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¿Y si Page liderara la rebelión manchega contra Sánchez?
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Rubén Amón

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¿Y si Page liderara la rebelión manchega contra Sánchez?

El presidente castellano-manchego dispone del poder político y de los recursos parlamentarios para neutralizar el despropósito de la amnistía y amenazar implícitamente la investidura de Sánchez

Foto: Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, en una visita al Servicio de Emergencias 112. (EFE/Ángeles Visdómine)
Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, en una visita al Servicio de Emergencias 112. (EFE/Ángeles Visdómine)
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Puede que a Emiliano García-Page le hayan impresionado la ejecución de Nicolás Redondo Terreros y las pretensiones ejemplarizantes de la purga, aunque la ley mordaza que Sánchez ha prescrito en el régimen interno del PSOE no debería convertirse en una excusa para silenciar el movimiento de insubordinación que lidera el presidente castellano-manchego.

Page no pertenece a la categoría de los dinosaurios, sino al género cualificado de los políticos en pleno ejercicio. Y representa al único barón territorial que ha alcanzado el hito de la mayoría absoluta, de tal manera que su estatus de líder intocable predispondría la oportunidad de una rebelión manchega —más implícita que explícita— contra la aberración de la amnistía.

Foto: Nicolás Redondo Terreros, en su despacho de Madrid, posa para la entrevista con El Confidencial. (Olmo Calvo)

¿Se atrevería García-Page a desautorizar el pacto siniestro de Sánchez y Puigdemont? De momento, no ha hecho otra cosa que cuestionarlo y denunciarlo. Y considerar la amnistía inconstitucional e inaceptable: incluso recuerda que su partido la proscribió en la campaña del 23-J con el mismo énfasis que repudiaba cualquier acuerdo político con Junts.

El ejercicio de memoria de García-Page bien podría acompañarse de una voladura controlada. Se trataría de utilizar toda su energía política no ya para denunciar la amnistía en los medios y en las tribunas, sino para exponer la amenaza de una subversión manchega en el trance de la investidura.

Conviene recordar que Page es el presidente territorial del PSOE. Y que su autoridad indiscutible en el ámbito regional del partido explica que él mismo haya delineado las listas del Congreso. Son ocho los diputados castellano-manchegos que tienen asiento en la carrera de San Jerónimo. Y los depositarios de la kryptonita que podría descarrilar la continuidad de Sánchez en la Moncloa si prospera la profanación de la amnistía.

García-Page es un cuerpo extraño en el PSOE contemporáneo y un activista del antisanchismo​

Y no hace falta que Page consume todavía la revolución ni la crisis. Es suficiente que la haga notar o que la insinúe de manera atmosférica, por mucho que el esquema totalitario del PSOE pretenda abortarla.

Page está llamado a adoptar una posición nuclear en el debate. Le obligan a hacerlo el respeto a la idiosincrasia y la ética del PSOE; la solidaridad con los dinosaurios maltratados, de González a Redondo Terreros; la discriminación territorial y financiera que implica el chantaje de los partidos soberanistas; la escalada de atrocidades políticas que amontona el sanchismo, entre los indultos, las relaciones privilegiadas con Bildu, la reforma del Código Penal a medida de los insurrectos y la expectativa de una ley de extinción de los delitos que ha cometido Puigdemont.

García-Page es un cuerpo extraño en el PSOE contemporáneo y un activista del antisanchismo, pero el rasgo más característico del presidente castellano-manchego es el poder que ejerce y el que puede ejercer, hasta el extremo de postularse como la alterativa mesetaria de Pedro Sánchez.

placeholder El presidente de Castilla-La Mancha y secretario general del PSCM-PSOE, Emiliano García-Page. (EFE/Manu Reino)
El presidente de Castilla-La Mancha y secretario general del PSCM-PSOE, Emiliano García-Page. (EFE/Manu Reino)

La rebelión interna necesita su tiempo de maduración, entre otras razones porque el patrón monclovense todavía especula con el silencio de la amnistía y porque el hermetismo caracteriza los contactos con el cuartel Waterloo.

Puede ejercer toda suerte de coacciones creativas García-Page y exponerse a la irancundia del timonel de Ferraz, pero es interesante considerarlas, por el bienestar de la nación y porque no sería la primera vez que una rebelión interna contradice las directrices de la gobernanza socialista.

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/Daniel González) Opinión

El propio Sánchez se negó a abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy. La dirección nacional la había prescrito como solución al bloqueo político, pero el diputado Pedro eludió la disciplina y renunció a su acta, hasta el punto de convertir aquella insumisión en el origen de su gran venganza y en el camino que lo ha convertido en el jefe de la Moncloa.

Felipe González y García-Page coinciden en la indignación de la amnistía, pero les diferencia la capacidad de influencia y de reacción. Y no porque la rebelión contra Sánchez desde Toledo sea un atajo para llegar al trono de Ferraz, sino por dignidad y por estrictas convicciones políticas.

Puede que a Emiliano García-Page le hayan impresionado la ejecución de Nicolás Redondo Terreros y las pretensiones ejemplarizantes de la purga, aunque la ley mordaza que Sánchez ha prescrito en el régimen interno del PSOE no debería convertirse en una excusa para silenciar el movimiento de insubordinación que lidera el presidente castellano-manchego.

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