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La tortilla no tenía patata, ni huevo, ni cebolla
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Graciano Palomo

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La tortilla no tenía patata, ni huevo, ni cebolla

Aún, votando a favor de Pedro Sánchez, habría presidente y, por ende, gobierno, pero ello no significa en modo alguno que hubiera sido posible la "gobernabilidad" de un país atónito y pagano

Foto: El Congreso vuelve a rechazar la investidura de Pedro Sánchez. (EFE)
El Congreso vuelve a rechazar la investidura de Pedro Sánchez. (EFE)

Los periodistas de mi generación solemos darnos ánimo unos a otros con el socorrido argumento de "¿nos queda algo por ver?". Sí, nos quedan muchas cosas, por inimaginables que estas puedan parecer.

En 86 largos días —el Congreso se ha gastado la friolera de 14 millones de euros en sueldos, "sin contar mujeres ni niños" que diría el evangelista— un ganador de las elecciones "sobrao", pasado de sí mismo, autoconvencido de que la "baraka" de la moción de censura le acompañará siempre, se ha dedicado a todo menos al trabajo por el que le pagamos. En su inmensa autoestima creyó —todavía lo cree— que podía armar una tortilla de patata, eso sí, sin patata, sin huevo y… sin cebolla.

El PSOE presume de ser un partido de marcado tinte socialdemócrata ("socialismo en libertad"), lo ha sido, en efecto, con Felipe González, Joaquín Almunia, Alfredo Pérez Rubalcaba, incluso con el pobre Zapatero y creo que también con Pedro Sánchez. Esto es, constitucionalista, europeo, que cree en la igualdad de salida y no de llegada y el resto de aditamentos que adornan un centroizquierda al uso mundial. Podemos, según autodefinición de su gran timonel, tiene un ADN comunista (aunque envuelvan sus ropajes en ese invento dialéctico de "socialismo del siglo XXI" que capota en todos los lugares de la tierra porque básicamente ignora la REALIDAD), con una marcada vocación intervencionista (desde el control de los medios de comunicación a los kilovatios), con una peculiar idea de Europa, que abomina de la Constitución del 78 y que no abjura de las dictaduras asesinas iberoamericanas, entre otras cosas. ¿Cómo se puede hacer un gobierno de coalición (tortilla de patatas) sin los ingredientes que le dan nombre?

El resto son meros corolarios de egos, ambiciones, chulerías, juegos de salón (bastante pobres, por cierto) y marrullerías por el poder y las poltronas

Este es el asunto mollar del tema que nos ocupa al, margen añadido del desprecio mutuo con el que se agasajan Sánchez e Iglesias. Aún, votando a favor de Pedro Sánchez, habría presidente y, por ende, gobierno, pero ello no significa en modo alguno que hubiera sido posible la "gobernabilidad" de un país atónito y pagano (de pagar) ante lo que sucede entre las mesnadas de la izquierda. Si, como ha escrito un colega recientemente avezado en estas páginas, la cuestión es que no hay coincidencia alguna (por tradición política y creencias básicas) en lo que son y representan los fundamentos básicos de la España constitucional y en libertad democrática.

El resto son meros corolarios de egos, ambiciones, chulerías, juegos de salón (bastante pobres, por cierto) y marrullerías por el poder y las poltronas.

¿Cómo se puede hacer un gobierno de coalición (tortilla de patatas) sin los ingredientes que le dan nombre?

Que se suban ambos en el metro, se tomen un café de incógnito en cualquier bar de los barrios pobres, y sabrán a ciencia cierta y sin necesidad de ningún Rivera, lo que el pueblo llano piensa de ellos.

La moción anti-Rajoy les dio buenos dividendos, nada menos que el poder. Pero ese chollo ha llegado a su final. Haría bien el presidente en funciones, desde mi punto de vista, si decide convocar nuevas elecciones… Antes de que a RTVE solo la escuchen y vean los sobrinos de Rosa María Mateo.

Contra Rajoy vivían más cómodamente.

Los periodistas de mi generación solemos darnos ánimo unos a otros con el socorrido argumento de "¿nos queda algo por ver?". Sí, nos quedan muchas cosas, por inimaginables que estas puedan parecer.

Pedro Sánchez RTVE Rosa María Mateo