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Sumar ya está devorando a Yolanda Díaz
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José Antonio Zarzalejos

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Sumar ya está devorando a Yolanda Díaz

Ha tardado mucho la gallega en montar su puzle electoral; ha perdido en el 28-M la oportunidad de mostrar su tracción en las urnas y errado en el manejo de Podemos y de las listas. El 23-J no le ha permitido madurar el proyecto

Foto: La candidata de Sumar a presidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, en La Laguna, Tenerife. (EFE/Ramón de la Rocha)
La candidata de Sumar a presidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, en La Laguna, Tenerife. (EFE/Ramón de la Rocha)
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Tras la puesta en escena de Sumar en el polideportivo madrileño de Magariños a principios de abril pasado, Yolanda Díaz no ha logrado ningún éxito. Más bien al contrario. A los tres grandes partidos que se han incorporado a su plataforma-partido, les fue mal en las municipales y autonómicas del pasado 28-M. En Barcelona, perdió la alcaldía Ada Colau, puntal de su proyecto. En Valencia, además de derrumbarse el Gobierno del Botánico con un sensible retroceso de Compromís, Joan Ribó perdió también la alcaldía de la capital en favor del PP. En Madrid, Rita Maestra y Mónica García no pudieron evitar las mayorías absolutas del PP ni en el Ayuntamiento ni en la Asamblea de la comunidad. No se vio por parte alguna el empuje de los tres propulsores de Sumar ni el carisma de su lideresa. Pero la circunstancia añadida de unas elecciones anticipadas imprevistas ha restado, además, meses de maduración de su proyecto, que ha perfilado a martillazos.

La pelea con el núcleo duro de Podemos, hasta quebrar su resistencia excluyendo de las listas a Irene Montero (que ya tiene en Sumar la alternativa polémica de Elizabeth Duval) y a Pablo Echenique, ha convertido a Yolanda Díaz en objetivo a batir —cuando llegue el momento— de Pablo Iglesias y de los morados apartados de las listas del 23-J. Ione Belarra, relegada al quinto puesto de la plancha por Madrid, tiene pocas posibilidades de obtener el acta. Los morados más oficialistas, que se avinieron resignadamente a pasar por las horcas caudinas de la todavía vicepresidenta segunda del Gobierno, no van a desplegar un particular entusiasmo en la campaña y aprovecharán todas las contradicciones que perjudiquen a Díaz.

El que fuera jefe del gabinete del ministro de Exteriores con Rodríguez Zapatero, Moratinos, es, en palabras de Alfonso Guerra, "un trotskista"

Acaban de hacerlo: apoyan el referéndum que proponen los comunes catalanes que se parece bastante a una consulta por la autodeterminación (ella dice que este asunto "no está sobre la mesa") y el carácter político de los huidos y de los condenados por el procés, unos planteamientos alejados de las prioridades de Yolanda Díaz, que se esfuerza en sus propuestas sociales: aumento del salario mínimo interprofesional, ayudas directas a determinados colectivos, horarios laborales que tiendan al tope de las 32 horas semanales y una herencia universal a los jóvenes que resulta tan inverosímil y tan mal articulada que ruboriza su mero planteamiento. Lo de "expulsar" a periodistas del ejercicio profesional cuando "desinformen" es un resabio soviético que, in extremis, se ha retirado del programa.

Por otra parte, el error de insertar como su número dos al diplomático, hasta hace unos días embajador de España en la ONU, Agustín Santos Maraver (¿por qué Errejón el cuarto?) comienza a sembrar de problemas el espacio de Sumar. El que fuera jefe del gabinete del ministro de Exteriores con Rodríguez Zapatero, Miguel Ángel Moratinos, es, en palabras de Alfonso Guerra, "un trotskista". Pero, lo sea o no, su rastro ideológico resulta incómodo hasta en Sumar. Además de mostrarse benigno, y hasta afecto, con Marruecos, en coherencia con las tesis del ministro socialista que tanta confianza depositó en él, cree que el referéndum de autodeterminación de los saharauis no es "realista", al mismo tiempo que califica la española de "monarquía bananera" (haciéndolo por escrito y bajo seudónimo).

