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Un gobierno carcomido por las puñaladas
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Graciano Palomo

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Un gobierno carcomido por las puñaladas

¿Qué Iglesias estima que los ósculos y abrazos con los bilduetarras y rufianes de toda condición son una "alianza histórica"? ¡Sea dogma de fe socialextremista!

Foto: Los vicepresidentes Pablo Iglesias, Nadia Calviño y Teresa Ribera; la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, y la ministra de Defensa, Margarita Robles. (EFE)
Los vicepresidentes Pablo Iglesias, Nadia Calviño y Teresa Ribera; la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, y la ministra de Defensa, Margarita Robles. (EFE)

No hay día en que no se conozca una bronca entre los miembros del llamado gobierno de coalición y no precisamente en asuntos baladíes. Todas esas broncas, como ya he tenido ocasión de explicitar en esta columna, las termina ganando Iglesias: desde su incorporación a la Comisión que repartirá el maná europeo a la "enmienda desahucios" de la que no quería ni hablar la ministra de Economía. Se podrían tabular hasta 30 ocasiones con las que concluir que los proyectos de una formación y otra son tan dispares como la moralidad de la Madre Teresa y la de Cicciolina.

Cuando a un ministro(a) que dice militar en el PSOE se le ocurre plantear alguna iniciativa en aras de la realidad, que podría contradecir el sentir de una izquierda tan añeja como el asalto a la Duma (1917) por parte de los bolcheviques, hete ahí al señor vicepresidente que telefonea a su teórico jefe en el Gobierno y deja a los pies de los caballos a Calviño, Escrivá, Robles, Calvo, Campo y todo el que pasee por moqueta.

Eso respecto a lo que transciende que tampoco es mucho; esto es, lo que interesa al poder.

Foto: El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, y la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. (EFE) Opinión
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¿Qué sucede? Fácil de comprender. Iglesias siempre amenaza con mandar a chiflar a la vía el poder sanchista, algo que tiene bien grabado en el subconsciente al que solo le interesa eso, el poder. Y a ponerse en posición genuflexa en cualquier día, hora y minuto. ¿Qué Iglesias estima que los ósculos y abrazos con los bilduetarras y rufianes de toda condición son una "alianza histórica"? ¡Sea dogma de fe socialextremista! Por eso, he escrito en numerosas ocasiones que el problema no son Iglesias&Otegi&Rufián. No. A esos y sus camadas los conoce todo el mundo. Uno quiere la república plurinacional, otro la España roja, republicana y rota y el de más allá, sencillamente la liquidación del Estado. ¡No se ocultan! Siempre pretendieron eso.

El problema es aún mayor para ministras como Margarita Robles, cuando desde el propio Gobierno la zahieren, desprecian, insultan y se chotean de ella

El problema es la claudicación de un jefe de Gobierno que prometió por sus saunas familiares mantener intacta la unidad del Estado que lejos de ser una antigualla es la garantía en progreso de derechos y libertades de los más débiles. En cambio, como le han recordado personajes que adoró hace unos años (Felipe&Guerra, entre otros) se alía con una izquierda reaccionaria, con caspa carlista, que ni siquiera se lleva en las latitudes más aceradas de Iberoamérica.

El problema es aún mayor para ministras como Margarita Robles, persona razonable y de leyes, cuando desde el propio Gobierno la zahieren, desprecian, insultan y se chotean de ella. ¿Acaso necesita ese sueldo para vivir para permitir esa orgía de descalificaciones?

El poder, señor presidente, señor vicepresidente, señores ministros y ministras, señor director del Gabinete, no es nada si no lleva inserto la 'auctoritas'.

¡Válgame la Virgen de las Viñas!

No hay día en que no se conozca una bronca entre los miembros del llamado gobierno de coalición y no precisamente en asuntos baladíes. Todas esas broncas, como ya he tenido ocasión de explicitar en esta columna, las termina ganando Iglesias: desde su incorporación a la Comisión que repartirá el maná europeo a la "enmienda desahucios" de la que no quería ni hablar la ministra de Economía. Se podrían tabular hasta 30 ocasiones con las que concluir que los proyectos de una formación y otra son tan dispares como la moralidad de la Madre Teresa y la de Cicciolina.

Nadia Calviño Bildu Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)