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Ojalá más micros abiertos
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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Ojalá más micros abiertos

Y mientras una parte del feminismo se ha volcado últimamente en discutir el influjo de la contribución foucaultiana en la teoría queer, lo del mocho sigue sin estar claro

Foto: Imagen de Alejandro Piñero Amerio en Pixabay.
Imagen de Alejandro Piñero Amerio en Pixabay.
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España necesita urgentemente micros abiertos para escucharse más a menudo a sí misma. Es formidable cuántas cosas pueden descubrirse cuando la vida se graba sin querer. Gracias a la pillada de un micrófono abierto en la retransmisión de la gala de los Goya, parece que hayamos descubierto que en este país todavía hay insultos sexistas contra las mujeres. ¡Clamor en las redes sociales durante la retransmisión de los Goya por escucharse a dos hombres decir que una actriz parecía “un putón verbenero”! RTVE va a investigar los comentarios. España, atónita.

Nos llaman putas, sí. Y muy a menudo. Y claro que es una vergüenza. No es necesario pasearse por la alfombra roja para que a una mujer la denigren. Tampoco hace falta un micro abierto para descubrirlo. Basta con abrir Twitter. Políticas y periodistas somos las mujeres que más insultos sexistas recibimos en redes sociales, según un estudio de la Universidad de Vigo. Los más repetidos: feminazi, zorra y, por supuesto, puta. Además de machistas, el gañanismo suele mostrar muy poca variedad léxica. Son muy frecuentes también analfabeta, comepollas, cerda y asquerosa.

Foto: Marta Nieto, en la alfombra roja de los Goya 2021. (Limited Pictures)

Tras analizar más de 550.000 tuits, entre publicaciones de un grupo de diputadas y periodistas, este estudio descubrió que 62.560 de las respuestas contenían insultos y comentarios ofensivos, la mayoría sexistas. El estudio analiza perfiles como el de Carmen Calvo, Cayetana Álvarez de Toledo, Ana Pastor y Julia Otero y, de todas las menciones directas que reciben a diario estas mujeres, solo el 15% era positivo y el 61%, negativo o hiriente. Las actrices seguro que tampoco se quedan atrás, especialmente cuando les da por opinar de la vida más allá de los escenarios.

Detrás de este empeño en pasarse la tarde llamando puta a cualquier mujer con la que se disiente detrás de un seudónimo, no sé si lo que se esconde es una crisis de la masculinidad o de vocabulario. Suelo imaginarme a los 'trolls' al fondo de la barra del Bar de Moe. Como esos personajes tan grises a los que los guionistas no se molestan ni en ponerles nombre porque han llegado a la vida de relleno.

Políticos y comunicadores también reciben insultos a diario, claro. Twitter es Twitter. Pero además de en menor medida, las descalificaciones contra ellos giran habitualmente en referencia a su trabajo o su ideología. A la mala educación del vertedero digital, las mujeres sumamos una misoginia cada vez más normalizada, como si estuviera en el sueldo aguantar que nos llamen putas. Lo he comprobado, pero el contrato no dice nada. Tampoco estoy pidiéndoles a los 'trolls' que nos insulten con perspectiva de género, entiéndanme. Por más que al vicepresidente del Gobierno le parezca que haya que naturalizar el insulto, mejor exijamos respeto para todos. Tampoco parece mucho pedir que no nos insulten por hacer nuestro trabajo.

Foto: Una de las imágenes más populares en estos foros, acompañada por el mensaje "esto es lo que me pasa cuando entro en una fiesta".

El estudio de los investigadores Teresa Piñeiro y Xabier Martínez alerta del peligro de normalizar el discurso de odio, especialmente virulento en el caso de las mujeres con proyección pública. Pero no solo las famosas son susceptibles de recibir insultos en las redes. Ser conocida solo lo amplifica. Las adolescentes están acostumbrándose a crecer en un entorno digital en el que aguantar que te llamen puta es cada vez más frecuente. Y mientras las plataformas e instituciones se desentienden, tanto insulto y hostigamiento sistemático acaba derivando en que las mujeres se autocensuren más y rebajen su perfil público, según otro estudio de Amnistía Internacional. Esto no es nuevo, claro. Explica Mary Beard en ‘Mujeres y poder’, que la idea de mantener alejada a la mujer del discurso público empezó en la 'Ilíada' y 3.000 años más tarde la inercia continúa con los 'trolls' de Twitter.

En las redes no solo hay insultos, claro. También mucho talento. Ha sido en ellas donde más se ha manifestado el feminismo este 8-M tan atípico en el que las pancartas se volvieron forzosamente digitales por la pandemia. También en redes hay muchos hombres feministas. Cada vez más, afortunadamente. La cómica Virginia Rodrigo les dedicaba en su Instagram este mensaje por el 8-M: “Queridos amigos y compañeros de lucha: en tan señalado día, recordad que la verdadera deconstrucción de la masculinidad no está en lecturas ni debates, sino en coger el mocho y limpiar el váter. Coge el mocho, barre, cuida y la deconstrucción será inmediata. Ya debatimos nosotras. Vosotros, lo del mocho”.

Foto: La portavoz de Podemos en el Congreso, Irene Montero, interviene en la moción de censura. (Reuters) Opinión

Y mientras una parte del feminismo se ha volcado últimamente en discutir el influjo de la contribución foucaultiana en la teoría queer, lo del mocho sigue sin estar claro. Con la pandemia, ha aumentado el reparto desigual de las tareas del hogar (ellas dedican 13 horas más de media a la semana), y con la brecha de cuidados, crece la brecha salarial de cuya existencia todavía muchos dudan.

No solo la brecha salarial no está todo lo clara que se presumiría a estas alturas. Tampoco lo está el consentimiento sexual. Uno de cada 10 jóvenes aún cree que si una chica ha consumido mucho alcohol, puede tener relaciones con ella aunque no esté consciente, o que si va vestida de manera llamativa y sola, se expone al abuso sexual. Todo esto es más frecuente de lo que parece. A ver si alguien se deja más micros abiertos para que nos vayamos dando todos por enterados.

España necesita urgentemente micros abiertos para escucharse más a menudo a sí misma. Es formidable cuántas cosas pueden descubrirse cuando la vida se graba sin querer. Gracias a la pillada de un micrófono abierto en la retransmisión de la gala de los Goya, parece que hayamos descubierto que en este país todavía hay insultos sexistas contra las mujeres. ¡Clamor en las redes sociales durante la retransmisión de los Goya por escucharse a dos hombres decir que una actriz parecía “un putón verbenero”! RTVE va a investigar los comentarios. España, atónita.

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