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Tertulianos al poder, el golpe mediático de Sánchez
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Rubén Amón

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Tertulianos al poder, el golpe mediático de Sánchez

No contento con modificar el sistema de elección de RTVE, el perfil de los consejeros lleva al extremo la afinidad partidista y el comisariado político, como lo demuestra el posicionamiento "informativo" de la DANA

Foto: Pedro Sánchez atendiendo a los medios. (EP/ Radamés)
Pedro Sánchez atendiendo a los medios. (EP/ Radamés)
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No es cuestión de ponerse a escribir uno de su propio libro ("Tenemos que hablar", Espasa) pero sí de aludir al capítulo conclusivo porque "desenmascara" la figura del tertuliano. Y porque ubica su normalización en el hábitat mediático con las atribuciones de un cuñadismo estilizado. El tertuliano sofistica la charla del bar en su capacidad adaptativa a la actualidad, no digamos cuando funciona a tope la red wifi y cuando se pone a prueba su fanatismo en las cuestiones de servidumbres.

El fenómeno se manifiesta en la cobertura de la DANA. Los paracaidistas de cada flanco se restriegan los errores del PP y del PSOE. Mazonistas y sanchistas se juegan el salario al servicio de las obligaciones partidistas. Los peperos encubren con sumisión a la negligencia de la Generalitat. Los pedristas se adhieren a la teoría del complot ultraderechista para explicar la emboscada de la zona cero, entre otras consignas de emergencia.

Y no conviene generalizar en la categoría, ni mezclar a los tertulianos íntegros y profesionales con quienes forman parte de la cuota corporativa y con quienes trabajan por imposición de los partidos políticos.

Se trata de interferir en los programas y de controlar las tertulias, aunque no le resulta sencillo a ciertos colegas la disciplina partidista, sobre todo cuando la consigna varía en cuestión de horas. Un día se critica la amnistía porque no tiene encaje en la Constitución, mientras que unas horas después se defiende como una genialidad política y una clave de la convivencia.

Los peperos encubren con sumisión a la negligencia de la Generalitat. Los pedristas se adhieren a la teoría del complot ultraderechista

Y no hablamos únicamente de Sánchez. Cada partido, cada coalición, despliega a sus mercenarios. Los convierten en comisarios. Y le agradecen los servicios prestados, como ha sucedido con algunos ejemplos del consejo de RTVE. El PSOE y sus aliados han formalizado una lista de tertulianos que garantiza la cuota progubernamental de la mayoría de los miembros —el hecho cuantitativo— y que preserva la pureza de la línea editorial (el hecho cualitativo). Podrían buscarse perfiles ortodoxos, profesionales de consenso, pero el decretazo que certifica el control de la radio y televisión públicas se ha urdido específicamente para decantar y estimular el régimen de propaganda. Al tertuliano complaciente se le reviste de nuevos poderes. Y se lo incorpora a la inercia de la puerta giratoria para encargarse de una nueva misión. No desde el oleaje, sino desde las corrientes submarinas y desde los controles atmosféricos.

No es una singularidad del sanchismo ni de sus socios el control de los medios. Ha venido a saberse que Carlos Mazón —el mismo día de catástrofe— ofreció la dirección del canal autonómico a la periodista Maribel Vilaplana y que lo hizo saltándose las obligaciones del concurso, pero el volantazo que modifica el consenso parlamentario redunda en una apropiación de las instituciones que Sánchez ha convertido en expresión cesarista.

El control de RTVE se ejerce desde todos los ángulos y con todos los medios, y no parece verosímil que los sindicatos vayan a movilizarse ni que tampoco vayan a reproducirse los "viernes negros" con que los trabajadores del "ente" restregaron al PP sus evidencias de manipulación.

Cada partido despliega a sus mercenarios. Y le agradecen los servicios prestados, como con algunos ejemplos del consejo de RTVE

No contento con modificar el sistema de elección de los consejeros —basta con la mayoría simple de Parlamento si no se alcanzan los dos tercios—, Pedro Sánchez y sus compadres de coalición se han esmerado en asegurar el perfil sumiso y gregario de sus representantes. Por esa razón prevalecen los tertulianos de la "familia". Y por idénticos motivos se expone con todo descaro la identificación de la causa. Es la manera de llevar al extremo la concepción del muro que Sánchez anunció en su investidura. No reconoce los consensos parlamentarios ni considera a los ciudadanos que han secundado las opciones políticas del PP y de Vox.

El rumbo de RTVE se sobrepone al de la Moncloa. Y no es que todos los consejeros respondan al patrón del comisariado político, pero la gran mayoría de delegados y de tertulianos ha transigido con el sesgo ideológico que implica la apropiación de la radio y televisión públicas.

Escribo en mi libro que hay tres categorías de tertulianos y que acostumbran a desenvolverse en otros tantos tercios del ámbito mediático. El primero lo representan los periodistas u opinadores íntegros y honestos.

El control de RTVE se ejerce desde todos los ángulos y con todos los medios, y no parece verosímil que los sindicatos vayan a movilizarse

Es fácil reconocerlos porque sus comentarios no resultan previsibles o lo son menos de cuanto proliferan entre sus camaradas. Podrían identificarse en la categoría de los "no alineados". Y no por falta de convicciones, ni de ideas ni de principios, ni tampoco por responder a la equidistancia, sino porque eluden las posiciones militantes y las derivadas aguerridas que muchas veces exige el modelo de la polarización en vigor.

La segunda categoría la conforman los tertulianos corporativos. Los amiguetes. Los opiniatras cuya proyección profesional responde a las conexiones personales y a las coberturas gremiales. La tercera categoría corresponde a las imposiciones de los partidos políticos. Más o menos como si los tertulianos en cuestión fueran los infiltrados y los portavoces implícitos de las consignas que deben trasladarse a la opinión pública. Más fuerza y poder tiene un partido, más consigue intervenir en las tertulias y los debates con soldados o mercenarios perfectamente entrenados.

Y es ahora cuando Sánchez y sus socios los han revestido de galones y dignidad. Han sido glorificados en el Parlamento. Serán remunerados con 100.000 eurazos anuales. Y ya no necesitan desgastarse a pie de pista ni a borde de circo porque ahora mandan desde los despachos.

No es cuestión de ponerse a escribir uno de su propio libro ("Tenemos que hablar", Espasa) pero sí de aludir al capítulo conclusivo porque "desenmascara" la figura del tertuliano. Y porque ubica su normalización en el hábitat mediático con las atribuciones de un cuñadismo estilizado. El tertuliano sofistica la charla del bar en su capacidad adaptativa a la actualidad, no digamos cuando funciona a tope la red wifi y cuando se pone a prueba su fanatismo en las cuestiones de servidumbres.

Pedro Sánchez DANA
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