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Puerta grande o enfermería, el 'sanchenazo'
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Javier Caraballo

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Puerta grande o enfermería, el 'sanchenazo'

Se trata de una jugada política de alto riesgo, de las que solo puede esperarse el halago o la humillación, un triunfo inesperado o una derrota vejatoria

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Pool/Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Pool/Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa)
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Fue un sartenazo en la mesa. Por eso debemos llamarlo sanchenazo. Porque fue así como sonó, en medio de la noche, en cuanto se confirmó la última derrota que se esperaba evitar. Ya no cabía ninguna otra salida que esta que nadie esperaba. Por supuesto, tampoco él mismo, Pedro Sánchez, que tenía previsto, y hasta soñado, un final muy distinto de la legislatura. Pero no, la debacle de la izquierda en las elecciones municipales y autonómicas solo le ha dejado una salida, un bote salvavidas con el que pueda salvarse. ¿Salvarse? ¿Pedro Sánchez? ¿Convocando unas elecciones generales pegadas a las del gran batacazo?

Pues sí, esa es la cuestión, que el presidente y secretario general de los socialistas está convencido de que anticipar las elecciones generales es la única posibilidad que le queda para mantenerse en la Moncloa. Se trata de una jugada política de alto riesgo, de las que solo pueden esperarse el halago o la humillación, un triunfo inesperado o una derrota vejatoria. Puerta grande o enfermería, como saben los toreros que tienen que ser las decisiones finales en las que ya ni la muerte les importa. Pues en el equivalente político está el presidente Sánchez.

La prueba más clara de que el líder socialista está convencido de que aún puede seguir como presidente del Gobierno la encontramos en el decreto mismo de convocatoria anticipada de las elecciones generales. Todos los presidentes de Gobierno, todos, adelantan las elecciones por una sola razón: están seguros de que si las celebran unos meses, o un año, antes, pueden obtener un resultado mejor del que obtendrían si agotan el mandato. En el poder, todas las renuncias tienen detrás un cálculo de permanencia. Adelantar elecciones y disolver las cámaras forma parte de esas renuncias, seis meses que ya no se van a consumar.

A partir de esa intencionalidad en el adelanto, que nadie discutirá, las dudas nos aparecen cuando nos preguntamos, a continuación, qué beneficio electoral puede encontrar Pedro Sánchez uniendo las elecciones generales con la derrota abrumadora de las elecciones municipales y autonómicas. Si no hubiera sido mejor que pasaran los meses, que se disipara el aire mortecino de las sedes del Partido Socialista y que los dirigentes hubieran recuperado el aliento y la saliva, después de haber mordido el polvo. Que al electorado socialista se le hubiera pasado el mal trago o el cabreo.

Foto: Pedro Sánchez en la comparecencia. (EFE/Borja Puig de la Bellacasa)

Podemos estar seguros de que esa era la previsión de Pedro Sánchez, su planteamiento teórico: el PSOE resistiría el empuje de los populares en las municipales y autonómicas y, luego, disponía de medio año, hasta diciembre próximo, para relanzar su figura con la presidencia europea y la gestión de su Gobierno, tras un verano de récord turístico en toda España. Con lo cual, aquí encontramos ya la primera de las razones que hacen pensar a Pedro Sánchez que adelantar las elecciones es su única posibilidad de seguir en la Moncloa: dentro de seis meses, todos los problemas que hoy tiene el PSOE se habrán agravado o multiplicado. Aunque ahora sean malas las expectativas, peor serán dentro de seis meses. La debacle electoral descarta toda recuperación de su imagen pública porque lo urgente ahora es evitar la crisis interna en el PSOE, zanjar antes de que empiece cualquier debate interno en el partido. Los dirigentes que tenían preparado —porque lo tenían— un comunicado contra Pedro Sánchez para hacerlo público tras las elecciones se lo vuelven a guardar.

Hay un segundo motivo, relacionado con este primero. Además de evitar que el PSOE pueda estallar antes de las elecciones, el adelanto electoral persigue que algunos sus socios parlamentarios, desde Izquierda Unida hasta Podemos, pasando por confluencias y mareas, puedan autolesionarse un poco más, que es lo que suelen hacer con extraordinaria eficacia. Solo hay que oírlos hablar; cada vez que mencionan la palabra unidad, el deseo que se adivina es el de un puñal que se clava en la espalda del camarada al que están llamando. Ahora, con la convocatoria anticipada de elecciones, tienen solo 10 días, que son los que conceden los plazos electorales, para unirse en una sola candidatura y evitar que la división, como acaba de ocurrir, los borre de las instituciones.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Opinión

Existe, aún, una tercera razón a favor de la convocatoria anticipada: la confianza de que unas elecciones generales a finales de julio, en plena campaña vacacional, desactive a los votantes del centro derecha, confiados del reciente triunfo en las urnas. Pensemos, por ejemplo, en Andalucía, que es la comunidad más poblada de España y que se ha convertido, con Moreno Bonilla, en uno de los sustentos electorales del Partido Popular. Pues bien, en esta comunidad, sencillamente, está prohibido celebrar elecciones en los meses de julio y agosto, y Pedro Sánchez las ha convocado para el 23 de julio. Obviamente, la prohibición, que se contiene en el artículo 14 de la Ley Electoral de Andalucía, no afecta a unas elecciones generales, pero los efectos son los mismos. Las altísimas temperaturas que pueden esperarse en Andalucía en los meses de verano modifican horarios y costumbres en todos los aspectos de la vida, personales, laborales y lúdicos, con lo que es del todo lógico que también se introdujese en la ley electoral la exclusión de esos dos meses.

De modo que, sí, hagamos las cuentas mentales de lo que, con seguridad, ha llevado a Pedro Sánchez a encontrar solo ventajas en el adelante electoral: cercena la crisis en el PSOE, urge a la unión de los partidos que están a su izquierda y puede mejorar los porcentajes de participación del electorado socialista. Como el objetivo, desde hace mucho tiempo, no es ganar las elecciones generales, sino repetir en el Congreso la mayoría que lo sustenta, le basta con que el Partido Popular y Vox no consigan sumar una mayoría absoluta. Si lo consigue, habrá aprovechado su última oportunidad. Esta del sanchenazo.

Fue un sartenazo en la mesa. Por eso debemos llamarlo sanchenazo. Porque fue así como sonó, en medio de la noche, en cuanto se confirmó la última derrota que se esperaba evitar. Ya no cabía ninguna otra salida que esta que nadie esperaba. Por supuesto, tampoco él mismo, Pedro Sánchez, que tenía previsto, y hasta soñado, un final muy distinto de la legislatura. Pero no, la debacle de la izquierda en las elecciones municipales y autonómicas solo le ha dejado una salida, un bote salvavidas con el que pueda salvarse. ¿Salvarse? ¿Pedro Sánchez? ¿Convocando unas elecciones generales pegadas a las del gran batacazo?

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