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La paradoja andaluza de Moreno Bonilla
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Javier Caraballo

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La paradoja andaluza de Moreno Bonilla

Cinco años de gobierno es un periodo suficiente para que la persistencia de la estadística negativa conlleve una reflexión mayor sobre la necesidad urgente de reformas estructurales

Foto: Juanma Moreno en un acto de la Junta en Jaén. (EFE/José Manuel Pedrosa)
Juanma Moreno en un acto de la Junta en Jaén. (EFE/José Manuel Pedrosa)
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Juan Manuel Moreno Bonilla encarna hoy el espíritu de la Paradoja de la satisfacción en Andalucía, un gobernante que aumenta sus expectativas electorales aunque en los cinco años que lleva al frente del Gobierno andaluz no ha cambiado la tendencia de ni uno solo de los problemas estructurales de esta comunidad. Veamos. Andalucía se mantiene como una de las regiones con más paro de Europa, con un porcentaje de desempleo que se aproxima al 20 por ciento (18,3 por ciento con datos del INE de 2023); ha perdido convergencia con respecto al resto de España en PIB per capita (está en el 74,1 por ciento de la media nacional, según el último informe de Contabilidad Regional de España); en Educación sigue a la cola del informe PISA con los peores registros en rendimiento medio en matemáticas, lectura y ciencias; y en Sanidad está a la cabeza en el número de pacientes y el tiempo de espera para una intervención quirúrgica y consulta de un especialista.

Sin embargo, a pesar de esta acumulación desastrosa de las estadísticas, el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, conserva una solidez política que, no solo no decrece, sino que, en los últimos sondeos publicados, aumenta. La mayoría absoluta con la que cuenta en el Parlamento de Andalucía, desde junio de 2022, se ampliaría en la actualidad, muy probablemente porque Moreno Bonilla es el único, de todos los líderes políticos andaluces, al que los ciudadanos aprueban en su valoración, la personal y también la de su acción al frente del Gobierno (según la última encuesta del Centro de Estudios Andaluces).

¿Es esa la famosa paradoja de la satisfacción de Andalucía? Podría decirse, claro, pero es evidente que en esa realidad sociológica, en apariencia contradictoria, confluyen otros factores, como veremos. (Ninguno de esos factores, por cierto, tiene que ver con los muchos tópicos negativos que soportan los andaluces históricamente y que no merece la pena ni mencionar; son fácilmente rebatibles) La paradoja es una formulación antigua del sociólogo cordobés Manuel Pérez Yruela, elaborada a finales del siglo pasado, cuando en Andalucía se registraban parámetros socioeconómicos similares a los que se comentaban antes y, sin embargo, era la comunidad autónoma más estable políticamente, con un gobierno hegemónico del PSOE de Andalucía.

El siempre recordado periodista Félix Bayón, a principios de la primera década del siglo, recurrió a esa paradoja para explicar la persistencia política del PSOE. "Tras los cambios que, en veinte años, han conducido a Andalucía del subdesarrollo hacia la sociedad del bienestar, existe el peligro de que la satisfacción de la sociedad andaluza bloquee la reflexión crítica sobre los problemas pendientes de resolver". El clima, la forma de vivir, la alegría de las gentes, la geografía, las ciudades, la luz, el mar… Todo lo que rodea al andaluz es lo que sustenta la paradoja de la satisfacción de Pérez Yruela y no deberíamos descartar que, de la misma forma que el socialista Manuel Chaves se sirvió de ese estado de ánimo durante dos décadas, en adelante le ocurra lo mismo al líder de los populares andaluces, Juanma Moreno Bonilla.

Foto: El presidente andaluz durante el reciente debate del estado de la comunidad. (EFE/Pepo Herrera)

De hecho, en la encuesta que antes se citaba del Centro de Estudios Andaluces, conocida esta misma semana, también se incluía esa satisfacción constante: "El 60,6% de los andaluces afirma que en Andalucía se vive mejor que en otras comunidades autónomas, principalmente por su clima y temperatura (54,2%) y por su filosofía de vida y el carácter de su gente (27%)". Y cuando les piden que puntúen, de cero a diez, su calidad de vida, la estimación media llega hasta el notable, un 7,31. En definitiva, que es tan abrupto el contraste entre la realidad socioeconómica de Andalucía y la percepción de sus ciudadanos sobre su calidad de vida, que es imposible elaborar una teoría más aproximada a la realidad que esa de la Paradoja de la satisfacción.

