parte alcanzarán esas historias la peculiaridad de las que ocurren en España. No, es imposible, esta desvergüenza, este desahogo, no tiene parangón.

En cada una de las fotos que se han publicado de la irlandesa de esta noticia se puede percibir la estupefacción que le provoca esta última ocupación 'made in Spain' que ha ocurrido en Arcos de la Frontera. Quien no conozca o haya visitado alguna vez esta bellísima localidad de Cádiz, emblema histórico de la ruta de los pueblos blancos de Andalucía, quizá no comprenda del todo a Jean O'Donoghue, la mujer irlandesa protagonista de esta historia. Hace veinte años, de visita por España, llegó con su pareja a Arcos de la Frontera y, cuando se miraron, comprendieron que iban a vivir allí el resto de sus días. Cogieron todos sus ahorros y se compraron una pequeña propiedad, lo suficiente para rehabilitar un viejo caserón y convertirlo en un chalé con piscina en el pueblo de sus sueños. Ni son los primeros extranjeros de Arcos que se sienten atraídos por ese magnetismo ni serán los últimos, quizá eso les animó todavía más a establecerse en Andalucía.

Foto: Elecciones generalaes 2019. (C.C./EC)

A principios de año, una rápida enfermedad se llevó a su pareja de este mundo y Jean, con alma de funeral, decidió viajar a Irlanda para encontrar el consuelo de su hermana, de su familia, de sus amigos. El 8 de mayo la llamaron por teléfono desde España: era una de las vecinas de Arcos y tenía malas noticias que darle, un extraño había entrado en su vivienda y parecía decidido a quedarse a vivir allí. “Date prisa”, le dijeron. ¿Prisas, porqué? Un ocupa, a fin de cuentas, es como un ladrón que entra a robar en una casa y lo sorprenden los dueños infraganti. Con llamar a la Policía ya está solucionado, porque el tipo se irá detenido al cuartel acusado de, por lo menos, un delito de allanamiento de morada. “En Irlanda –ha contado estos días la señora O'Donoghue- el problema se arregla con una llamada a la Policía Local, que acude al momento a desalojar al ocupa”.

Pero eso es Irlanda; esto es España. Y el 'made in Spain', el 'España es diferente' también opera para estas situaciones. En el Reino Unido, la Policía puede intervenir en una vivienda sólo con la sospecha de que alguien la ha ocupado ilegalmente, sin necesidad siquiera de denuncia, como si operase en esos casos la prevención del delito. Y en Alemania, la Policía resuelve el problema en 24 horas, a partir de que el propietario tenga conocimiento de que han entrado en su casa, haya transcurrido el tiempo que haya transcurrido. De forma general, la tendencia legislativa avanza en ese sentido, con el añadido de un incremento de las penas. En España, si la denuncia no se presenta en 48 horas a partir de la ocupación, quien puede verse envuelto en un problema judicial es el propietario si decide recuperar su casa con métodos expeditivos.

Los propietarios que la 'ceden' hasta que consiguen alquilarla o venderla

Cuando aterrizó en España, lo primero que hizo la irlandesa de nuestra historia fue irse hasta su chalé para comprobar si era cierto todo lo que le habían contado. Y no, no lo era, era bastante peor. El ocupa, que resultó ser el hijo de uno de los vecinos del barrio, no sólo se había metido en la vivienda, sino que, además, le cambió la cerradura y le instaló una alarma, como esas que se anuncian a diario para evitar que te ocupen la vivienda. Con el chalé asegurado, cogió muebles y enseres y los tiró a la basura, para dejar la casa limpia de recuerdos incómodos de los propietarios. Y llenó la piscina, claro, para las veladas en el jardín, oliendo a jazmines, en esos días de calor sofocante de Andalucía.

¿Qué cara se le queda a uno cuando mira por la rejilla de la cancela de su vivienda y ve a un tipo bañándose en la piscina, mientras que él, propietario, tiene que marcharse a un hotel y seguir pagando todos los gastos de la casa que le han ocupado? A Jean O'Donoghue no le quedó otra salida y así lleva ya desde primeros de mayo. Tanto la Policía Local como la Guardia Civil le dijeron exactamente lo mismo, que sólo podían ayudarla con la denuncia, tramitarla cuanto antes y enviársela al juez, pero que nada más. Y en el juzgado, desbordados como están todos y en puertas de las vacaciones de verano, le contestaron lo mismo, que la atenderían en cuanto pudieran. "No entiendo cómo una persona no puede entrar en la casa donde ha vivido diecisiete años. Me parece que la Ley apoya más al delincuente que a la víctima", se lamenta la señora O'Donoghue en 'Andalucía Información'.

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En la civilizada Europa ha comenzado a extenderse en los últimos tiempos una iniciativa holandesa consistente en centralizar las ocupaciones con una empresa pública, de manera que aquellos que tienen necesidad de vivienda acceden a una casa deshabitada, pero con conocimiento de los propietarios que la 'ceden' hasta que consiguen alquilarla o venderla. Como en España el problema es otro, como la ocupación no sólo obedece a situaciones de necesidad sino de desvergüenza, la 'solución' de la empresa pública llegará, pero no acabará con el abuso.

También en eso es un ejemplo lacerante la historia de esta mujer irlandesa de Arcos de la Frontera: el tipo que ha ocupado la casa tiene más recursos económicos que la propietaria. "Este chico -le ha dicho Jean O'Donoghue a 'Diario de Cádiz'- dice que no tiene dónde dormir, pero la casa de su madre está justo ahí al lado, la de su tía está justo aquí mismo y me han contado que él tiene otra casa cerca y que la alquila por 700 euros. Este okupa tiene más dinero que yo, que puedo probar que no tengo recursos. No sé qué voy a hacer. Estoy desesperada".

El funeral se celebró en Irlanda y el caradura estaba en Españaesperando el momento. Ocupó el chalé de los guiris, le cambió la cerradura, instaló una alarma, tiró los muebles y llenó la piscina. Y ahora a disfrutar, que nadie va a a poder echarlo en una buena temporada. Ocupaciones ilegales de viviendas hay en toda Europa, acaso en muchos países del mundo, pero en ninguna otra parte alcanzarán esas historias la peculiaridad de las que ocurren en España. No, es imposible, esta desvergüenza, este desahogo, no tiene parangón.

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