Es noticia
La oscuridad de la luz en Valdetorres del Jarama
  1. España
  2. No es no
Rubén Amón

No es no

Por

La oscuridad de la luz en Valdetorres del Jarama

Fernando Plaza se doctora como matador en una tarde de triunfos y angustias: de la salida a hombros del toricantano a la grave cornada de Juan Miguel, el torero que le dio la alternativa

Foto: Fernando Plaza saliendo a hombros de la plaza madrileña. (Cedida)
Fernando Plaza saliendo a hombros de la plaza madrileña. (Cedida)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

La luz en la oscuridad. Podía reflejarse con esta ambigüedad la imagen de Fernando Plaza a hombros en Valdetorres del Jarama. Porque anochecía en la arena madrileña. Y porque la precariedad de la luz eléctrica apenas alcanzaba a iluminar los alamares del vestido de toricantano.

Toricantano. No reconoce el sustantivo el corrector de Word, pero sí lo reconoce el diccionario de la RAE en alusión al diestro que toma la alternativa. Y eso hizo Plaza en el coso de Valdetorres. Se doctoró vestido de blanco. Impoluto, virginal, hasta que la sangre del toro expuso las apreturas de la faena inaugural y volvió a hacerlo en la lidia ajustada del sexto.

Foto: Julian López, 'El Juli', durante una corrida de toros en Manizales, Colombia. (EFE/Jhon Jairo Bonilla) Opinión

Luz en la oscuridad. No solo por el crepúsculo que desfiguraba el valle del Jarama, sino porque el triunfo del matador madrileño ocurría mientras los médicos operaban al torero que le había dado la alternativa. Un cornalón de 30 centímetros desgarró el muslo izquierdo de Juan Miguel. Herida limpia, esgrimía el parte médico, aunque la sensación —y la sugestión— en la plaza trasladaba un desenlace más severo y traumático. Un pelele parecía Juan Miguel suspendido en la cornamenta del ejemplar de Juan Luis Fraile. Un marrajo era el animal. Un homicida. Y una amenaza siniestra al desconcierto del matador, cuya escasez de contratos y de oportunidades tanto explicaba la falta de recursos como justificaba el arrojo y la desesperación.

El trayecto a la enfermería en volandas de los banderilleros sacudió la angustia de los tendidos, pero no arredró la mentalidad de Fernando Plaza. Necesitaba el triunfo en presencia de las cámaras de Telemadrid y postularse a la conquista de la Copa Chenel. Necesitaba reanimar una carrera de vaivenes y frustraciones. La pandemia malogró su buena estrella de novillero. Y el regreso a la profesión se resintió de la mala suerte en Las Ventas. No era Valdetorres la plaza que hubiera soñado Fernando Plaza como escenario de la alternativa. Tampoco el cartel, ni la corrida, pero la marginalidad del enclave madrileño no contradice la devoción de los espectadores ni la evidencia de haber alcanzado el primer objetivo que se había marcado el remoto becerrista: ya es matador de toros.

La marginalidad del enclave no contradice la devoción de los espectadores ni la evidencia de alcanzar el objetivo: ya es matador de toros

Ahí estaba su padre vestido de banderillero para arroparlo. Y se habían acercado unos cuantos aficionados cabales y no pocos profesionales. Tiene buen cartel Plaza, buen ambiente. Sobre todo por la pureza y la enjundia de la tauromaquia. Un torero de hondura y sobriedad. Un matador esencialista (la verónica, el natural). Los toros de Cerro Longo y de Fraile no le permitieron disfrutar como hubiera querido —menos opciones tuvo aún el francés Adriano— o como hubiéramos deseado sus partidarios, pero nos marchamos de Valdetorres con buenas sensaciones.

Una tarde de nubles y claros, en sentido literal y metafórico. Un ambiente acogedor en los tendidos. Precios populares. Familias. Abonados venidos desde Las Ventas. Y una plaza de toros coqueta en el valle del Jarama cuyo ruedo atravesaban las cigüeñas en la agonía bucólica del invierno.

Foto: El colombiano Ritter sufre una cogida en Las Ventas. (EFE)
TE PUEDE INTERESAR
Los toros se ponen en manos de un alemán con sede en Delaware para salvar su futuro
Guillermo Cid Alfredo Pascual Gráficos: Marta Ley

Se ubica Valdetorres en una posición equidistante respecto a Madrid y Alcalá de Henares. La caracterizan la portada plateresca de la Natividad y algunos restaurantes de buena comida tradicional, aunque los argumentos de mayor repercusión y reconocimiento son tan recientes como antiguos.

Me refiero al hallazgo de una villa romana. Y a los vestigios que la acordonan en la periferia del pueblo. Hubo una boda el sábado. De blanco iba la novia en el altar mayor. Y de blanco hacía el paseíllo Fernando Plaza. Despacito. Como si estuviera saboreando el sueño en los andares. Y como si la ceremonia de graduación le expusiera a discriminar la sombra de las luces, ahora que los nuevos galones riman con los espolones. Y que el torero madrileño ha atravesado a hombros el mayor rito iniciático.

La luz en la oscuridad. Podía reflejarse con esta ambigüedad la imagen de Fernando Plaza a hombros en Valdetorres del Jarama. Porque anochecía en la arena madrileña. Y porque la precariedad de la luz eléctrica apenas alcanzaba a iluminar los alamares del vestido de toricantano.

Tauromaquia Las Ventas
El redactor recomienda