El principal problema de todo esto es que la repercusión política de esa paradoja de la satisfacción sea la inacción gubernamental. ¿Para qué esforzarse gobernando si el andaluz es un ser satisfecho por naturaleza? O, peor aún, que la consecuencia sea la degradación progresiva de la calidad democrática y la corrupción institucional. En las dos acabó sucumbiendo el Partido Socialista en Andalucía y los efectos electorales devastadores todavía los arrastra en la actualidad. Habrá andaluces que aún recuerden, aunque sea vagamente, la Segunda Modernización de Andalucía, anunciada por Chaves en 2001.

"La Segunda Modernización solo fue una inmensa campaña de propaganda política que los socialistas utilizaron hasta su extenuación"

El objetivo loable de aquella estrategia política era la de transformar toda la comunidad para relanzarla en el nuevo siglo. Una veintena de expertos de todas las materias elaboraron, durante dos años, un valioso documento de reformas estructurales, desde la propia administración andaluza hasta el sistema educativo, pasando por las infraestructuras, que finalmente quedaron en nada. La Segunda Modernización solo fue una inmensa campaña de propaganda política que los socialistas utilizaron hasta su extenuación. Casi veinte años después, en 2018, la entonces presidenta Susana Díaz seguía hablando de esta forma en sus discursos institucionales: "Es el momento de que el Sur también reciba la oportunidad histórica que merece, la Segunda Modernización de Andalucía".

Ese año de 2018 fue el último del PSOE al frente de la Junta de Andalucía y, también, el año en el que dos presidentes socialistas se sentaron en el banquillo de los acusados, y fueron condenados, por el monumental fraude de los ERE. En esas dos décadas, mientras que el PSOE proclamaba la nadería de la Segunda Modernización, fue cuando se produjo el despilfarro máximo de aquel sistema fraudulento de subvenciones al servicio exclusivo del sectarismo y del mantenimiento del poder político. En vez de reformas, clientelismo. Es evidente que ni el actual presidente andaluz, Moreno Bonilla, ni la gestión de su gobierno tienen nada tiene que ver con ese pasado putrefacto, de corrupción y propaganda, ni se les puede acusar de estar despeñándose por esa pendiente.

De hecho, a toda la estadística desastrosa que se enumeraba al principio, el Gobierno andaluz del PP le contrapone datos, igualmente irrefutables, de una mayor inversión en la sanidad pública o de un extenso paquete de medidas fiscales para atraer inversión a Andalucía. En Sanidad, por ejemplo, el último presupuesto aprobado por Moreno Bonilla contempla una partida de 14.246 millones de euros, que supone un 45% más de lo invertido por el último presupuesto socialista, en 2018. Y también es incuestionable que las rebajas de impuestos no han supuesto menores ingresos, sino todo lo contrario, un récord de recaudación en el tramo autonómico. Pero cinco años de gobierno es un periodo suficiente para que la persistencia de la estadística negativa conlleve una reflexión mayor sobre la necesidad urgente de reformas estructurales. Porque ya conocemos la historia. Y todo lo demás será solo eso, una recreación exponencial en la paradoja de la satisfacción.

Juan Manuel Moreno Bonilla encarna hoy el espíritu de la Paradoja de la satisfacción en Andalucía, un gobernante que aumenta sus expectativas electorales aunque en los cinco años que lleva al frente del Gobierno andaluz no ha cambiado la tendencia de ni uno solo de los problemas estructurales de esta comunidad. Veamos. Andalucía se mantiene como una de las regiones con más paro de Europa, con un porcentaje de desempleo que se aproxima al 20 por ciento (18,3 por ciento con datos del INE de 2023); ha perdido convergencia con respecto al resto de España en PIB per capita (está en el 74,1 por ciento de la media nacional, según el último informe de Contabilidad Regional de España); en Educación sigue a la cola del informe PISA con los peores registros en rendimiento medio en matemáticas, lectura y ciencias; y en Sanidad está a la cabeza en el número de pacientes y el tiempo de espera para una intervención quirúrgica y consulta de un especialista.

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