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Pedro Sánchez gana la batalla del indulto
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Javier Caraballo

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Pedro Sánchez gana la batalla del indulto

Al margen de las apreciaciones de cada cual, es evidente que esta primera batalla la ha ganado el Gobierno. Queda una más a medio plazo: la resolución de los recursos contra los indultos en el Tribunal Supremo

Foto: El presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez. (EFE)

El vértigo de la política española se alcanza con solo mirar atrás tres o cuatro semanas: ¿qué pasaba en España a finales del mes de mayo? Isabel Díaz Ayuso se había impuesto por una amplia mayoría en las elecciones autonómicas que no fue absoluta en la Asamblea de Madrid, pero sí abrumadora en las calles. La avalancha que provocó esas elecciones, que hundió al PSOE en un mínimo histórico, relegado al tercer lugar, hizo que se comenzara a hablar de un cambio de ciclo político en España. A fin de cuentas, nada les había salido bien en 2021 a Pedro Sánchez ni a sus estrategas del ‘laboratorio’ de la Moncloa: la victoria inservible de Salvador Illa en Cataluña, el ridículo de la moción de censura de Murcia y la debacle de Madrid. Es decir, el peor momento posible, avalado por los peores augurios, para intentar el doble salto mortal: el indulto de los presos independentistas catalanes.

Desde que Pedro Sánchez llegó al Gobierno en junio de 2018, la oposición venía alertando de la existencia de unos supuestos ‘pactos secretos’ con Esquerra Republicana que incluían el indulto y la excarcelación inmediata de los presos. Pero el Gobierno siempre eludía el debate o se reafirmaba en lo que tantas veces había repetido: respeto a la sentencia y cumplimiento de las penas. La hemeroteca está cargada de desmentidos de los principales líderes del Gobierno y del PSOE, ¿cómo iba a cambiar de opinión justo en ese momento? Pues ocurrió. Para salir de todos los desastres anteriores, en el momento en que la valoración pública del presidente Pedro Sánchez y de su partido había caído sustancialmente en las encuestas; en ese momento crítico, la decisión del presidente fue agitar el avispero. Lo hizo: aprobó los indultos que los propios indultados le escupen a la cara.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se dispone a dar una declaración institucional en el Palacio de la Moncloa. (EFE)

A partir de esa decisión, que podría parecer inconveniente o desaconsejable para cualquier líder político, lo verdaderamente extraordinario, un mes después, es contemplar cómo ha evolucionado la opinión pública, esencialmente de izquierdas, en su valoración de los indultos, y cómo el Gobierno se ha fortalecido con una medida tan impopular o, por lo menos, que genera tantas reticencias. Quiere decirse, en suma, que si pensamos que Pedro Sánchez ha ganado la primera batalla de los indultos, no nos equivocaremos. Justo lo contrario ha ocurrido con el Partido Popular y sus aliados en el centro derecha y en la extrema derecha.

El vaticinio de un cambio de ciclo político produjo en el bloque de derechas el mismo efecto que dos años antes, en febrero de 2019, cuando decidieron ofrecer la imagen de su integración con una protesta conjunta, en la plaza de Colón. También entonces, en vísperas de unas elecciones generales, se pensó en el cambio de ciclo, como ahora, pero tampoco fue cierto: en este momento, además, las elecciones generales están a tres años de distancia. La cuestión, en todo caso, es que la protesta contra los indultos no alcanzó la notoriedad que esperaban los organizadores y, sin embargo, sirvió perfectamente al presidente del Gobierno para comenzar a armar su ofensiva a favor: la politización del debate.

