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Pegarle a un policía (a propósito de María León)
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Javier Caraballo

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Pegarle a un policía (a propósito de María León)

El respeto y la obediencia a la autoridad, como concepto, es uno de los pilares fundamentales de un Estado de Derecho. A partir de ahí, eso de pegarle a un policía, no parece siquiera que merezca debate

Foto: La actriz María León, en el estreno de la serie 'El hijo zurdo'. (EFE/Fermín Cabanillas)
La actriz María León, en el estreno de la serie 'El hijo zurdo'. (EFE/Fermín Cabanillas)
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Situémonos, antes de comenzar, en el momento en el que todo se precipitó. Pongámonos en su lugar y en ese momento: la actriz María León acaba de finalizar la serie El hijo zurdo, una de sus mejores actuaciones, y lo está celebrando con el equipo en Sevilla, donde ha sido el rodaje. Quizá, haciéndolo así, podamos imaginarnos a nosotros mismos en esa circunstancia, una de esas situaciones en las que, de repente, en un plis plas, todo se tuerce, todo se jode. Era un sábado de octubre, el 1 de octubre del año pasado, cerca de las cinco de la madrugada. En una zona habitual de copas de la capital andaluza, cerca del parque de María Luisa, se ve a un grupo de diez personas que avanzan por la acera, charlando y riendo. Uno de ellos, va en bicicleta con una bebida en la mano, en un vaso de cristal. Unos agentes de Policía Local que están por la zona, en un patrullero, le dan el alto y le piden que se haga la prueba de la alcoholemia.

Esa es la chispa que lo incendia todo, a pesar de que el ciclista es el más tranquilo de sus amigos. Deja la bicicleta y accede a hacerse el test, como le ha pedido la Policía, al ver que conducía "con evidentes síntomas de estar bajo los efectos del alcohol". El ciclista está tranquilo, pero no ocurre igual con el resto de acompañantes, los otros componentes del equipo de El hijo zurdo. Se van acercando al furgón de Policía donde le están haciendo el test y comienzan las protestas: "¿por qué hay tanta Policía?, todo esto es un abuso policial", dice uno de ellos. Las protestas suben de tono cuando la Policía les ordena que se vuelvan a la acera, más lejos del furgón. "Yo hago lo que quiera, ¿quién eres tú para ordenarme nada?".

Foto: La actriz María León. (EFE/Mohammed Badra)

María León, que también se ha acercado al furgón, saca su móvil y comienza a grabar. Uno de los agentes la reprende y le pide que lo guarde, algo que hace, pero al instante vuelve a sacarlo. Es entonces cuando el mismo agente le solicita que se identifique, pero la actriz responde que no lleva el carné de identidad. "Tonto, ¿tú que eres el sheriff?", le dice, desafiante. Cuando el policía le comunica que tiene que acompañarlo a la Comisaría para identificarla y la lleva al patrullero, el vulgar incidente de un ciclista con una tasa de alcohol no permitida, que se hubiera solventado en diez minutos, se convierte en la peor pesadilla que pudiera imaginar ninguno de los implicados. Los de la serie rodean también el patrullero de la Policía, lo bloquean, y le abren la puerta a la actriz para que escape. Una agente la persigue y, cuando la alcanza, María León la llama "zorra" e "hija de puta", mientras le propina algunos golpes y una patada que hacen que la propia actriz caiga al suelo. Todos acaban en comisaría y, un año después, tres procesados, entre ellos María León, a la que la juez acusa de un delito de atentado a la autoridad y otro delito leve por lesiones a los agentes de Policía.

Obviamente, el relato anterior es el que se contiene en el auto de procesamiento y, si debemos darle crédito al menos por el momento, con respeto a la presunción de inocencia y a lo que pueda ocurrir en la vista oral, es porque durante la instrucción lo que se ha venido abajo es la versión que ofreció la propia actriz. Además de negarlo todo, "nunca he mentido y tengo la conciencia limpia", María León interpuso una denuncia contra los agentes por abuso de autoridad, que ha sido desestimada en dos ocasiones. En la última, el juez hacía notar que "llama la atención que, ni en la denuncia ni en el recurso, la recurrente [María León] ofrece explicación alguna a las lesiones objetivamente diagnosticadas a la agente de Policía, contusión en el pómulo derecho y contusión en la rodilla izquierda".

