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Una conspiración de pacotilla
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Graciano Palomo

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Una conspiración de pacotilla

Han perdido el poder —gracias también a sus gestiones— y les trae al pairo los gritos de "unidad, unidad" que resuenan en las plazas populares

Foto: Pablo Casado reunido con los exministros de Mariano Rajoy que apoyan su candidatura. (EFE)
Pablo Casado reunido con los exministros de Mariano Rajoy que apoyan su candidatura. (EFE)

"Todos a una", ha dicho el conocido como la "termita democristiana" y en su casa como García Margallo al intentar, con la gracia y maldad que le caracteriza, titular el almuerzo en ese restaurante vasco, cercano al madrileño Paseo de la Castellana, donde se conjuraron contra Soraya Sáenz de Santamaría quien, que yo sepa, también milita en sus propias filas.

"Todos a una", sí, para liquidar una formación política que no es suya y de la que se han aprovechado para conseguir fama, poder y en determinados casos, dinero. Me resulta vomitivo que una persona que durante diez años (sin ningún mérito que se conozca) fue secretaria general del Partido Popular levante ahora bandera rompedora y letal al lado de nombres tan señeros y limpios como los de José Manuel Soria —el de las cuentas en el extranjero— o el propio García Margallo.

Foto: El diputado del Partido Popular y candidato en la primarias para presidir su partido, Pablo Casado. (EFE)

¿Se han vuelto locos? No. Han perdido el poder —gracias también a sus gestiones— y les trae al pairo los gritos de "unidad, unidad" que resuenan en las plazas populares. Ellos están en lo suyo. Van camino de reeditar el epitafio en una nueva UCD (II). Lo curioso es que todos los que se conjuraron en ese aquelarre tienen su parte alícuota de responsabilidad en lo que sucede en estos momentos en España. Sabíamos que algunos de ellos no tenían capacidad política ni técnica alguna para sentarse alrededor de la mesa del Consejo de Ministros y que, en definitiva, lo hicieron por mera amistad con Rajoy y en otros casos —Dolors Monserrat, Juan Ignacio Zoido y algunos otros—, porque Cospedal tiró de influencia para que Mariano les cooptara. Ahora les pasa la factura: apoyen al adversario de Soraya porque esta es mi enemiga.

"Las elecciones primarias son como una guerra civil. Pero jamás pensé que estos dirigentes tuvieran tanta capacidad para la autodestrucción"

Comprendo el enfado (a su estilo) del expresidente del partido y del gobierno. Está sucediendo justamente lo que temía: la división y el cuarteo en una formación donde para estos lo que menos importa son las ideas y los votantes y lo que más su protagonismo y su poder personal. En las horas posteriores al triunfo de la moción de censura, una de las personas más cercanas a Rajoy comentaba 'sotto voce' que se largaba a Santa Pola y que ahí les dejaba "por si querían matarse…".

Ya sabemos que las elecciones primarias son —en todos los partidos— como una especie de guerra civil. Pero jamás pensé que estos dirigentes —arrojados por la ventana en una extraña conjunción de izquierda y separatistas— fueran tan estultos y tuvieran tanta capacidad para la estupidez y la autodestrucción.

¡Vivir para ver!

"Todos a una", ha dicho el conocido como la "termita democristiana" y en su casa como García Margallo al intentar, con la gracia y maldad que le caracteriza, titular el almuerzo en ese restaurante vasco, cercano al madrileño Paseo de la Castellana, donde se conjuraron contra Soraya Sáenz de Santamaría quien, que yo sepa, también milita en sus propias filas.

Soraya Sáenz de Santamaría Pablo Casado José Manuel Soria José Manuel García Margallo