Santos Maraver, sin embargo, es partidario de la consulta independentista en Cataluña, los condenados por los hechos de septiembre y octubre de 2017 son para él "presos políticos", y el Estado español, "opresor". Como a la lideresa de Sumar le pierden las ocurrencias y los jeribeques, ha confundido la renovación con la recuperación de dinosaurios ideológicos en detrimento de otros perfiles más conectados con su propio espacio político. Que está por definir y que es difícil que se acabe definiendo, porque las tesis programáticas de Sumar son como agua en una cesta.

Foto: Yolanda Díaz. (EFE/R. García)

Conciliar los intereses de hasta 15 partidos es un objetivo imposible porque, además, salvo Podemos, son territoriales y anclados en las prioridades de sus respectivas comunidades. La competición entre autonomías en España —Valencia con Madrid y Barcelona con ambas, aquello que en Galicia suena bien, lo hace a chino en Canarias— introduce la iniciativa de Díaz en un callejón sin salida. Mucho más si, como parece, las cuestiones identitarias se imponen a las tesis sociales de la lideresa.

El hecho de que en las papeletas de Sumar se estampe el rostro de la vicepresidenta segunda del Gobierno delata, como en otros casos anteriores, que, por una parte, trata de expresar un hiperliderazgo, pero, por otra, que el único reclamo unitario para votar a Sumar es la propia Díaz. Sin ella, el proyecto no es reconocible, no es identificable. De ahí que la cuestión esencial consista en la solvencia de la propia Yolanda Díaz. Una solvencia cuestionable si se atiende a sus disertaciones entrecortadas, con frases buenistas e irreales, con apelaciones a la benéfica condición de los ciudadanos de izquierdas y a las salvíficas medidas que ella adoptará para que la "gente sea feliz". Además de su zigzagueante gestión de Sumar hasta el momento.

Y, por fin, el gran problema de Sumar y Yolanda Díaz: la depredación de su espacio por el PSOE. Pedro Sánchez no tiene otro territorio para practicar la cinegética del voto que el de su vicepresidenta y ministra de Trabajo. Cuando se agote el ruido de los pactos PP-Vox, se verá a Sánchez ir a por los afines de Sumar que están en la duda de si Yolanda Díaz es el PCE mondo y lirondo o es la izquierda cuqui. Ha tardado mucho la gallega en montar su puzle electoral, ha perdido en el 28-M la oportunidad de mostrar su tracción en las urnas y ha errado en el manejo de Podemos y de las listas electorales. A Yolanda Díaz el gesto se le ha vuelto adusto y cejijunto. Y su proyecto le comienza a devorar, mientras Tezanos juega a la ruleta con sus resultados y Rufián declara que le da más miedo ella que Abascal.

Tras la puesta en escena de Sumar en el polideportivo madrileño de Magariños a principios de abril pasado, Yolanda Díaz no ha logrado ningún éxito. Más bien al contrario. A los tres grandes partidos que se han incorporado a su plataforma-partido, les fue mal en las municipales y autonómicas del pasado 28-M. En Barcelona, perdió la alcaldía Ada Colau, puntal de su proyecto. En Valencia, además de derrumbarse el Gobierno del Botánico con un sensible retroceso de Compromís, Joan Ribó perdió también la alcaldía de la capital en favor del PP. En Madrid, Rita Maestra y Mónica García no pudieron evitar las mayorías absolutas del PP ni en el Ayuntamiento ni en la Asamblea de la comunidad. No se vio por parte alguna el empuje de los tres propulsores de Sumar ni el carisma de su lideresa. Pero la circunstancia añadida de unas elecciones anticipadas imprevistas ha restado, además, meses de maduración de su proyecto, que ha perfilado a martillazos.

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