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Iglesias se la juega con su "no pasarán"
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Josep Martí Blanch

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Iglesias se la juega con su "no pasarán"

Que Pablo Iglesias vaya a cortarse la coleta de vicepresidente tiene consecuencias para el futuro más inmediato del Gobierno español

Foto: El candidato a la presidencia de Madrid, Pablo Iglesias. (EFE)
El candidato a la presidencia de Madrid, Pablo Iglesias. (EFE)
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La política española se halla inmersa en una competición histriónica de movimientos tan inesperados como bruscos, tan sorprendentes como arriesgados. La lógica de la industria política del siglo XXI no acepta ni tiempos muertos, ni paréntesis de rutina y aburrimiento. Así las cosas, Pablo Iglesias, el más heterodoxo de la clase, no iba a quedarse atrás y perder pizca de protagonismo. Y ahí es nada la que ha liado para salir en la foto: adiós muy buenas a la vicepresidencia del Gobierno y hola que voy Asamblea de Madrid.

Que Pablo Iglesias vaya a cortarse la coleta de vicepresidente tiene consecuencias para el futuro más inmediato del Gobierno español, en la propia Unidas Podemos y en la gran batalla de Madrid que ya ha empezado. Pero tiene también consecuencias para él, puesto que ha decidió jugarse su presente y futuro político a cara o cruz.

Foto: Pablo Iglesias. (EFE) Opinión

Encabezar la lista de su partido en las elecciones madrileñas permite a Pablo Iglesias abandonar el barco del Gobierno español con cierto efectismo y construir la imagen de un batallador sin apego a los cargos y dispuesto al combate. Una forma como otra de hacer de la necesidad virtud. Porque Pablo Iglesias es listo y sabe que sus heridas de guerra son ya lo suficientemente severas como para haber tomado conciencia ya hace tiempo de que el futuro de su partido no pasa por él.

Con su decisión resuelve —al menos en teoría— la sucesión en la formación morada y proporciona tiempo de sobra para que la ministra de trabajo, Yolanda Díaz, con los galones de vicepresidenta que él deja libres, adquiera mayor notoriedad y construya un liderazgo que la convierta en una candidata con un mínimo de garantías para las próximas elecciones generales, que no serán fáciles para Unidas Podemos puesto que el menor de una coalición siempre acaba desdibujado.

Hacía ya muchos meses que ella se dejaba querer y que trabajaba con el objetivo de convertirse en la próxima lideresa podemita. En las últimas semanas, Pablo Iglesias ya se había referido explícitamente a la ministra de trabajo como la persona que debía encabezar el futuro. Con su dimisión sacraliza esta elección y sitúa en las espaldas de la ministra de trabajo la responsabilidad de mantener a flote a su partido sin que este desaparezca a la sombra de Sánchez. ¡Menudo regalito!

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE) Opinión
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La salida de vicepresidente Iglesias del Consejo de Ministros también servirá para rebajar la tensión entre los dos partidos de la coalición y hacer más fácil la continuidad de la legislatura. Pablo Iglesias andaba matando a pellizcos al Ejecutivo al que debía servir. Sus declaraciones sobre la calidad democrática en España, su posicionamiento respecto a los presos independentistas a los que considera directamente presos políticos o las múltiples desavenencias con el PSOE en políticas sectoriales tensionaban cada vez más al Gobierno y lo estresaban permanentemente.

El movimiento del presidente del Gobierno cogiendo de la mano a Inés Arrimadas para dar unos pasitos hacia el centro no se explica sin el 'pressing' permanente de Podemos en dirección a la izquierda. Pedro Sánchez ganará con la marcha de Iglesias un plus de serenidad y puede que también, aunque no tiene por qué ser así, de cohesión. Esto será de gran ayuda en la medida en que se pretenda alargar la legislatura más allá de 2022, cosa de la que cada vez más gente tiene serias dudas. No obstante, si Iglesias se lo propone puede seguir distorsionando desde fuera del Ejecutivo.

Foto: Mónica García, portavoz de Más Madrid. (EFE)

En lo que atañe a la batalla de Madrid, Pablo Iglesias responde con su propio órdago a la polarización incentivada por Isabel Díaz Ayuso que ha llamado a los ciudadanos a las urnas para elegir entre “socialismo o libertad”. Al dilema propuesto por la actual presidenta, Iglesias confronta el suyo propio: “izquierda o fascismo”. Las elecciones de Madrid se plantean, en términos dialécticos, como si la comunidad y toda España estuvieran a las puertas de un conflicto bélico. Es una lástima que nadie se dé cuenta del daño que se le hace a un país cuando unos y otros actúan con tanta frivolidad.

A pesar de tantos argumentos que pueden ayudar a entender la decisión de Pablo Iglesias, lo cierto es que se trata de un operación de máximo riesgo. Todo parece que Más Madrid se sumará a la lista conjunta que ha propuesto Iglesias, con lo que el primer objetivo de reunificar a su familia política está ya conseguido. Pero el gran objetivo consiste únicamente en evitar a toda costa que el PP, que ganará claramente las elecciones, alcance la mayoría absoluta en solitario o con el apoyo de VOX. Esta es la bandera con el “No Pasarán” que propone Iglesias y que determinará, en función de los resultados, si se convierte en el héroe que siempre ha pensado ser. Por el contrario, si fracasa y Ayuso puede formar Gobierno, estaremos ante su punto final definitivo. La coleta de vicepresidente que ha decido cortarse ya no volvería a crecer y Pablo Iglesias sería solo ceniza política.

La política española se halla inmersa en una competición histriónica de movimientos tan inesperados como bruscos, tan sorprendentes como arriesgados. La lógica de la industria política del siglo XXI no acepta ni tiempos muertos, ni paréntesis de rutina y aburrimiento. Así las cosas, Pablo Iglesias, el más heterodoxo de la clase, no iba a quedarse atrás y perder pizca de protagonismo. Y ahí es nada la que ha liado para salir en la foto: adiós muy buenas a la vicepresidencia del Gobierno y hola que voy Asamblea de Madrid.

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