Foto: Diez organizaciones de derechos humanos y defensa de la libertad de expresión del país se concentran frente al Congreso para exigir a reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como ley mordaza. (EFE/Fernando Alvarado)

En todo caso, como queda dicho, la presunción de inocencia se mantiene hasta que exista una sentencia firme. Para lo que sí puede servirnos lo ocurrido es para volver a plantear uno de los debates más controvertidos de la política española: las faltas de respeto a la autoridad y de desobediencia a los agentes. Porque todo comienza ahí, justo ahí, cuando se profieren descalificaciones y burlas hacia los policías locales ("¿quién eres tú para ordenarme nada?", "tonto, ¿tú que eres, el sheriff?"). La pretendida reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, que la izquierda bautizó como ley mordaza, ha acabado bloqueada en esta legislatura porque, al final, el PSOE se negó a retirar de la ley esos dos aspectos, como le exigían sus socios parlamentarios y de Gobierno. Hay quien sostiene que esas faltas, que se castigan con multas no superiores a 600 euros, atentan contra derechos constitucionales y afirman, incluso, que en España está prohibido "hasta hablarle de tú a un Policía, porque puede considerarlo una falta de respeto".

O la grabación de la actuación de la Policía, cuando le hacían el test de alcoholemia al ciclista. Un agente le ordenó a María León que guardara el móvil porque está prohibido grabar, pero ¿está prohibido? Días después de producirse el incidente, la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía presentó una reclamación ante el Defensor del Pueblo, en favor de María León, en la que acusaba a los agentes de mala praxis, precisamente por negar la grabación con el móvil. Sostienen que el artículo 16 de la Ley de Seguridad Ciudadana "solo permite la identificación de una persona cuando existan indicios de que puede estar cometiendo una infracción o un delito, y grabar una intervención policial no es ninguna de las dos cosas".

Tampoco consideran justificado que trasladaran a la actriz hasta la comisaría por negarse a identificarse, a pesar de que esa misma Ley contempla el traslado a las instalaciones policiales "cuando no fuera posible la identificación por cualquier medio o, incluida la vía telemática o telefónica, o si la persona se negase a identificarse". ¿Pudo evitarse lo sucedido? Estoy seguro de que los propios protagonistas del altercado, cuando recuerdan ahora los instantes previos, su feliz regreso de la fiesta de fin de rodaje, están convencidos de que nada de lo que pasó debió ocurrir. En España, en los últimos años, quizá en la última década, se han multiplicado de forma exponencial las sanciones por falta de respeto y desobediencia a la autoridad. También esto debería ser objeto de reflexión, porque el respeto y la obediencia a la autoridad, como concepto, es uno de los pilares fundamentales de un Estado de Derecho. A partir de ahí, eso de pegarle a un policía, no parece siquiera que merezca debate alguno.

Situémonos, antes de comenzar, en el momento en el que todo se precipitó. Pongámonos en su lugar y en ese momento: la actriz María León acaba de finalizar la serie El hijo zurdo, una de sus mejores actuaciones, y lo está celebrando con el equipo en Sevilla, donde ha sido el rodaje. Quizá, haciéndolo así, podamos imaginarnos a nosotros mismos en esa circunstancia, una de esas situaciones en las que, de repente, en un plis plas, todo se tuerce, todo se jode. Era un sábado de octubre, el 1 de octubre del año pasado, cerca de las cinco de la madrugada. En una zona habitual de copas de la capital andaluza, cerca del parque de María Luisa, se ve a un grupo de diez personas que avanzan por la acera, charlando y riendo. Uno de ellos, va en bicicleta con una bebida en la mano, en un vaso de cristal. Unos agentes de Policía Local que están por la zona, en un patrullero, le dan el alto y le piden que se haga la prueba de la alcoholemia.

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