De forma progresiva, tras la irrupción de las derechas en la plaza de Colón, las críticas hacia los indultos desde la izquierda se fueron atenuando. Podemos fijarnos en la evolución del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Cuando se destapó la intención del Gobierno de aprobar los indultos, a finales de mayo, García-Page dijo: "Sería uno de los grandes errores de la democracia. Lo último que querría es que un indulto injustificado a alguien que quiere seguir haciendo lo mismo se convierta en una condena para la organización que lo sustenta", en referencia a Pedro Sánchez y al PSOE. Un mes después, con los indultos ya aprobados, el mismo García-Page se ha sumado, pese a sus reticencias, a la esperanza de una nueva etapa en Cataluña: "Ojalá que en todos los sitios se pudieran exhibir hoy en España las lecciones que nos han dado la vida y la política, y mañana pueda empezar un curso en el ámbito político y de convivencia distinto".

También Fernández Vara, el presidente de Extremadura, del que cabía esperar su oposición a los indultos al independentismo catalán, se ha alejado de toda crítica: “Los indultos no son un fin, son un medio. El fin es el artículo 2 de la Constitución, la patria común. El sí es al proyecto compartido, la España donde quepamos todos. El camino es el encuentro. Derecha e independentistas se retroalimentan. La alternativa del PP es la confrontación”. No erraremos si pensamos que en el electorado de izquierda español de forma mayoritaria se está imponiendo esa visión ‘conciliadora’ de los indultos.

De hecho, la clave estratégica de la defensa de Pedro Sánchez de los indultos es haber conseguido trasladar el objeto de atención desde los independentistas, los nueve presos indultados, hacia la sociedad catalana y española. En el Liceo de Barcelona, lo dijo abiertamente el propio Sánchez: “Podría parecer que esta decisión les afecta solo a ellos, pero se dirige al conjunto de la sociedad catalana y al conjunto de la sociedad española. De ahí la clara utilidad pública de esta medida”.

El mensaje ha calado de forma inmediata en la sociedad catalana, que ya se mostraba favorable a los indultos en todas las encuestas que se realizaban, y se ha ido extendiendo progresivamente a otros sectores fuera de Cataluña. El ejemplo del escritor Javier Cercas es paradigmático en este sentido: hace dos meses, en abril, se convirtió en referente de la lucha contra el independentismo al denunciar el acoso al que se ve sometido; ahora es un defensor de los indultos porque ha aceptado el sentido social del indulto que defiende Pedro Sánchez.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a la salida del Congreso. (EFE)

Cada cual puede pensar sobre la concesión de los indultos lo que considere oportuno, como la inaceptable supeditación del poder judicial a una estrategia política, por bienintencionada que pretenda ser. Ya se ha remarcado aquí en otras ocasiones: lo más dañino de estos indultos es la falta de respeto a la división de poderes y a la independencia de cada uno de ellos, clave de bóveda para el funcionamiento del Estado de derecho en una democracia. Pero, al margen de las apreciaciones de cada cual, es evidente que esta primera batalla la ha ganado el Gobierno. Queda una más a medio plazo: la resolución de los recursos contra los indultos en el Tribunal Supremo, y todo indica que, también, será favorable para el líder socialista. A partir de ahí, los años que vengan nos dirán si, como piensa el Gobierno, el independentismo catalán, que ya está muy dividido, acepta, como el vasco, volver a la senda constitucional.

El vértigo de la política española se alcanza con solo mirar atrás tres o cuatro semanas: ¿qué pasaba en España a finales del mes de mayo? Isabel Díaz Ayuso se había impuesto por una amplia mayoría en las elecciones autonómicas que no fue absoluta en la Asamblea de Madrid, pero sí abrumadora en las calles. La avalancha que provocó esas elecciones, que hundió al PSOE en un mínimo histórico, relegado al tercer lugar, hizo que se comenzara a hablar de un cambio de ciclo político en España. A fin de cuentas, nada les había salido bien en 2021 a Pedro Sánchez ni a sus estrategas del ‘laboratorio’ de la Moncloa: la victoria inservible de Salvador Illa en Cataluña, el ridículo de la moción de censura de Murcia y la debacle de Madrid. Es decir, el peor momento posible, avalado por los peores augurios, para intentar el doble salto mortal: el indulto de los presos independentistas catalanes.

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