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De progresistas y superioridad ética
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Graciano Palomo

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De progresistas y superioridad ética

Escribo lo anterior porque a diario oigo hablar de "gobiernos de progreso", "progresistas"… El progreso es antes que nada "progresar", no retroceder

Foto: Eugéne Delacroix, 'La Libertad guiando al Pueblo'. Óleo sobre tela, 1830
Eugéne Delacroix, 'La Libertad guiando al Pueblo'. Óleo sobre tela, 1830

La izquierda española, por lo general, todavía ignora que el 9 de noviembre de 1989, las manos de los alemanes oprimidos derribaron piqueta en mano el Muro de Berlín. No fueron los carros de combate de la NATO, no. Fueron las manos de los teutones las protagonistas, oprimidas por 50 años de esclavitud y miseria comunista y los asesinatos de la Stasi, asunto en el que Juan Carlos Monedero es un experto (sobre la Stasi, me refiero).

Fue la Revolución Francesa (5/5 1789) la que acuña el término "progresismo". Se entendió como "reformismo" que se sustancia en diversas tendencias políticas de entonces en busca de los derechos civiles que luego encontraron cierta acogida en distintos movimientos.

En lo económico y social del progresismo, su principal consigna era que las capacidades del individuo no por sus circunstancias al nacer, esto que el Estado debe garantizar para que sea el esfuerzo humano el único factor que determine sus ambiciones en la vida.

En la calidad real de la vida de los ciudadanos, se envuelven en palabras icono para esconder sus vergüenzas intelectuales

Escribo lo anterior porque a diario oigo hablar de "gobiernos de progreso", "progresistas"… El progreso es antes que nada "progresar", no retroceder. Los que tienen poco que ofrecer en lo concreto, en lo que afecta a la creación de empleo (la madre de todos los progresos), en la calidad real de la vida de los ciudadanos, se envuelven en palabras icono para esconder sus vergüenzas intelectuales y desde ahí auto concederse una superioridad moral y ética. Supuesta, naturalmente.

Progresista es también, sin duda, vivir como se pregona. Verbigracia. Leonardo Di Caprio, un ecologista de libro, acaba de donar 5 millones de dólares, para luchar contra el incendio del Amazonas. Porque los tiene, claro. Pero podía quedarse con ellos. Estoy harto de los falsos progresistas que no pagan la Seguridad Social de sus empleadas de hogar o que, arremetiendo contra la educación privada, llevan a sus hijos a los colegios más elitistas o acuden a la sanidad privada cada vez que les sale un furúnculo en sus partes. O que se gastan en una cena lo que a un trabajador le cuesta ganar durante tres meses. No hay nada más progresista que la verdad en el comportamiento personal y, de paso, la cultura del mérito.

Estoy harto de los falsos progresistas que arremetiendo contra la educación privada llevan a sus hijos a los colegios más elitistas

No voy a dar nombres. Basta con encender cualquier canal de televisión y apuntar.

Lo dijo el clásico: las palabras, mueven. El ejemplo, arrastra.

Cuando no se vive como se dice pensar se acaba pensando como se vive.

La izquierda española, por lo general, todavía ignora que el 9 de noviembre de 1989, las manos de los alemanes oprimidos derribaron piqueta en mano el Muro de Berlín. No fueron los carros de combate de la NATO, no. Fueron las manos de los teutones las protagonistas, oprimidas por 50 años de esclavitud y miseria comunista y los asesinatos de la Stasi, asunto en el que Juan Carlos Monedero es un experto (sobre la Stasi, me refiero).

Juan Carlos Monedero Seguridad Social