¿Cómo ve la 'ordinary people' el espectáculo político?

He pasado muchas horas tras el debate del pasado jueves —antes de la votación— poniendo el oído en la calle, en el mercado, en el autobús. En realidad, si tuviera que titular diría que, salvo en determinados segmentos de población, la gente pasa. "Suficiente tenemos con el trabajo, atender a la familia, pagar los impuestos y atender a los hijos…", me comenta un pequeño empresario de comercio en el barrio madrileño de Tetuán.

La corrupción es algo que no se aguanta. Y de alguna manera se detecta un hartazgo de Rajoy, al que unos le achacan su debilidad ante los independentistas, pero otros no se creen que los que han llegado lo puedan hacer mejor. "Quítate tú, que me pongo yo…".

Sobre todo, preocupa el deterioro de la situación económica. Miedo a perder el trabajo y en otros la esperanza de encontrarlo.

Finalmente, hay un elemento de desapego hacia la política y sus actores de forma muy mayoritaria entre el pueblo llano. Pesimismo respecto al futuro

Hay un sentimiento muy compartido: la bajada de impuestos. Algunos expertos consideran que los tributos en España están todavía lejos de los que se pagan en el resto de los países de la Unión Europea. Pero para autónomos y profesionales los impuestos son altos. Se espera que marchado Montoro —ávido hasta la saciedad entre ese grupo de españoles—, incluso un presidente como Sánchez atienda a una cuestión clave. ¡Que apriete las tuercas al IBEX!

Finalmente, hay un elemento de desapego hacia la política y sus actores de forma muy mayoritaria entre el pueblo llano. Pesimismo respecto al futuro inmediato.

Dicen que el pueblo siempre lleva razón. ¿Por qué no le convocan ya?